La dolarización en Venezuela, para muchos analistas, se ha convertido en un proceso de facto. El uso del dólar, una moneda que ha sido satanizada por el chavismo, se acentuó desde los apagones en 2019, que imposibilitaban las transacciones digitales, la opción más utilizada por la población frente a la devaluación del bolívar y la escasez de billetes. La divisa estadounidense, aunque no es oficial en el país administrado por el chavismo, ya se encuentra en las manos de cualquier venezolano para el pago de pequeñas y grandes operaciones.
Ante la falta de bolívares en efectivo, hasta los autobuseros lo reciben. Son, en este punto, quienes controlan mayormente el manejo de los billetes en moneda extranjera de menor denominación. Los usuarios pueden cancelar el costo de un pasaje con un billete de un dólar y recibir a cambio, bolívares, aunque a una tasa por debajo de la fijada en el mercado paralelo o incluso la autorizada por el Banco Central de Venezuela.
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La administración de Nicolás Maduro, que a pesar de intentar ignorar la relevancia que ha tenido la dolarización entre los ciudadanos, marcando en los tipos de cambio oficiales el euro como divisa principal, se ha ido adecuando al uso del dólar, y recientemente aprobó además una reforma de Ley para las Grandes Transacciones Financieras (IGTF), que constituye una alícuota de 3%, como mínimo, a los pagos en divisas y criptoactivos.
La desregularización de la economía y las transacciones en divisas, que se hicieron frecuentes en el día a día de los venezolanos, superó el discurso del chavismo, que desde la era de Hugo Chávez había establecido un sistema de control de cambio, iniciado en 2003 con la creación de Cadivi.
Aún así, la dolarización sigue sin ser formal en Venezuela, y aunque se considera que ello obedece a la narrativa política del chavismo, en rechazo a los intereses de Estados Unidos, la realidad puede estar más sujeta a las limitaciones del Estado venezolano, con relación al flujo en dólares y su incapacidad para los pagos de salarios en el sector público, su principal gasto, en esta moneda.
Lo explica así para Bloomberg Línea, el economista Omar Zambrano, director de la consultora Anova Policy Research. “Si ellos permitieran que avanzara la dolarización formal, basicamente tendrían que pasar todas las operaciones en el sector público a dólares, lo que sería imposible pagar sueldos y salarios, a un total entre 2 millones y 2.400 millones empleados públicos que hay en Venezuela, porque el sector no está generando suficientes dólares, porque no cobra impuestos en dólares, todos los tributos nacionales están en bolívares, que son una de sus principales fuentes y la otra fuente, el petróleo, está comprometida, y tampoco tiene acceso a mercados financieros internacionales”, agrega.
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Si bien, se lograron avances en la creación de cuentas en divisas nacionales, la realidad es que su uso, siempre está adaptado al cambio en bolívares a la tasa oficial, lo que no permite un avance real en términos de dolarización financiera. “Podrá ser transaccional pero no financiera, es decir con cuentas o créditos en dólares, con instrumentos con tarjetas de débito o crédito incluso, pero tampoco en dolarización formal de contratos, que es lo importante, como los laborales, alquileres y de todo tipo, además de todas las normas y regulaciones monetarias. que afecta temas básicos como la no aceptación de billetes rotos, por ejemplo, que es lo que ocurre ante la falta de norma”, apunta Zambrano.
El economista Luis Vicente León, aclara que esta dolarización calificada como transaccional, ya alcanza el 69% de las transacciones totales del país, y ocurre por la pérdida del valor del bolívar y la confianza en esta moneda local.
“La gigante desmonetización que el país sufrió, producto también de la hiperinflación y políticas cautas por parte del propio BCV, que mezcló una estrategia de contracción de liquidez para tratar de parar la súper devaluación que venía acompañanda a la hiperinflación, la respuesta de la economía y el sector empresarial fue buscar mecanismos alternativos para poder operar y se encuentran en moneda extranjera, principalmente en el dólar, aunque hay otras monedas como el peso en las fronteras con Colombia, o como el oro en el caso del sur”, indica León en entrevista a BBL.
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A su juicio, la administración chavista se adecuó leventemente a la ola, permitiendo de manera empírica que la dolarización creciera, tomando en cuenta que no había otra opción para garantizar funcionamiento, producción y planificación.
Hubo, sin embargo, cambios entre los acuerdos del sector privado y público, que empezaron por la despolitización. “Eso se tradujo en esa dolarización transaccional, que no es formal, como en Panamá o Ecuador, y más allá de los temas ideológicos, es que no es posible una dolarización porque Venezuela está sancionada, sanciones al BCV, a Pdvsa, y no es posible desarrollar un acuerdo con el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos, y ante la imposibilidad de reponer billetes, planificadamente, establecer mecanismos para la producción de esa moneda, no hay posibilidad de una dolarización formal, más allá de que no hay interés real, no podría tampoco”, puntualiza Luis Vicente León.