Bloomberg Línea — Las reuniones de primavera boreal de los organismos internacionales que arrancaron esta semana están cargadas de pesimismo, a medida que el costo de vida se vuelve cada vez más alto y el mundo enfrenta el impacto humanitario y económico de la invasión rusa a Ucrania. Los nuevos pronósticos de crecimiento están a tono con esa realidad: a los cálculos revelados ayer por el Banco Mundial -que recortó su estimación en 2022 al 3,2%- se sumaron los del Fondo Monetario Internacional (FMI), que estiman un crecimiento mucho menor en comparación con sus cifras de principios de año.
Las perspectivas reveladas hoy en el nuevo World Economic Outlook (WEO) muestran que los riesgos económicos han aumentado, mientras la guerra en el este de Europa se convierte en un obstáculo para el crecimiento y un impulso para la inflación, que ya venía subiendo a medida que los países se abrían tras los confinamientos impuestos por la pandemia. El panorama se agrava con los bloqueos que persisten en China, en el marco de su estrategia Covid-Cero para enfrentar un nuevo brote del virus y que podrían provocar más cuellos de botella a las ya golpeadas cadenas de suministro.
Con este panorama, el FMI pronostica que el PIB mundial crecerá este año un 3,6% en comparación con el 4,4% calculado en enero. Y estima que también crecerá un 3,6% en 2023, lo que representa una caída desde el 3,8% que se había pronosticado a principios de año.
“La guerra se suma a la serie de shocks de oferta que han afectado a la economía mundial en los últimos años. Como ondas sísmicas, sus efectos se propagarán a lo largo y ancho de los mercados de materias primas, el comercio y los vínculos financieros”, alertó Pierre-Olivier Gourinchas, consejero económico y director del Departamento de Investigación del FMI.
La región tendrá una modesta expansión
América Latina y el Caribe tendrá un comportamiento peor que el promedio global, a pesar de que su pronóstico para este año creció ligeramente 0,1 puntos porcentuales. El organismo con sede en Washington considera que la región se expandirá un modesto 2,5% en 2022 y en 2023, por debajo de las economías avanzadas e incluso menos que el promedio que registró entre 2004 y 2013.
La región se verá beneficiada en cierta medida por el hecho de que tiene menos conexiones directas con Ucrania, al menos en comparación con Europa, pero aún así se verá golpeada por la inflación y el endurecimiento de las políticas monetarias a nivel global. Por ejemplo, Brasil, la principal economía latinoamericana, que solo se expandirá un 0,8% según el WEO, ha subido en 975 puntos básicos las tasas de interés en el último año, lo que pesará en la demanda interna. Algo similar a lo que ocurrirá en México, el segundo PIB más grande de la región y que crecerá 2,0%.
“Las perspectivas a medio plazo se revisan a la baja para todos los grupos, excepto para los exportadores de materias primas que se benefician del aumento de los precios de la energía y los alimentos”, agregó Gourinchas.
Panamá (7,5%), Colombia (5,8%) y Argentina (4,0%) están entre las economías que mostrarán un mejor desempeño durante este año. En contraste, están el ya mencionado caso de Brasil, Chile (1,5%) y Venezuela (1,5%) que estarán entre los de peor comportamiento en 2022.
Las rebajas de las previsiones para Estados Unidos y China también pesan sobre las perspectivas de la región.
En el caso de la principal potencia económica se refleja la retirada más rápida del apoyo monetario en medio de la lucha contra la inflación, así como el impacto del menor crecimiento de sus socios comerciales a causa de la guerra en Ucrania.
Para China, que se ha convertido en uno de los principales aliados de América Latina, pesará el menor crecimiento de la inversión inmobiliaria y la estricta estrategia de Covid-Cero, que continúa generando cuarentenas localizadas. “Los recientes cierres en centros manufactureros y comerciales clave, como Shenzhen y Shanghái, probablemente agravarán las interrupciones del suministro en otros lugares de la región y más allá”, advierte el informe del FMI.
La inflación, un problema global
Los altos precios son una realidad y lo seguirán siendo por un tiempo más largo, según las previsiones del organismo en Washington. Para los analistas del FMI, la guerra en Ucrania tendrá un “impacto prolongado” en los precios de los productos básicos, que le meterán más presión al costo de vida. Materias primas como el petróleo y el gas se verán afectadas durante todo 2022, mientras que el efecto sobre los alimentos se sentirá hasta bien entrado 2023, debido al “impacto retardado” de la cosecha de este año.
El FMI pronostica que la inflación en las economías avanzadas sea de un 5,7%, mientras que en los mercados emergentes llegará hasta un 8,7% en 2022. Junto con los efectos de la invasión rusa, agregó el informe, “en la mayoría de las economías de mercado emergentes y en desarrollo, el aumento de los precios de los alimentos también desempeñó un papel importante, ya que las malas condiciones meteorológicas afectaron a las cosechas y el aumento de los precios del petróleo y el gas elevó el coste de los fertilizantes”.
Este panorama, según Gourinchas, aumenta el riesgo de que las expectativas de inflación se alejen de los objetivos de los bancos centrales, lo que provocaría una respuesta de endurecimiento más agresiva por parte de los responsables de las políticas monetarias. “Además, los aumentos de los precios de los alimentos y los combustibles pueden subir considerablemente las perspectivas de malestar social en los países más pobres”, agregó.
En América Latina, la inflación continuará siendo de doble dígito con un 10% pronosticado para este año, aunque retrocederá a un 7,1% el próximo año. Venezuela (500%), Argentina (48%), Haití (24,9%) y Suriname (25,8%) pesarán sobre el promedio regional en 2022.