Nuevo aeropuerto de Santa Lucía se inaugurará en medio de fanfarrias y críticas

El Aeropuerto Felipe Ángeles, conocido también como Santa Lucía, es el primero de los grandes proyectos de infraestructura de López Obrador que se completa

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Bloomberg — El aeropuerto más nuevo de Ciudad de México, que se inaugurará el 21 de marzo, tiene el propósito de aliviar el tráfico en la principal terminal aeroportuaria de la megaciudad.

Los ocho vuelos diarios con los que comenzará no lograrán esto, pero eso es algo irrelevante para el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador.

El aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, ubicado a unos 50 kilómetros al norte del centro de Ciudad de México, es una base militar que el ejército convirtió en un aeropuerto comercial en unos dos años y medio.

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Es el primero de los grandes proyectos de infraestructura de López Obrador que se completa y está destinado a demostrar la eficiencia y austeridad de su Gobierno.

El bajo presupuesto del aeropuerto de 75.000 millones de pesos (US$3.600 millones) es una fracción del proyecto de US$13.000 millones que el expresidente Enrique Peña Nieto comenzó y que López Obrador canceló.

Su inauguración llega justo a tiempo para un referéndum que el presidente ha propuesto sobre si debe quedarse por el resto de su mandato de seis años.

La inauguración ha sido criticada de ser apresurada: los caminos que conducen al aeropuerto siguen sin terminar y el tren prometido desde la ciudad aún está lejos de concretarse.

No obstante, López Obrador está apostando a que su finalización lo ayudará a apuntalar el apoyo debido a que escándalos y una economía débil hicieron mella en sus altos índices de aprobación.

El proyecto cancelado por López Obrador habría reemplazado por completo el actual aeropuerto Benito Juárez de la ciudad, que ha estado congestionado durante décadas.

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Por el contrario, el Felipe Ángeles, de menor escala, está destinado únicamente a aliviar la carga de Benito Juárez, donde el Gobierno ha dicho que ya no otorgará nuevos permisos de vuelo.

López Obrador ha citado a Nueva York y Londres como ejemplos de ciudades con múltiples aeropuertos que operan simultáneamente y que la capital de México debería emular.

Pero María Larriva, excontroladora de tráfico aéreo de Ciudad de México e investigadora de accidentes de aviación, dice que eso no toma en cuenta la geografía única de la metrópolis.

“Desde hace más de 30 años, sabemos que la base no es un buen lugar para un aeropuerto civil”, dijo en una entrevista. Múltiples estudios han documentado problemas, agregó, incluida la gran altitud: Ciudad de México está por encima de los 2.100 metros y esto puede alterar el rendimiento de un avión. Un volcán activo cercano es otra preocupación.

La oficina de prensa del presidente no respondió a una solicitud de comentarios, pero las autoridades mexicanas argumentan que rediseñaron el espacio aéreo de la capital el año pasado para que Felipe Ángeles fuera más viable. Sin embargo, las montañas circundantes aún dificultan el despegue y el aterrizaje.

“No puedes quitar los cerros”, sostuvo Larriva. Incluso con solo ocho vuelos diarios en Felipe Ángeles, Benito Juárez aún tendrá que suspender algunas operaciones debido a precauciones de seguridad, dijo, compensando cualquier mejora en la congestión que podría ofrecer el nuevo aeropuerto.

Los estudios muestran que ambos aeropuertos no pueden operar simultáneamente a su máxima capacidad, dijo.

Reluciente

En Felipe Ángeles, los militares construyeron una reluciente terminal de vidrio que alberga una réplica de la famosa piedra del sol azteca. Con solo dos pistas para uso comercial y una para uso militar, es mucho más pequeño que el aeropuerto que planificó Peña Nieto.

Una parte de ese proyecto fue diseñada por la firma del galardonado arquitecto Norman Foster y habría tenido cinco pistas comerciales y una de uso militar. Se espera que Felipe Ángeles atienda a 20 millones de pasajeros al año, frente a los 35 millones que se suponía que recibiría el proyecto de Peña Nieto.

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Los vuelos iniciales del nuevo aeropuerto serán mayoritariamente nacionales, con una ruta internacional operada por la aerolínea venezolana Conviasa a Caracas. Grupo Aeroméxico SAB volará desde y hacia las ciudades mexicanas de Mérida y Villahermosa a partir de abril, mientras que Volaris contará con vuelos a Tijuana y Cancún.

Las conexiones con Estados Unidos, que es indiscutiblemente el mayor socio comercial de México y hogar de millones de mexicanos, aún pueden estar lejos: la clasificación de seguridad aérea de México fue degradada por la Administración Federal de Aviación de EE.UU. en mayo lo que prohibió una expansión de los vuelos de las aerolíneas del país a EE.UU. Una mejora en la calificación de seguridad del país aún podría tardar algunos meses.

“Es un aeropuerto que sí va a funcionar, que tiene un diseño que va a tener sus atractivos, pero fundamentalmente es un hecho muy político y económicamente todavía es difícil de dimensionar”, señaló Jesús Carrillo, economista jefe del centro de estudios Instituto Mexicano para la Competitividad. “Lo que no sabemos es cuánto beneficio va a generar para este costo”.

La construcción de Felipe Ángeles le ahorró al país 100.000 millones de pesos (alrededor de US$4.800 millones), dijo López Obrador. Pero también hubo un alto costo por cancelar el proyecto anterior, que ya estaba en marcha. López Obrador dijo que la construcción estaba plagada de corrupción.

Caminos sin terminar

El aeropuerto es uno de una serie de proyectos de infraestructura que la Administración busca terminar antes de que finalice su mandato en 2024. Otros proyectos incluyen un tren que recorre el sureste del país y una refinería de petróleo.

Una semana antes de la apertura, la parada de autobús en la entrada del aeropuerto aún no estaba terminada. Pocas señales de tráfico indicaban el camino.

Sin embargo, las personas estaban ansiosas por conocer el aeropuerto. Un adelanto incluyó un paseo en bicicleta por la pista. Algunos visitantes se quejaron de la dificultad para llegar allí, pero otros se maravillaron de cómo la terminal surgió de la nada y podría impulsar el desarrollo en el área, que ha crecido a medida que la clase trabajadora huye de los altos costos de la capital.

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Ramiro Ramírez García, un reparador de 43 años, lo fue a conocer junto a su familia. Votó por López Obrador en tres elecciones anteriores y prometió tomar el primer vuelo de su vida desde el aeropuerto. “Cómo es posible hacer tanto por el país en tan poco tiempo?”, se preguntó.

Por ahora, muchos residentes de Ciudad de México pueden planificar un viaje en automóvil que dura más de una hora, o incluso más si hay tráfico.

Google Maps aún tiene que establecer las rutas más confiables, ya que el viaje reciente de una reportera tomó dos horas y media después de haber sido dirigido a una carretera que aún no estaba en servicio.

“Hay muchas cosas que faltan”, dijo Larriva. “Un buen aeropuerto, por lo menos, lleva 5 años construirlo. Pero en este Gobierno todo lo quieren gratis y para ayer”.

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