Presidente de Chile se muda a barrio de Santiago plagado de delincuencia

Durante años, los habitantes de Yungay se han quejado de lotes abandonados infestados de basura, casas hacinadas con inmigrantes y tráfico de drogas

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Bloomberg — En la tienda de vinilos antiguos de Eduardo Berríos, en un tradicional pero venido a menos barrio de Santiago, las ventas están aumentando gracias a un recién llegado al barrio del centro de la capital: el joven presidente de Chile, Gabriel Boric.

En su primera visita, Boric, conocido por ser amante de la música, compró el disco “Adiós Sui Generis” de 1975, el disco doble del dúo argentino de rock clásico Sui Generis. La segunda vez pasó solo a saludar, seguido por un séquito de fotógrafos, y luego, la tercera vez, quería asegurarse de que las barreras de control de multitudes de la policía no estuvieran bloqueando la tienda.

Para Berríos, quien ha operado una tienda en el barrio de Yungay desde hace 18 años, esto representa un gran cambio frente a hace unos meses, cuando vio a bandas de narcotraficantes peleando a plena luz del día por el control de la cuadra. Un par de cuadras más abajo, los dueños del café Fuente Mardoqueo planean pintar el restaurante, dice Álvaro Peñafiel, el actual gerente general e hijo del fundador.

Hay una sensación de esperanza en el barrio, de que vamos a estar mejor”, dice Peñafiel.

Poco después de su victoria en la segunda ronda contra el conservador José Antonio Kast, Boric anunció que estaba buscando una residencia en el centro de Santiago. En febrero, el exlíder estudiantil se mudó al barrio Yungay, fundado en 1839. Si bien el área todavía tiene mansiones y casas antiguas con diseños art deco y Bauhaus, muchas de ellas ahora se encuentran en mal estado. Otras fueron demolidas para dar paso a bloques de departamentos de varios pisos diseñados para maximizar las ganancias.

Boric confiesa que su decisión de mudarse al barrio Yungay es, al menos en parte, política. Hizo campaña para mejorar los servicios gubernamentales y estatales, reducir la desigualdad de ingresos y poner fin a las prácticas “neoliberales”.

“Queremos recuperar esos barrios que hoy están amenazados por voraces promotores inmobiliarios, delincuentes o narcotraficantes”, dijo en una entrevista televisiva.

A diferencia de la Casa Blanca en Estados Unidos, 10 Downing en el Reino Unido o la Quinta Presidencial de Olivos en Argentina, Chile no tiene una residencia presidencial. Cada líder ha elegido donde vivir. Al multimillonario expresidente Sebastián Piñera se le permitió quedarse en su residencia en una zona acaudalada de Santiago llamada San Damián, pero Michelle Bachelet y Ricardo Lagos tuvieron que mudarse a casas que cumplieran con los requisitos de seguridad. Todas ellas se ubicaron en las zonas más caras del sector oriente de la Capital.

Son precisamente esas áreas ubicadas al este de Santiago las que han sentido mucho menos los problemas económicos. En otros lugares, el descontento social —provocado inicialmente por un aumento en las tarifas del metro— se transformó en protestas contra el modelo económico del país, las bajas pensiones y los servicios gubernamentales deficientes. Luego vino la pandemia mundial de coronavirus. Todos estos factores ayudan a explicar el surgimiento de Boric a la prominencia y su victoria sobre los partidos políticos más tradicionales.

Durante años, los habitantes del barrio Yungay se han quejado de lotes abandonados infestados de basura, casas hacinadas con inmigrantes que viven en condiciones precarias y traficantes que venden drogas en varias esquinas. Al caminar por la calle, se pueden observar edificios cubiertos por grafitis intercalados con restaurantes de moda y museos, y probablemente uno que otro perro callejero.

La delincuencia ha empeorado en los últimos años, según Alexis Godoy, cuya familia es propietaria de una tienda en el límite del barrio. Dice que antes cerraba a las 9 p.m., pero tuvo que empezar a cerrar a las 7:30 p.m. porque las cosas se volvían más peligrosas por la noche.

Con la presencia de Boric “ojalá chorree la seguridad para acá”, dice Godoy.

Después de solo un par de semanas en el barrio, ya se está observando una mejoría en la seguridad, según Rosario Carvajal, concejala por la municipalidad Santiago y que vive en el barrio Yungay. “Se reactivó la economía a escala local, las panaderías, las cafeterías, restoranes que estaban todas muy golpeadas”.

Carvajal se ha encontrado varias veces con Boric, porque su casa está en la misma calle que la del presidente. A veces visita una cafetería cercana, y Carvajal tuvo que pedirles explícitamente a sus amigos que no lo molestaran cuando se estaba cortando el cabello en la barbería local a la vuelta de la esquina. Automóviles de la policía se ven con más frecuencia en las calles y los narcotraficantes, que hasta hace poco hacían sus negocios en la entrada de su casa, están cambiando de lugar.

“Se les echa a perder el negocio” a los narcotraficantes, dice Carvajal. “Ya no pueden andar en auto sin papeles o sin identificación”, dice ella.

La mejoría en la seguridad también está teniendo un efecto en los precios inmobiliarios. Neo Rincón, quien trabaja en la corredora de bienes raíces RE/MAX Gold, dice que las llamadas por una casa que está a la venta en el barrio aumentaron después del anuncio. “Una de las primeras preguntas que hacía la gente era ‘¿qué tan cerca está del presidente?’”, comentó Rincón.

Los precios de alquiler en el barrio Yungay habían tenido una tendencia a la baja en los últimos años, pero han subido cerca de un 15% respecto de su valor previo al anuncio, informó Rincón. Houm.cl, un sitio web local de bienes raíces, dice que las búsquedas en el barrio se duplicaron.

Pero el mandato de Boric solo dura cuatro años y algunos temen que el impulso de su presencia pueda desvanecerse cuando finalice su contrato de arrendamiento. La concejala Carvajal ha discutido con otros vecinos una propuesta para convertir la casa en residencia oficial de los futuros presidentes. “Pero no creo que sean tan valientes”, dijo.

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