QUITO — El Banco Mundial prevé que el Ecuador crezca 4,3% este 2022. Una expectativa bastante más generosa que la levantada por el Banco Central del país, que la semana pasada anunció que el crecimiento del PIB será de 2,8%. Asimismo, para 2023 el organismo prevé que la economía ecuatoriana crezca 3,1% y para 2024 un 2,9%.
El avance de Ecuador irá muy cerca de sus vecinos, pues Colombia crecería 4,4% y Perú 3,4%. Un cambio importante frente a 2021, cuando la economía peruana cerró con 13,3% y la colombiana con 10,6%.
Para el gerente general del Banco Central, Guillermo Avellán, que el desempeño de la economía sea mejor al 2,8% previsto para este año no es imposible: “Desde el Banco Central consideramos necesario que los sectores público y privado junten esfuerzos para alcanzar una tasa de crecimiento económico de 4,04% para 2022, a fin de recuperar los niveles de producción, generar empleo de calidad y contribuir a la reducción de pobreza en nuestro país”, dijo durante la presentación de las cuentas nacionales la semana pasada.
El gerente del BCE anticipó que la nueva previsión de crecimiento de la economía será el 15 de septiembre y allí se tomará en cuenta el impacto de la guerra en Ucrania, así como el incremento en el precio del petróleo y otros shocks externos.
EL CRECIMIENTO REGIONAL, ENTRE LOS MÁS BAJOS DEL MUNDO
Luego de un rebote de 6,9% en 2021, el Banco Mundial espera que el PIB de la región crezca 2,3% este año y un 2,2% adicional en 2023, logrando la mayoría de los países revertir las pérdidas de PIB que tuvieron lugar durante la crisis pandémica.
No obstante, estas modestas proyecciones colocan al crecimiento regional entre los más bajos del mundo en un momento en que la región enfrenta grandes incertidumbres, como la posible aparición de nuevas variantes del coronavirus, un aumento de la presión inflacionaria y la guerra en Europa, que amenaza la recuperación mundial, dice el reporte del organismo.
De hecho, la previsión de crecimiento regional fue revisada a la baja en 0,4 por ciento tras la invasión rusa de Ucrania.
Del lado positivo, el proceso de vacunación se ha generalizado en la región, las empresas nuevamente están contratando y las escuelas reabren sus puertas. De todas formas, las secuelas a largo plazo de la crisis persisten y necesitan atención. La tasa de pobreza a nivel regional se elevó a 27,5% en 2021 y sigue por encima de su nivel prepandémico de 25,6%, mientras que las pérdidas de aprendizaje podrían resultar en una reducción del 10% en los ingresos futuros de millones de jóvenes en edad escolar.
Para evitar el regreso de las bajas tasas de crecimiento de la década de 2010, los países de la región deben llevar a cabo una serie de reformas estructurales largamente postergadas y aprovechar las oportunidades que ofrece una economía mundial cada vez más verde, apunta el BM.
“Nos encontramos en un entorno mundial de gran incertidumbre, que podría impactar en la recuperación post pandemia. No obstante, a largo plazo los desafíos del cambio climático serán aún más apremiantes, lo que nos obliga a avanzar de forma urgente hacia una agenda de crecimiento más verde, más inclusiva y que eleve la productividad”, dijo Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.