Cuáles serían las ventajas de dolarizar la economía argentina, según un experto

El diputado libertario, Javier Milei, reavivó el debate. Bloomberg Línea entrevistó a Alfredo Romano, un académico de la Universidad Austral, quien escribió un libro al respecto

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Buenos Aires — La semana pasada el diputado y economista libertario, Javier Milei, volvió a azuzar el fantasma de la dolarización, al afirmar en una entrevista televisiva: “Definitivamente hay que dolarizar, mi compromiso es terminar con la inflación”. El legislador llegó al punto de proponer un referéndum para “ver lo que dice la gente” al respecto.

Como cada vez que se sobrevuela este debate, los economistas utilizaron las redes sociales y su presencia en medios para discutir en forma apasionada, con posturas opuestas. Por un lado, quienes ven la dolarización como la mejor solución al flagelo de la inflación y la pérdida del poder adquisitivo. Y poro otro, quienes alertan por una inaceptable resignación de soberanía.

En ese contexto, Bloomberg Línea dialogó con Alfredo Romano, quien publicó el libro “Dolarizar”, para conocer los pro y los contra de tomar un rumbo similar al que encaró hace décadas Ecuador, en cuanto a eliminar su moneda. Romano es magíster en finanzas públicas por la Universidad de Columbia y director de mercado de capitales en la Universidad Austral.

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Bloomberg Línea: ¿Cuáles serían las ventajas de dolarizar la economía?

Alfredo Romano: La primera ventaja es que habría una caída dramática de la inflación, llegando a 1 cifra en un plazo de 18 a 24 meses. Es tan importante este punto ya que desde la creación del Banco Central, en 1935, solo hemos tenido 8 años de inflación de un dígito en la historia, sacando el proceso de la convertibilidad en los ‘90. Luego, la estabilidad que genera un proceso de dolarización es muy importante, estableciendo las condiciones para que se produzca un ciclo de crecimiento continuado y no como sucede desde el 2012 en la Argentina donde en términos reales prácticamente no hemos crecido. Además, la dolarización permite construir salarios reales en dólares altos, siendo Ecuador un excelente ejemplo. Otra ventaja está asociada a la posibilidad de acceder a créditos para la primera vivienda. Desde 1993 a la fecha, la Argentina no ha logrado superar el 2% de créditos hipotecarios respecto a nuestro producto bruto interno. Si analizamos la profundidad hipotecaria de los países de ingresos medios-altos, segmento al cual la Argentina pertenece, nos encontramos en el penúltimo lugar frente a 38 economías. El crédito hipotecario respecto a producto bruto interno (PIB) ronda el 1% en nuestro país actualmente mientras que en países como Colombia llega al 8%, Brasil al 11%, Perú 6,5%. La dolarización viene a cambiar definitivamente estas penosas estadísticas y darle a posibilidad a cientos de miles de argentinos de acceder a su vivienda propia. Cabe remarcar que una de las razones de nuestro país para caer en reiteradas oportunidades en defaults soberanos viene dada como consecuencia de la falta de un mercado de capitales más robusto capaz de contener en mayor medida las necesidades financieras del país. En la medida que recuperemos una única moneda oficial de cambio que no sufra la extrema volatilidad constante como nos tiene acostumbrado el peso argentino, podremos vincular al ahorro con la inversión, y tendremos un mercado más profundo, robusto, capaz de brindar más soluciones al sector económico real argentino.

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¿Y qué desventajas traería acarreado un proceso de dolarización?

La mayor desventaja radica en que Argentina pierde la posibilidad de controlar su política monetaria, es decir, pierde determinadas funciones el Banco Central, como el control de la base monetaria, la emisión. En ese caso, no se puede financiar al Estado cuando lo necesita o no se puede devaluar para ganar competitividad en el corto plazo cuando la macroeconomía se ve afectada por shocks externos o internos. Tampoco se puede utilizar la tasa de interés para hacer política monetaria, que ya hemos visto que resulta ser una herramienta muy valiosa, pero con poco poder de fuego en Argentina. Otra desventaja es que, si la dolarización no se acompaña de cambios estructurales a nivel impositivo y laboral, Argentina podría perder competitividad debido a la fortaleza de su moneda. Y se pierde el señoreaje, es decir, la recaudación por parte de nuestro BCRA por emitir moneda.

¿Qué condiciones deberían darse para que Argentina pueda dolarizar su economía? ¿Se necesita un blanqueo de capitales, por ejemplo?

En primer lugar un cambio de Gobierno. Para dolarizar la Argentina se necesita de muchísima confianza y credibilidad, algo que esta gestión económica carece. No es necesario que haya un blanqueo. La Argentina ya hizo el mayor blanqueo de capitales de la historia de todas las economías del mundo en el 2016, por ende capitales legales hay, lo que no hay es interés en invertirlos en el país. Por otro lado, en la actualidad faltan los dólares para canjear la base monetaria. Sin embargo, cuando uno analiza la cantidad de dólares que se necesitan para dolarizar la Argentina, ronda el 3% de nuestro producto bruto interno, algo absolutamente alcanzable para nuestra economía con otras condiciones y otro gobierno de turno.

¿Qué nos dice las experiencia internacional? Por ejemplo, Ecuador o Panamá.

Ecuador es un caso muy interesante para analizar, ya que de los 22 años transcurridos desde la creación del régimen de dolarización, el país estuvo gobernado por el populista (Rafael) Correa en 10 años. Así y todo, el salario real en dólares creció un 70% para el sector más vulnerable del Ecuador en los últimos 20 años (el 20% más humilde de la población total), mientras que en la Argentina creció solamente un magro 9% para los sectores mas desfavorecidos. En el año 1980 la economía de Ecuador era de 17.882 mil millones de dólares, mientras que en 2000 ‒previo a la dolarización‒, el producto bruto era de 18.323 mil millones de dólares, es decir, durante 20 años la economía ecuatoriana prácticamente no creció. A partir de 2001, cuando logró la estabilidad macroeconómica necesaria para desarrollarse, Ecuador comenzó a crecer, teniendo solo un periodo (en el 2016) de recesión económica, con una caída de 1,2% (sin contabilizar la caída global de la pandemia). Luego de 20 años, el producto bruto de Ecuador en 2019 fue de US$ 107.436 millones, es decir, quintuplicaron el desarrollo económico en los siguientes 20 años. Hacia finales de los ‘90 Ecuador vivía una situación económica insostenible. Solo durante 1999, el sucre (moneda nacional) se había devaluado desde los 5.000 a más de 20.000 por dólar americano. La inflación llegaba a los tres dígitos, y tuvo un pico hiperinflacionario de 107,9% durante 2000. Sin embargo, en septiembre de 2000 se dolarizó la economía, y en 2 años, la inflación disminuyó un dígito. Si se analiza los últimos 20 años de Ecuador en materia inflacionaria, se observa un escenario de estabilidad, donde la tasa de inflación ha convergido a la de Estados Unidos, y en la actualidad, se ubicó en 1,91% a finales del 2021.

Teniendo en cuenta estos factores, ¿consideraría positivo que Argentina se embarque en un proceso dolarizador?

Saliendo de los resultados económicos y analizando desde una visión institucional, lo interesante de este régimen y de la zona Euro es que tanto en Ecuador como en Italia, España, Estonia, Francia, Portugal y la zona mediterránea europea, la aplicación de reformas monetarias tan profundas como cambios de regímenes de moneda han logrado mantenerse en el tiempo, generando políticas de estado y un alejamiento de la improvisación y los atajos. Los atajos forman parte de la cultura argentina. Lamentablemente, las crisis económicas recurrentes, la falta de una moneda creíble, el descontrol monetario e inflacionario, la falta de reglas claras, el desorden fiscal, nos han llevado a tener una dinámica operativa de inversión donde “sálvese quien pueda” ha sido el modo de operar y donde los atajos han sido los mejores aliados de esta decadencia. A pesar de ello, si queremos transformar la economía argentina no podemos pensar más en atajos y tenemos que empezar a pensar en políticas de Estado que trasciendan en el tiempo. La dolarización será la primera de un cambio de paradigma económico. Finalmente, dolarizar nuestro país no resulta ser únicamente una reforma monetaria. Dolarizar Argentina significa llevar adelante el plan más ambicioso de nuestra historia en materia económica, porque la dolarización es una condición necesaria pero no suficiente para volver a la prosperidad económica en el mediano plazo. Argentina necesita realizar cambios y reformas profundas en su dinámica económica, que abarcan el frente fiscal, laboral, comercial para volver a crecer de manera sostenida en el tiempo. Sin estos cambios, y por otro lado, realizando únicamente ajustes o retoques fiscales o ajustes o retoques monetarios, no tenemos posibilidad de crecer de manera orgánica por los próximos 10 años.

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