Bloomberg — La crisis económica de Rusia ha perdido parte de su intensidad, lo que ha permitido al presidente Vladimir Putin disponer de más tiempo en su país, mientras sus fuerzas armadas lanzan una nueva ofensiva en su guerra contra Ucrania.
Incluso con una recesión acercándose y una inflación rondando el 20%, la economía ha desafiado por el momento las previsiones más funestas. Los economistas de JPMorgan Chase & Co. (JPM) han visto suficientes señales optimistas como para reducir a la mitad su previsión de contracción del Producto Interno Bruto (PIB) en el primer trimestre, a un 5%.
El escenario más sombrío no se ha materializado en gran parte porque Rusia ha contenido la propagación del contagio financiero con fuertes controles de capital, mientras que los abundantes petrodólares han ayudado a que el rublo (RUB) recupere las pérdidas y ponga freno a la inflación. Sin embargo, lo peor puede estar aún por llegar: Bloomberg Economics prevé un descenso anual del PIB de casi el 10% este año.
Semanas después de la conmoción inicial que supuso el desplome del rublo, los precios desbocados y la salida de cientos de empresas extranjeras, lo que le espera al consumidor ruso puede ser un largo período de dificultades.
“Nuestro estilo de vida no ha cambiado mucho”, afirma Olga, directora de publicidad y madre de dos hijos en la ciudad de Jabárovsk, en el extremo este del país.
El temor a la escasez hizo que esta mujer de 36 años se abasteciera durante un mes comprando cereales, carne en conserva y pasta. Los precios de algunos productos de limpieza se triplicaron, por lo que cambió a una alternativa más barata.
La familia pospuso sus planes de comprar un segundo auto o irse de vacaciones este año. Pero se ha establecido una nueva normalidad y hasta ahora es manejable, dijo Olga, que pidió ser identificada sólo por su primer nombre para hablar con franqueza de su situación.
“Todavía no ha pasado suficiente tiempo”, dijo. “Creo que sentiremos el impacto más adelante”.
Lo que dice Bloomberg Economics...
“Los hogares rusos ya están sufriendo una pérdida de poder adquisitivo al dispararse los precios. Es probable que la tensión económica se agrave a medida que las sanciones se extiendan por las cadenas de suministro y pesen aún más sobre el mercado laboral, agravando los efectos sobre los ingresos reales.”
Scott Johnson Economista de Rusia
En marzo, el primer mes completo desde la invasión, las ventas al menudeo cayeron un 10% con respecto al año anterior, según Goldman Sachs Group Inc (GS), la mitad del descenso que experimentó Rusia en el momento más álgido de la pandemia de Covid-19, cuando los cierres de las tiendas mantuvieron a los consumidores en casa.
A medida que transcurren las semanas, los datos apuntan a la resistencia de los hogares. La encuestadora independiente Levada Center dijo que su índice de expectativas sociales, una medida de sus perspectivas, aumentó considerablemente el mes pasado con respecto a febrero.
La intensificación de la censura y la propaganda del gobierno durante la guerra están haciendo su parte. Sin embargo, los datos de la inflación de corto plazo y el cambio en las preferencias de compra muestran cómo el sentimiento está cambiando.
Semanalmente, los precios al consumidor crecen ahora a casi una cuarta parte del ritmo de un mes antes. El temor a las estanterías vacías está desapareciendo, poniendo fin al acaparamiento y a las compras de pánico.
Mientras tanto, los depósitos vuelven a fluir en el sistema bancario, lo que proporciona al banco central la confianza suficiente para empezar a bajar las tasas de interés después de una subida de emergencia tras la invasión.
Las tarjetas emitidas en Rusia por Visa Inc. (V) y Mastercard Inc. (MA) ya no funcionan fuera del país, pero la gente ha visto pocas interrupciones en casa gracias a una alternativa nacional impulsada tras las primeras oleadas de sanciones en 2014. Los acuerdos de franquicia de cadenas de comida rápida como McDonald’s (MCD) hacen que algunos de sus establecimientos mantengan las puertas abiertas.
“En conjunto, parece que la contracción económica hasta ahora ha sido menos drástica de lo que se preveía inicialmente”, señalan en un informe los economistas de JPMorgan, entre ellos Yarkin Cebeci. “La inercia económica aparentemente impidió una caída más brusca”.
Para muchos, sin embargo, las dificultades no han hecho más que empezar. El alcalde de Moscú, Sergei Sobyanin, dijo que sólo en la capital rusa están en peligro unos 200.000 puestos de trabajo debido a la salida o el cese de las operaciones de las empresas extranjeras.
Mientras Putin se jactaba el lunes de que la “guerra relámpago económica” de Occidente había fracasado, la gobernadora del banco central, Elvira Nabiullina, advertía el mismo día de que, a medida que se agotan los inventarios de productos importados, la economía se enfrenta a una “transformación estructural” en los próximos seis meses que desencadenará subidas de precios en algunos bienes a medida que los productores busquen nuevas fuentes para los componentes cortados por las sanciones.
JPMorgan dijo que la fortaleza de la economía hasta ahora no significa que vaya a evitar una contracción del 7% en todo el año, comparable a las caídas más profundas que ha experimentado Rusia en los últimos 30 años.
“Se espera que la demanda interna se deprima a medida que la pérdida de empleo y de ingresos, el aumento de la pobreza, la inflación y las interrupciones de la oferta reduzcan el consumo, mientras la inversión sigue cayendo”, señaló el Banco Mundial (BM) en un informe del 10 de abril en el que preveía que la economía rusa se contraería un 11,2% este año.
Los consumidores, cuyo gasto representa más de la mitad de la actividad económica, tampoco se alegran todavía. El 85% de los rusos afirma haber hecho acopio de alimentos, una proporción mayor incluso que en 1992, el año posterior al colapso soviético, según una encuesta publicada este mes por la empresa estatal de sondeos VTsIOM.
La demanda de herramientas de jardinería está aumentando, ya que algunas personas recurren al cultivo de hortalizas y a las conservas caseras para sobrevivir a los tiempos difíciles.
“La mayoría de la población se está acostumbrando a la situación”, dijo Andrei Milekhin, presidente de Romir, un centro de investigación independiente de Moscú.
Este artículo fue traducido por Andrea González