Bogotá — Los altos niveles de inflación que afronta Colombia, en donde el IPC anual llegó a 8,53% en marzo, mantiene en vilo a diferentes actividades económicas, especialmente a sectores como el del comercio electrónico que viene de vivir sus mejores días durante el confinamiento.
“Sin duda, la inflación es un activador de las dinámicas de consumo y evidentemente la situación que estamos enfrentando en este momento puede afectar el interés del consumidor y su confianza en querer comprar”, dijo a Bloomberg Línea la presidenta de la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico (CCCE), María Fernanda Quiñones.
La ejecutiva manifestó que esto es preocupante en la medida en la que el comercio electrónico hasta ahora empieza a posicionarse en la cotidianidad de los consumidores, luego de el impulso que le dio la pandemia a este canal.
El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) informó que la inflación anual de marzo llegó a 8,53%, un aumento de 7,02 puntos porcentuales frente al mismo mes de 2021 cuando esta se ubicó en 1,51%.
Respecto a la inflación mensual, el Dane reportó que esta llegó a 1%, el doble de lo que se registraba en marzo de 2021 (0,51%). En lo corrido del año la inflación ya acumula 4,36%, mientras que hace un año era de 1,56%.
La industria del comercio electrónico entiende que el impulso que vivió en los últimos dos años se debe en buena parte a la pandemia y por ello ve que el gran reto es mantener la actividad como “algo sostenible en el tiempo”, lo que implica obligatoriamente cerrar las brechas.
“Para poder lograr realmente una estabilidad del sector y una senda sostenible en esa ruta es necesario empezar a cerrar y a discutir sobre todas las barreras”, afirmó la presidente de la CCCE.
De acuerdo a cifras de la CCCE, la venta de bienes y servicios a través de comercio electrónico en Colombia tuvo un volumen de ventas de $39,9 en 2021, un incremento del 40,2 % frente al 2020.
Para el 2022, indicó la presidenta de la CCCE, se proyecta que las ventas del comercio electrónico subirán hasta los $59,4 millones a pesar de los retos que se trazan por cuenta de la inflación y la crisis logística.
Quiñones explica que el comercio electrónico tradicionalmente en Colombia ha estado ligado a categorías de bienes suntuarios que son los primeros que se contraen cuando se da una situación económica adversa, como la alta inflación.
En este sentido, dice que todavía se asocia gran parte del consumo a través de medios electrónicos a segmentos puntuales como los electrodomésticos, el turismo o la moda, que son algunos de los más fuertes durante las jornadas de descuento como los días sin IVA.
No obstante, a raíz de la pandemia y las nuevas dinámicas de consumo el comercio electrónico se ha abierto a nuevas categorías, principalmente en lo que tiene que ver con compras cotidianas en las que estas plataformas quieren participar más.
“Eso es un poco a lo que le estamos apostando, a que el consumidor realmente haga sus compras cotidianas en el ambiente digital. Es algo que hemos venido evidenciando en categorías esencialmente asociadas con entretenimiento, comestibles y alimentos preparados”, apuntó.
Frente a la crisis logística dijo que una de las categorías más golpeadas ha sido la de la tecnología y la de los productos agroindustriales, algo que han tratado de compensar desde el sector con la activación de ventas en jornadas específicas de descuento.
“Le estamos apuntando es a eso, a generar activaciones de ventas para momentos específicos del año y mantener una tracción hacia el consumo digital”, afirmó.
¿Qué otros retos se trazan para cumplir con los objetivos?
Sobre los demás retos del sector, María Fernanda Quiñones manifestó que Colombia debe seguir avanzando en el despliegue de la infraestructura de pagos, como lo han desarrollado mercados como el de Argentina o Brasil, así como desplegar una “conectividad que permita irradiar esas estrategias a todas las actividades productivas del país”.
“El tema de la inclusión financiera también es muy relevante trabajarlo, ampliar las posibilidades y las formas de pago será relevante para activar esos círculos virtuosos de consumo en el ambiente digital”, dijo la ejecutiva.
Asimismo, se refirió a la falta de madurez del sistema logístico de Colombia, particularmente a lo que tiene que ver con la interoperabilidad entre los distintos actores en el país.
Entre otros puntos, mencionó la competitividad y seguridad jurídica que se requiere en la contribución que hacen las plataformas de la economía colaborativa al despliegue del comercio electrónico.
Este, asegura, “va a ser una discusión inevitable y que debe realmente abordarse con profundidad porque el país ha estado en un limbo muchísimo tiempo y es importante reconocer que es una nueva manera de hacer negocios”.
Por último, se refirió a los desafíos que se trazan en cuanto a la protección al consumidor y las transformaciones de sus hábitos, que se dan en la forma en la que se aproximan a las plataformas, qué esperan de estas y sus expectativas cambiantes frente a los canales digitales y físicos.