¿Nunca has tenido Covid-19? Podrías tener la clave para vencer al virus

En esta fase de la pandemia, las personas pueden ser inmunes debido a las vacunas, a una infección anterior o a una combinación de ambas

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Bloomberg — Más de la mitad de los estadounidenses podrían no haber tenido nunca Covid-19, según datos del gobierno de EE.UU., lo que hace que los científicos se pregunten si aquellos que han evitado al nuevo coronavirus podrían ser realmente inmunes al virus. Esto podría ofrecer nuevas pistas sobre cómo atacar al Covid-19.

En esta fase de la pandemia, las personas pueden ser inmunes debido a las vacunas, a una infección anterior o a una combinación de ambas. También hay pruebas de que, en raras ocasiones, algunas personas pueden ser inmunes al Covid-19 sin necesidad de estar infectadas o vacunadas.

Las frecuentes mutaciones del coronavirus y el hecho de que la inmunidad disminuya con el tiempo hacen difícil discernir cuántas personas son inmunes en un momento dado. Los estudios han demostrado, por ejemplo, que aunque las infecciones por ómicron ofrecen cierta inmunidad contra la variante delta, ómicron es capaz de sortear los anticuerpos procedentes tanto de infecciones anteriores con otras variantes como aquellos provistos por la vacunación. Además, es probable que las técnicas actuales de rastreo de contactos estrechos hayan subestimado enormemente el número de casos, ya que cada vez más personas se hacen las pruebas Covid-19 en casa y no informan de los resultados.

“Es casi imposible medir la protección”, afirma Andy Pekosz, virólogo de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins.

A medida que los casos vuelven a aumentar en muchas regiones luego de más de dos años de pandemia, el estudio de los que aún no han contraído el Covid-19 se ha vuelto tan crítico como el de los que sí lo han hecho. Los expertos afirman que las personas con la llamada “superinmunidad” que parecen ser resistentes al virus sin necesidad de vacunación pueden dar respuesta a importantes preguntas sobre por qué algunas personas enferman tanto y otras no. El examen de estos casos también podría contribuir al desarrollo de vacunas y terapias menos vulnerables a las mutaciones virales.

“Esencialmente se está definiendo cuál es el mejor escenario, lo que también puede ayudar a identificar lo que va mal en aquellos que no controlan el virus”, dijo Leo Swadling, inmunólogo del University College de Londres.

Puede resultar difícil de creer que a estas alturas de la pandemia tanta gente no haya enfermado. Tal vez la gente era asintomática y nunca supo que estaba infectada, o, a pesar de la exposición al virus, simplemente nunca tuvo resultado positivo. Pero incluso la mitad de la población que se contagia de Covid-19 es en realidad un número extraordinario de infecciones. Se calcula que la gripe española de 1918 sólo infectó al 25% de la población estadounidense de la época, a pesar de causar un gran número de muertes.

Al principio de la pandemia, Swadling se propuso averiguar más sobre los pocos afortunados que no enfermaron.

“Estábamos especialmente interesados en las personas que se exponen al virus, pero lo controlan muy rápidamente, eliminando el virus antes de que pueda replicarse a niveles detectables y antes de que induzca una respuesta de anticuerpos”, dijo Swadling. “Puede ayudarnos a entender mejor qué inmunidad es mejor para proteger de la reinfección”.

Swadling, junto con sus colegas de Londres, publicaron un estudio en la revista Nature el pasado noviembre en el que evaluaban a un grupo de trabajadores sanitarios del Reino Unido durante la primera oleada de la pandemia. Encontraron pruebas de que algunos de los trabajadores sanitarios expuestos al virus fueron capaces de deshacerse de él incluso antes de producir anticuerpos específicos contra el Covid-19.

Resultó que, en el caso de esas personas, la exposición a otros coronavirus humanos, como los que causan síntomas similares a los del resfriado, había ayudado a sus cuerpos a combatir el nuevo coronavirus. Esto se debe a que las células T, una parte fundamental de la respuesta inmunitaria del organismo, fueron capaces de reconocer y atacar elementos genéticos de anteriores coronavirus estacionales que también estaban presentes en el SARS-CoV-2. Esto significa que sus cuerpos fueron capaces de atacar el nuevo virus sin la producción de nuevos anticuerpos específicos para él.

En particular, las células T que produjeron esos trabajadores sanitarios se dirigieron a una parte diferente del virus que las células T de las personas que tienen una infección detectable por Covid-19. Swadling dijo que, mientras que las células T producidas tanto por las vacunas como por una infección detectable de Covid-19 atacan la proteína de la espiga del virus, que muta con frecuencia, las células T de estos trabajadores sanitarios se dirigen a la maquinaria interna del virus. Los investigadores denominan “reactividad cruzada” a estas células T que parecen ser eficaces contra diferentes coronavirus.

“Identificamos nuevas partes del virus que podemos poner en una vacuna para intentar mejorarla”, dijo Swadling. Estas mejoras, dijo, podrían hacer que las vacunas sean mejores para prevenir la infección, más eficaces contra las nuevas variantes y más protectoras para las personas inmunodeprimidas.

La inmunidad frente a un virus se produce cuando el organismo es capaz de reconocer un patógeno y rechazar eficazmente la infección o la enfermedad. Los anticuerpos, como los adquiridos por una vacuna o una infección anterior, atacan al virus en cuanto entra en el organismo. Las células T actúan como otra línea de defensa, trabajando para detener la propagación de la infección y el desarrollo de la enfermedad una vez que el virus ha entrado en el cuerpo. Las vacunas de ARNm, como las fabricadas por Pfizer (PFE) y Moderna (MRNA), actúan entrenando al organismo para que produzca anticuerpos de forma segura sin necesidad de infección, pero también estimulan la producción de células T y células B. Por eso las vacunas evitan eficazmente la hospitalización aunque no eviten la infección por completo: incluso cuando los anticuerpos han disminuido, las células T siguen estando ahí para ayudar a combatir una infección más rápidamente.

Los autores del estudio propusieron que las células T que encontraron (las que se dirigen a la maquinaria interna del virus) pueden ofrecer una mejor protección contra las variantes emergentes debido a su capacidad para atacar una parte clave del virus menos vulnerable a las mutaciones que su proteína de espiga. Según su teoría, si se dirigen a esas zonas del virus, las inyecciones podrían ser más eficaces.

Mientras los laboratorios trabajan en el desarrollo de una única vacuna que ofrezca una protección más amplia contra cualquier variante del Covid-19, al menos una empresa, Gritstone Bio Inc (GRTS), está intentando poner a prueba las teorías de Swadling. Otros han llegado a conclusiones similares a las de Swadling y sus colegas. Un estudio descubrió que en los hogares en los que algunas personas seguían sin Covid-19 a pesar de la exposición, esas personas también parecían estar protegidas por las células T de la exposición anterior a los coronavirus. Otro estudio realizado en enero descubrió que algunos niños que no desarrollaron anticuerpos contra el Covid-19 también tenían células T de reacción cruzada, lo que puede ser parte de la razón por la que los niños suelen tener síntomas más leves.

Es muy difícil saber cuántas personas tienen esta respuesta inmunitaria aumentada. Es posible que algunas personas hayan conseguido evitar el virus gracias a la precaución continuada o simplemente a la suerte. Pero quizá más importante que saber cuántas personas entran en esta categoría es la información sobre la inmunidad que puede obtenerse al estudiar lo que las diferencia.

“Las células T son muy longevas, por lo que es posible que no sea necesario repetir la vacunación”, afirma Swadling.

El estudio de los superinmunes, dijo, puede ayudarnos a combatir el ómicron, y cualquier otra variante futura de interés.

Este artículo fue traducido por Andrea González