“Crisis tras crisis”: la deuda de LatAm cae, pero no al nivel previo al Covid-19

El FMI advirtió que no se deben obviar las limitaciones fiscales en medio de una incertidumbre inusualmente alta. El diagnóstico para los países de América Latina

La caída en la deuda no será suficiente para encontrar el nivel que había antes de que el Covid-19 desatara una crisis mundial y que llevó a que la deuda global alcanzara los US$226 billones en 2020.
20 de abril, 2022 | 10:42 AM

Bloomberg Línea — La economía global pasó de una pandemia a una guerra y los gobiernos han tenido que adaptar sus políticas fiscales a las crisis que se suceden, pasando de ayudas extraordinarias para enfrentar las cuarentenas y a las alzas de tasas de interés para lidiar con el elevado costo de vida, agravado con la guerra en Ucrania.

Los países, incluyendo los de América Latina, comienzan a salir de una emisión de deuda histórica pero ahora se enfrentan a un aumento en el costo de los préstamos, mientras la perspectiva fiscal se mueve en medio de una elevada incertidumbre, advirtió hoy el Fondo Monetario Internacional (FMI) en sus reuniones de la primavera boreal.

En la serie de publicaciones de esta semana, mientras realiza su encuentro en Washington, el organismo advirtió en su Monitor Fiscal que aunque los déficits y la deuda de los países comienzan a disminuir desde los niveles récord alcanzados durante la pandemia, el retroceso no será suficiente para llegar al nivel que había antes de que el Covid-19 desatara una crisis mundial y que llevó a que la deuda global alcanzara los US$226 billones en 2020.

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El FMI ahora calcula que la deuda pública caerá y se estabilizará en el mediano plazo en torno al 95% del Producto Interno Bruto, cifra que de todas formas será 11 puntos porcentuales más alta que la que había antes de la pandemia. Una tendencia similar sucederá en América Latina, cuya deuda retrocederá pero no lo suficiente para ver los niveles que se veían antes de la llegada del Covid-19.

“En los últimos 15 años el mundo ha experimentado crisis tras crisis: primero, la crisis financiera mundial, luego el Covid-19 y ahora la guerra en Europa. Pero capa sobre capa, los legados de las crisis se acumulan”, dijo Vitor Gaspar, director del Departamento de Asuntos Fiscales del FMI.

La institución prevé que la deuda pública de las economías avanzadas siga siendo 9 puntos porcentuales más alta en 2024 de lo que era en 2019, mientras que en los mercados emergentes el alza será de cerca de 6 puntos, si se excluye del cálculo a China. Si se tiene en cuenta, sería 18 puntos más alta.

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“Se espera que la deuda se estabilice en alrededor del 94% del PIB entre 2022 y 2024, muy por encima de los niveles previos a la pandemia, lo que genera preocupación sobre las vulnerabilidades de la deuda y la estabilidad financiera y pesa sobre las perspectivas de crecimiento, especialmente si las tasas de interés aumentan más rápido de lo esperado”, dijo el FMI en su informe.

Las cuentas de la región

En medio de este panorama, el organismo calcula que la deuda de América Latina se ubicará en 71,7% del PIB este año y que variará ligeramente a un 71,8% en 2024. Pese a esta estabilidad, la realidad diverge entre los principales países de la región.

Por un lado están Brasil (91,9%), Argentina (74,4%) y Uruguay (65,7%) con las proporciones más altas entre los países evaluados, mientras que Haití (22,5%), Perú (34,4%) y Chile (38,3%) tienen las más bajas.

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El FMI advirtió que los mercados emergentes y los países en desarrollo de bajos ingresos que son importadores netos de energía y alimentos se verán afectados por los precios internacionales, lo que pondrá más presión a las finanzas públicas, ya afectadas por la pandemia, y que les deja poco espacio fiscal para amortiguar el golpe. En contraste, algunos exportadores de materias primas se beneficiarán de estas ganancias inesperadas.

Un número significativo de mercados emergentes no sistémicos se encuentra ya en territorio de dificultades y casi el 60% de las economías de ingresos más bajos se encuentran en dificultades de endeudamiento o en alto riesgo de padecerlas. Es probable que algunos de estos países tengan que reestructurar su deuda”, agregó Gaspar.

La alerta llega la misma semana en la que el FMI redujo sus pronósticos de crecimiento global: aunque la cifra aumentó para América Latina y el Caribe, advirtió que el ritmo de la región será más lento que el del resto del mundo.

El FMI pronostica que el PIB mundial crecerá este año un 3,6% en comparación con el 4,4% calculado en enero, mientras que para 2023 estima que el alza será también de un 3,6%, menos que el 3,8% que se había pronosticado a principios de año.

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América Latina y el Caribe se expandirá un modesto 2,5% en 2022 y en 2023, por debajo de las economías avanzadas e incluso menos que el promedio que registró entre 2004 y 2013.

“Vemos que el problema de muchos países está empeorando y las herramientas para lidiar con este problema están desapareciendo”, dijo el martes Kristalina Georgieva en una discusión en línea con el presidente del Banco Mundial, David Malpass. “El problema de la deuda está llamando a la puerta de una manera cada vez más fuerte”.

A su turno, Malpass aseguró que “algunos de los acreedores oficiales tienen grandes montos pendientes y eso debe considerarse a medida que se elevan las tasas de interés”.

Una incertidumbre inusualmente alta

En medio de este bajo crecimiento, el Fondo aseguró que los gobiernos deberán calibrar sus estrategias fiscales en medio de una incertidumbre “inusualmente alta”. Una guerra prolongada en Ucrania continuaría afectando los mercados de las materias primas, añadiéndole más presión a la inflación y reafirmándose como un obstáculo para el crecimiento económico.

Además, a medida que crece el costo de vida, la política monetaria se vuelve menos laxa, por lo que unas condiciones financieras mundiales más estrictas de lo esperado serían particularmente perjudiciales para los países con grandes vulnerabilidades de deuda, añadió el análisis del FMI.

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Vitor Gaspar, director del Departamento de Asuntos Fiscales del FMI, advirtió que los países donde el gasto de los hogares en alimentos es mayor suelen tener un espacio fiscal más reducido.

Sin embargo, las preocupaciones no pasan solamente por el bolsillo de los gobiernos, pues mientras los alimentos se encarecen los consumidores se ven en dificultades para llegar a fin de mes.

“Las crisis de los precios de los alimentos afectan a todos los países, pero amenazan especialmente a los hogares y a los países de bajos ingresos. Estos países tienen menos espacio fiscal para hacer frente al shock y son especialmente vulnerables”, dijo Gaspar.

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Según las cuentas del organismo, la proporción del gasto de los hogares en alimentos llega al 60% en algunos países de renta baja, mientras que en las economías avanzadas la cifra equivalente se sitúa en torno al 10%.

Por ello, el FMI recomendó que aunque los gobiernos deben cumplir su función especial de proteger a la población, especialmente contra el hambre, cualquier respuesta política debe tener en cuenta las limitaciones fiscales y más en un momento en el que la deuda todavía representa una amenaza.

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