Ciudad de Panamá — Juan Rodríguez tenía 13 años de trabajar en una empresa manufacturera, tiempo en el cual no le faltaron los reconocimientos, aunque afirma que de nada le sirvieron cuando la pandemia hizo su aparición y fue despedido, al igual que una docena de sus compañeros.
Desde ese momento dice que no ha podido conseguir un empleo formal, por ello se mantiene haciendo trabajos ocasionales, que en el argot popular los panameños llaman “camarón”.
Hasta abril de este año la informalidad laboral en el país alcanza el 47%, por lo que el Gobierno ha estado revisando los programas de empleo para impulsar la situación económica, de acuerdo con la ministra del Mitradel, Doris Zapata.
De septiembre de 2020 a octubre del año pasado las terminaciones laborales en Panamá sumaron 28 mil 765, cifra que incluye los mutuos acuerdos, despidos, expiración del término pactado, conclusión de la obra objeto del contrato, renuncia del trabajador o muerte del empleador, según estadísticas del Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral (Mitradel). A abril de este año la cifra se sitúa en 42 mil.
El registro oficial indica que al relacionar el total de terminaciones laborales por diversos tipos (28 mil 765) con el total de trabajadores reactivados durante el periodo descrito (284 mil 209) el Índice de Terminación Laboral según Reactivación es de 6.3%.
En América Latina y el Caribe la informalidad afecta al 58% de la fuerza laboral en todos los niveles de ingresos, afirma en un informe el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entidad que agrega que llega al 80% en el quintil de menores ingresos, frente al 40% para los trabajadores del quintil mejor remunerado.
“Si bien este problema existe desde hace décadas, la pandemia probablemente lo agudizará dado que el empleo informal se recupera con mayor celeridad que el formal”, aduce.
El organismo de crédito internacional señala que la pandemia plantea serios desafíos a la región, a lo que se suma el conflicto ruso- ucraniano, dadas sus implicaciones para la política global.
Añade que, sin embargo, la resiliencia de la región frente a la adversidad es motivo de optimismo, toda vez que la crisis ofrece una oportunidad para desarrollar tanto la equidad como la eficiencia.
Juan Rodríguez manifiesta que poco sabe de eso. Que lo único que le preocupa es no poder conseguir un trabajo formal.
