El ocaso del algodón: ¿cómo consiguió Colombia destruir su propia industria?

La industria del algodón vivió sus años dorados hasta la década de los 70 y la producción ha venido en declive. Desde 2014 Colombia no exporta este producto

Un agricultor inspecciona algodón en un campo.
20 de abril, 2022 | 04:00 AM

Bogotá — La producción de algodón vivió sus años dorados entre 1950 y 1978, cuando se convirtió en uno de los motores del sector agrícola nacional, pero la falta de estímulos a los productores, los fallos en la estrategia de promoción de las exportaciones adoptada y la débil reconversión tecnológica le jugaron en contra.

El declive del algodón se refleja en que el país no solamente dejó de exportar este producto desde 2014, sino que además pasó de consumir más de 100.000 toneladas anuales en el pasado a solo 24.000 en 2021 ante las dificultades para la importación de hilos y telas.

En el 2005, el Gobierno colombiano adoptó una política pública que pretendía fundamentalmente resolver el problema de los precios, a la vez que apuntaba a aumentar la producción y productividad del cultivo.

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Pero ese documento Conpes (Consejo Nacional de Política Pública y Social) “terminó en el 2015 sin que se lograran los principales propósitos. Lo único que se logró durante ese tiempo es que los que sembraron algodón tenían un precio de compensación”, pero luego el sector “quedó sin ningún apoyo permanente”.

Así lo explicó en una entrevista con Bloomberg Línea el presidente ejecutivo de la Confederación Colombiana del Algodón (Conalgodón), César Pardo Villalba, al señalar que solo hubo “algunos apoyos esporádicos” y por ende “decayó en su área de siembra”.

“Para el tema del precio no hay ningún problema y fuera de eso se pactan en el contrato algunos premios por calidad del algodón que tienen que ver con la longitud de la fibra, la resistencia, el color y también algunos castigos cuando viene con contaminación (…). Hemos tenido una negociación más o menos estable con Diagonal, que es la empresa que representa las textileras”, señaló.

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El problema entonces se centra hoy fundamentalmente en los costos de producción que, según dice, se han ido resolviendo poco a poco. En el 2014 producir una libra de algodón costaba casi un dólar y hoy vale entre US$70 centavos y US$75 centavos.

Y “aún podemos reducir mucho más ese costo con los aumentos de productividad que estamos obteniendo con la utilización de semillas certificadas, transgénicas. El 99% del cultivo en Colombia es con semilla transgénica, que no solamente le da calidad y productividad al algodón, sino que sirve fundamentalmente para controlar plagas -lepidópteros y malezas – eso evita que se hagan demasiadas aplicaciones de insecticidas y herbicidas”.

El principio del fin

Colombia ha venido perdiendo esa vocación por el algodón lastimosamente en medio de todo por los cultivos ilícitos y porque también la industria nacional ha ido cayendo”, complementó en una entrevista con Bloomberg Línea el presidente de la Cámara Colombiana de la Confección y Afines (CCC&A), Camilo Rodríguez.

La libra de algodón se cotiza en unos US$50 o US$60 centavos y en algún momento esta llegó a estar por encima de los US$120 centavos, “lo que sin duda alguna hubiera sido una ayuda para nuestros agricultores colombianos, y una oportunidad de oro para todos los textileros y confeccionistas”.

El país habría pasado por alto la oportunidad de vender materia prima en un escenario en el que el mundo estaba demandando commodities y los precios de algunas telas llegaron a subir por encima del 300%.

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“Colombia lastimosamente ha perdido una oportunidad de oro, ya que también vemos hoy que el consumidor final y las marcas han comenzado a dejar de comprar del algodón de la región nordeste de China, que representa cerca del 22% de la producción mundial y cerca del 38% de la local”, comentó.

A propósito, una investigación del 2004 del Banco de la República, de Jorge García García, concluyó que “el sector algodonero en Colombia se desarrolló a pesar de las políticas gubernamentales que lo oprimieron durante la mayor parte del período”.

“Aunque el sector recibió alguna protección inicial, esta fue pequeña y duró poco. Las políticas de apoyo al sector, como las de promoción a las exportaciones y de crédito subsidiado, atenuaron pero no eliminaron el desestímulo que produjo la política de ventas forzosas a Diagonal a precios inferiores a los internacionales”, indica.

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De acuerdo a cifras de Statista, China fue el principal productor mundial de algodón en el 2021 con 6,42 millones de toneladas métricas, seguido por India (6,1 millones), Estados Unidos (3,1 millones) y Brasil (2,3 millones), que es a la vez el principal exportador mundial.

En cuanto a los principales importadores destacan -en este orden- China (2,7 millones de toneladas métricas), Bangladés (1,8 millones), Vietnam (1,5 millones), Turquía (1,1 millones), entre otros.

El algodón crece en un campo.

Según Camilo Rodríguez, Colombia empezó destruir su industria algodonera tras la apertura económica estimulada por el expresidente César Gaviria en los años 90. En este sentido, manifestó que el país suramericano pasó de tener cerca de 398.000 hectáreas sembradas de algodón y hoy no llega ni siquiera a las 9.400 hectáreas.

“Para la época, en el sector algodonero se generaban cerca de 1,4 millones de puestos de trabajo, tan solo en el agro, y hoy cerca de esa cifra es lo que representa el total del sector de las confecciones”, manifestó.

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César Pardo Villalba, de Conalgodón, consideró que esta es una visión “demasiado proteccionista” y reiteró su postura acerca de que el problema fue que el país no adoptó unas políticas que favorecieran la competitividad del cultivo.

“No se trataba de proteger una producción mediocre, sino fundamentalmente aumentar la producción y la competitividad. El problema del algodón fue en primer lugar los costos de producción, que se incrementaron y llegaron a tener un tope con el tema de las plagas. En Armero (Tolima), que era la ciudad blanca de Colombia, se llegaron a hacer más de 25 aplicaciones en cada cultivo y eso es una cosa exagerada”, ahondó.

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En la misma vía de la producción algodonera, la industria textil local vive por estos días el impacto de las altas importaciones y el desbarajuste del aparato productivo.

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Esto se ha visto manifestado en la actualidad de empresas emblemáticas como Coltejer, que no vislumbra la reactivación en todo el 2022 de su producción, paralizada desde el año pasado en Colombia, ante los altos costos que ello implica, según se desprende de su informe de gestión.

De acuerdo al Registro Único Empresarial y Social (Rues), Colombia tiene 35.111 empresas de confecciones, 215 de hilados y 7.294 de textiles.

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La gran mayoría son micro, pequeños y medianos negocios que son el motor que impulsa este sector industrial (componen el 99,7 %), el principal empleador de mujeres dentro del sector manufacturero.

La visión de la industria

Un agricultor inspecciona plantas de algodón en un campo.

En conversación con Bloomberg Línea, el empresario Mario Hernández señaló que Colombia no desarrolló suficientemente su cadena de producción de materias primas y las empresas no se actualizaron con la fabricación de telas que hay en mercados como Asia.

“Hacíamos maquila y no hacíamos el paquete completo, que era materias primas, diseño y producción”, indicó Mario Hernández, quien considera que en el país los impuestos son muy altos y le quita competitividad al mercado.

“Entonces no se consiguen materiales, hay que traer las telas y todo (…) Coltejer era una empresa de toda la vida, pero faltó administración, faltó conocimiento, que los empresarios se junten. Es que mire, los empresarios en el mundo se juntan, se meten, desarrollan producto. Lafayette por ejemplo sigue adelante porque los dueños siguen encima, desarrollando materiales y de todo. Es que si eso se descuida no sale adelante”.

Arturo Calle, reconocido empresario del sector, recordó en conversación con Bloomberg Línea que Colombia fue un gran productor de algodón e incluso tenía excedentes para exportar.

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“En el Tolima tenían una gran empresa que compraba todo el algodón, lo procesaba y lo tenía en pacas y demás. Colombia en la época grande de Coltejer, Fabricato y de otras grandes empresas producía todo el algodón que se requería”, señaló.

El empresario, fundador de la cadena de ropa homónima, rememoró que el departamento del Cesar “era un mar blanco de algodón”, como pasaba en los valles y planicies del Tolima, en poblaciones como Armero.

“Hoy en día si Colombia fuera un país productor de algodón estarían divinamente bien los cultivadores, porque está escaseando en el mundo. Lástima grande, definitivamente, ya en ninguna parte, por lo menos yo no volví a saber en ningún sitio donde hubiera cultivos de algodón”, dijo Arturo Calle.

Las soluciones

Sobre las soluciones a esta problemática, Arturo Calle comentó que no es nada fácil porque la mayoría de estas grandes fábricas que requerían algodón se han ido.

A esto se suman las dificultades para cambiar la vocación de algunos departamentos en donde los terrenos ahora se utilizan para sembrar pastizales y criar ganado, así como la siembra de arroz, maíz y palma. “Darle la vuelta a eso, acabar con el pasto, con la ganadería, ya es muy difícil”.

Arturo Calle también se refirió a las dificultades que supone rearmar el aparato productivo del sector con maquinaria nueva y la adopción de tecnologías. “Yo personalmente no veo ningún concepto donde uno pueda decir puede volver (la industria algodonera), es que no es fácil definitivamente”.

Para resolverlo, “lo único es que el Estado colombiano, cualquiera que sea, defina que por tonelada de algodón que se produzca para el consumo nacional haya un subsidio de hasta cierto tanto de dinero. Y si es para exportación que también lo tenga”, indica.

Visión 2025

César Pardo Villalba, presidente de Conalgodón, dice que a pesar de los retos ve la situación con optimismo dado que “los precios han mejorado ostensiblemente con el tema de los commodities a nivel internacional”.

“Hoy tenemos unos precios (internos) que superan los $11 millones por tonelada, mientras que hace apenas dos años teníamos precios que estaban por debajo de los $5 millones por tonelada. A pesar de que el aumento de los precios también trae consigo el aumento de los costos de producción, hoy podemos decir que con esta situación el cultivo del algodón es rentable”, apuntó.

El presidente de Conalgodón indicó que se han trazado unas metas al 2025, las cuales comienzan con lograr en 2022 superar las 16.000 hectáreas de cultivo de algodón en Colombia y en tres años obtener unas 40.000 hectáreas de siembra y una producción de unas 45.000 o 50.000 toneladas.

“Creemos que el algodón puede recuperarse, puede volver a ser un cultivo de ciclo corto importante”, adelantó Pardo Villalba, al mencionar que parte de la estrategia se basa en incentivar las rotaciones de los cultivos con el arroz y de maíz.

Esto “sería bastante importante no solamente para la rentabilidad de los agricultores, sino para el mejoramiento y la sostenibilidad de los suelos. Entonces nosotros somos optimistas”, remató.

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