San Pedro Sula — En la primera mitad del siglo pasado, nativos de la aldea Tapatoca, Choluteca —ahora una de las ciudades más importantes de Honduras— calentaban tortillas con cuajada en un comal y notaron que al derretirse se transformaba en un producto elástico mucho más rico al paladar.
Esa es la historia por la cual este poblado sureño de menos de 2,000 habitantes comenzó a llamarse la cuna del quesillo. Hoy en día, la mayor parte de las 320 familias de la zona subsisten de la ganadería de leche que procesan en queserías artesanales.
Algunos productores aseguran que la pulpa del jícaro que come el ganado es la que le da un sabor único al quesillo, pero también están convencidos que es la forma en que lo procesan.
“En otras regiones hacen el descremado de la leche, lo que nosotros llamamos mantequilla. Entonces ya no es un quesillo de jugo y aquí lo hacemos con leche pura”, dice Gil Iván Rodas, secretario de la Asociación de Ganaderos y Agricultores de Tapatoca (Agatap), que a la fecha suma unos 35 productores de la aldea.
El objetivo de asociarse surgió ante la necesidad de ordenar la actividad ganadera y buscar mecanismos para seguir en el rubro, pese a que este ha dejado de ser rentable.
“El clima nos está afectando muchísimo. Cada vez las tierras son más secas. Hace como diez años comenzaba a llover en abril y ahora es difícil”, agrega Rodas.
Según el pequeño productor, el verano ahora se ha extendido de seis a ocho meses y la época de lluvia solo de tres a cuatro meses.
La aldea de Tapatoca está en la franja territorial que abarca el Corredor Seco centroamericano, área geográfica que cruza desde México hasta Costa Rica. Esta zona es altamente vulnerable a eventos climáticos, con períodos largos de sequía.
El corredor seco de Honduras comprende 132 municipios ubicados en 14 departamentos de la zona sur, occidental y central del país.
El precio real de la leche
“Ahorita estamos sufriendo la peor parte del verano”, dice José Ramón Amador, tesorero de la Caja Rural de Ahorro y Crédito Nueva Generación en Tapatoca.
Como consecuencia de la condición climática extrema, la producción de leche en la aldea bajó un 50% hasta 12,000 litros de leche diarios, los cuales van destinado casi en su totalidad a las procesadoras de quesillo.
En las últimas décadas, la economía del sur de Honduras se ha diversificado con la instalación de exportadoras de melón, sandía, camarones y caña de azúcar.
“Ahora hay escasez de leche, porque la mayoría de ganaderos se han deshecho de las grandes parcelas que había antes. Ya no es un negocio rentable como antes”, refiere Luis Gregorio Cruz, presidente de la Agatap.
En el último año y medio, el sector agroalimentario nacional, al igual que en el resto de países, ha reportado alzas de precios en diferentes insumos esenciales para la producción, como fertilizantes, concentrados y medicamentos de uso veterinario.
“Al vender la leche, no puedo dar incrementos para compensar las alzas que he tenido en los costos de producción”, añade Cruz.
En el verano, las procesadoras pagan entre 11 y 12 lempiras (HNL), cerca de $0.49, por el litro de leche, y en invierno, L8.00 ($0.33). En criterio de los ganaderos, el precio debería oscilar los L15.00 ($0.61) para tener un margen de ganancia.
A nivel nacional, a causa de la sequía, la producción diaria de leche cayó un 25% en los últimos meses, al pasar de 1.2 millones de litros a 900,000 litros, de los cuales un tercio lo procesa la industria y el resto empresas artesanales, estiman asociaciones ganaderas.
La industria láctea genera 350,000 puestos de trabajo directos y aporta el 15% del producto interno bruto (PIB) del sector agro nacional, según la Cámara Hondureña de la Leche (Cahle).
En una reunión reciente con autoridades de la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG), los directivos de Agatap solicitaron apoyo en asistencia técnica, capacitación y financiamiento para insumos, proyectos de riego por goteo y preparación de ensilaje.
Uso más eficiente de los recursos
Hace unos días, los pobladores de Tapatoca inauguraron el Instituto Medardo Efraín Rivera, el cual ofrece un bachillerato en Agricultura y Ganadería, mismo que da la pauta hacia la formación de una nueva generación de productores más conscientes de las adversidades que supone el cambio climático en los sistemas agroalimentarios.
“Es muy importante tener un talento humano formado con interés de incrementar la productividad y visión del sector, acorde a las nuevas exigencias del mercado, los fenómenos climáticos y la inflación global”, dice Ángel Acosta, subsecretario de Ganadería.
El funcionario asegura que “la nueva forma de este gobierno” es tener una comunicación franca con quienes dinamizan la economía desde las comunidades.
