Bogotá — La inflación de alimentos en Colombia ha sido uno de los principales motores que tienen hoy los precios por encima del 8,5% y con la guerra en Ucrania la dinámica alcista de los precios ha ganado incertidumbre.
Es por ello que Leonardo Villar, gerente general del Banco de la República teme que por cuenta del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania los precios de los alimentos no bajen tan rápido como lo preveían las autoridades económicas.
Según Villar, “existe temor de que por cuenta de las importaciones de alimentos y de insumos agropecuarios de Colombia los precios de los alimentos no comiencen a bajar en mayo, sino que se le añada incertidumbre a la corrección de los precios”, dijo durante un conversatorio de Center for the Global Development.
El gerente del Emisor recordó que la inflación en Colombia está alrededor del 8,5%, pero enfatizó en que la inflación de alimentos supera el 25%.
Villar aseguró que si los conflictos en Europa hacen que el valor de las importaciones en Colombia suba es posible que los precios de los alimentos se mantengan altos y ello haga más complejo el control de las expectativas de inflación.
Vale tener presente que las expectativas a dos años se mantienen por debajo del 4% que es el techo de rango meta que maneja el banco central colombiano.
De otro lado, Villar dijo que “tenemos un déficit fiscal importante y también un importante déficit en cuenta corriente, que fue el más alto de la región el año pasado, alcanzando el 5,7% del PIB”.
En ese sentido, aseguró que “se espera que sea más pequeño este año y que se ubique alrededor de 5% del PIB, pero, por cuenta de los recientes eventos, podría ser menor en uno o 1,5 puntos porcentuales menor”.
Igualmente, sostuvo que “el déficit fiscal podría ser de 6,2% del PIB este año, de acuerdo con las proyecciones oficiales. Ese número se podría reducir por los mayores ingresos. Pero, en cualquier caso, este es un proceso de consolidación que puede tardar varios años”.
Por último, Villar, dijo que “en este proceso los flujos de capitales serán esenciales. Y, en ese propósito, es muy importante que el financiamiento global no tenga un sesgo negativo contra los mercados emergentes como el nuestro (el colombiano)”.
