Bogotá — El alza de los precios es un fenómeno que está golpeando a muchos países del mundo tras una rápida reactivación de la demanda versus la oferta luego de la crisis del coronavirus. La subida en el costo de los alimentos tiene en jaque a muchos hogares, en su mayoría vulnerables.
A lo anterior hay que sumar los efectos que está teniendo la guerra de Rusia contra Ucrania en los sistemas alimentarios que ya venían frágiles por la crisis del coronavirus, los fenómenos climáticos, las devaluaciones monetarias, entre otros.
“Dado que Ucrania y Rusia representan más de una cuarta parte de las ventas anuales de trigo en el mundo, la guerra ha causado un aumento significativo del precio de los alimentos: no solo del trigo, sino también de la cebada, el maíz y el aceite comestible, entre otros productos exportados por estos dos países”, dice un documento de expertos del Banco Mundial.
En este también se expone que se deben aprender las lecciones que dejó la crisis mundial de los alimentos de 2007-2008 que tuvo como origen la sequía y el aumento de los precios del petróleo. “Cuando los grandes países productores, preocupados por el abastecimiento interno de alimentos, restringieron las exportaciones, esto agravó los aumentos de los precios y empeoró la malnutrición, particularmente en los niños”.
Aunque la guerra genera incertidumbre sobre el impacto en el precio de los alimentos para las próximas temporadas de cosechas debido al aumento en los costos de los fertilizantes, los expertos del multilateral dicen que “no es momento de sentir pánico” porque “las existencias mundiales de arroz, trigo y maíz -los tres principales alimentos básicos del mundo- siguen siendo históricamente altas”.
Además, las estimaciones indican también que alrededor de tres cuartas partes de las exportaciones rusas y ucranianas de trigo ya se habían entregado antes del inicio de la guerra. Recomiendan que para gestionar la volatilidad de los precios de los alimentos deben pensarse políticas nacionales e impulsar la cooperación mundial.
¿Cómo responder a la crisis de los precios de alimentos?
Entre las recomendaciones que entregan expertos del Banco Mundial en el documento está:
- Mantener el comercio de alimentos. A partir de la experiencia, los países y las organizaciones internacionales deben volver a unirse en su compromiso de mantener el flujo comercial de productos alimenticios. El G7 ha exhortado a todos los países a mantener abiertos sus mercados alimentarios y agrícolas, y a evitar toda restricción injustificada a sus exportaciones.
- Apoyar a los consumidores y los hogares vulnerables a través de redes de protección social. Se deben mantener o ampliar los programas de protección social que ayudan a proteger a los consumidores. No solo la disponibilidad de alimentos, sino la asequibilidad de estos es una preocupación especialmente en los países de ingreso bajo y mediano, donde la gente tiende a gastar una mayor proporción de sus ingresos en alimentos que en los países de ingreso alto.
- Apoyar a los agricultores. Si bien las existencias mundiales de alimentos son adecuadas ahora, toca proteger las cosechas de la próxima temporada ayudando a los productores de alimentos a enfrentar un marcado aumento de los insumos, incluidos los costos de los fertilizantes y la menor disponibilidad de dichos insumos.
- Medidas como eliminar los obstáculos al comercio de insumos, poner mayor énfasis en el uso más eficiente de los fertilizantes, y reorientar las políticas públicas y el gasto para dar un mejor apoyo a los agricultores podrían ayudar a proteger la producción de alimentos dentro de seis meses.
- También es hora de invertir más en investigación y desarrollo en esta área: ampliar la ciencia incipiente y la aplicación de biofertilizantes, que dependen menos de los combustibles fósiles que los fertilizantes sintéticos, aumentaría las alternativas sostenibles para los agricultores.
- Transformar los sistemas alimentarios. Esto con el fin de hacerlos más resilientes y lograr una seguridad alimentaria y nutricional que perdure en el tiempo. Los sistemas alimentarios ya se estaban recuperando de múltiples crisis antes de la guerra. La inseguridad alimentaria aguda iba en aumento en muchos países, como consecuencia de las crisis económicas, los múltiples conflictos, una sequía histórica en África oriental y una plaga extrema de langostas.
“Una mejor focalización en el gasto público, la movilización de financiamiento privado y la inversión en innovación e investigación serán clave para “hacer más con menos”, producir alimentos más diversos y nutritivos para una población en crecimiento, con menos agua y fertilizantes",
Mari Elka Pangestu, directora de Políticas de Desarrollo y Alianzas del Banco Mundial.