Bloomberg — En los años 80, la entonces Primera Ministra de Reino Unido, Margaret Thatcher, propuso construir una central nuclear cada año durante una década. Al final, sólo se construyó la central de Sizewell B.
Ahora, los expertos en energía, desde analistas hasta académicos, temen que el Primer Ministro Boris Johnson tampoco pueda cumplir la promesa de triplicar la capacidad de energía atómica del país para 2050. La energía nuclear desempeña un papel clave en la estrategia de seguridad energética presentada por el gobierno el jueves, que está diseñada para impulsar el suministro local y reducir la dependencia de la energía rusa.
Como parte de los planes, Reino Unido pretende construir ocho reactores, y empezar por cerrar las negociaciones para la planta Sizewell C de Electricite de France SA (EDF), al tiempo que busca reactivar el proyecto de Wylfa, en Gales, que fue archivado en 2020 por falta de financiación privada. El problema es que los reactores son muy caros y tardan años en construirse, por lo que se teme que la política no contribuya a aliviar la actual crisis energética.
“La energía nuclear tiene un papel que desempeñar en una red energética más limpia, pero hay verdaderas dudas sobre el nivel del objetivo que se ha fijado, si es deseable o realizable en los plazos de los que se habla”, dijo Luke Murphy, director asociado de energía y clima en el grupo de expertos IPPR.
Algunas de las críticas al objetivo nuclear también reflejan la preocupación de que el compromiso de Johnson no permita construir nuevas capacidades con la suficiente rapidez ni alivie mucho el aumento de la factura energética a corto plazo. La energía eólica terrestre (la forma más barata y rápida de nueva energía) recibió un tibio respaldo. También hubo poco apoyo a las medidas de eficiencia energética que ayudarían a los ciudadanos a reducir sus necesidades de energía.
Décadas después de la audaz apuesta nuclear de Thatcher, la industria sigue acosada por los retrasos y los sobrecostos. Para ayudar a corregir esto, el gobierno está creando un nuevo organismo, llamado Great British Nuclear, para sacar adelante nuevos proyectos, con el apoyo de un fondo de 120 millones de libras (US$157 millones).
Los elevados costes son uno de los mayores retos a los que se enfrentan las nuevas centrales nucleares.
La única central de Reino Unido que se está construyendo, Hinkley Point C, generará energía a un precio llamado de huelga de 92,50 libras (US$124) el megavatio hora. Ese nivel ha sido descrito por la Oficina Nacional de Auditoría como “de alto costo y arriesgado en un mercado energético cambiante”. Según el marco de financiación, los costos se trasladarán a los consumidores a través de sus facturas.
Aunque los precios de la electricidad son actualmente tan altos que el costo de la nueva central de Hinkley parece ahora razonable, es poco probable que sea así una vez que la crisis energética haya terminado. Cada nueva central tendrá que ser aprobada por el Tesoro, y estará sujeta a una evaluación de la relación calidad-precio caso por caso.
“Es más fácil que el Tesoro apoye la energía nuclear ahora, porque no tiene que desembolsar el dinero”, dijo Murphy del IPPR.
La economía de la nueva energía nuclear también se ve socavada por la creciente necesidad de un suministro flexible en la red, dijo Michael Grubb, profesor de energía y cambio climático del University College de Londres. La creciente cantidad de energía eólica y solar intermitente significa que otra generación debe ser capaz de responder rápidamente a la subida o bajada de tensión, algo que los combustibles fósiles pueden hacer.
El gobierno también propone utilizar la nueva tecnología de reactores modulares pequeños, pero aún no se ha probado comercialmente. Además, según Grubb, es muy poco probable que se pueda construir una gran central nuclear nueva en menos de 10 años.
“Es lento. Basándonos en toda nuestra experiencia pasada, una nueva gran nuclear tardaría una década”, dijo. “Si hace falta una crisis energética para que el gobierno tome una decisión, que así sea, pero no ayudará a resolver la crisis”.
Este artículo fue traducido por Estefanía Salinas Concha.