Ahora se puede obligar a Rusia a pagar por los daños causados en Ucrania

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Miles de millones de personas en todo el mundo observan con impotencia cómo la invasión de Rusia a Ucrania continúa durante su tercera semana y sigue matando a más personas inocentes todos los días, mientras destruye la infraestructura en todo el país y obliga a millones de refugiados a trasladarse a los países europeos vecinos.

Hay un paso positivo que EE.UU. y países afines deberían comenzar a desarrollar de inmediato para garantizar que Rusia al menos sea responsable del costo de la asistencia humanitaria, las reparaciones y la eventual reconstrucción: aprovechar las reservas de divisas rusas que se encuentran en los bancos centrales fuera del país y que han sido congeladas por sus gobiernos.

Según los datos más recientes proporcionados por el banco central de Rusia, al 30 de junio de 2021, las reservas de divisas extranjeras de Rusia ascendían a US$585.000 millones, aunque no todo esto sería accesible para pagar daños y perjuicios. Eso se debe a que Rusia tiene una buena parte del total en oro en casa (22%), una cantidad sustancial de renminbi en China (14%) y algo en instituciones internacionales (5%). Al restar estas cantidades, quedan alrededor de US$350.000 millones en “reservas disponibles” para su distribución, en su mayoría en manos de Francia (12%), Alemania (10%), Japón (10%) y EE.UU. (7%), con el resto disperso entre muchos otros los países.

En el pasado, las reparaciones se pagaban después de que el país agresor pusiera fin a las hostilidades, como lo fue el caso de Alemania en las dos primeras guerras mundiales. Ahora, el hecho de que muchos países ya tengan control sobre las tenencias de moneda extranjera de Rusia significa que, en efecto, las reparaciones por la invasión de Ucrania han sido prefinanciadas por la propia Rusia. Esta es una circunstancia ciertamente única, pero existe una base en el derecho internacional para permitir que las naciones que tienen estas reservas se comprometan a pagar daños y perjuicios.

Rusia ha cometido, a gran escala, lo que según la legislación estadounidense se considera un “agravio intencional”: violencia no provocada, que requiere como mínimo que el agresor pague daños por sufrimiento humano, muertes y pérdidas de propiedad. En diciembre de 2005, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó una resolución que afirma una variación de la doctrina del agravio intencional al otorgar el derecho a reparaciones a las víctimas de abusos contra los derechos humanos según el derecho internacional.

Sin embargo, la resolución de la ONU no se aplica por sí misma. En cambio, encarga a los estados miembros que establezcan “programas nacionales de reparación y otro tipo de asistencia a las víctimas en caso de que las partes responsables del daño sufrido no puedan o no quieran cumplir con sus obligaciones”. Es una apuesta segura que Rusia no estará dispuesta a cumplir con estas obligaciones, por lo que otros países que ahora tienen reservas rusas pueden hacer cumplir mejor el principio de reparaciones acordando un plan común.

En teoría, las reparaciones y otra asistencia para Ucrania tendrían la mayor legitimidad internacional si fueran administradas por la ONU, aunque no hay precedentes de que la ONU lo haga. Además, incluso si la Asamblea General de la ONU, que ya censuró a Rusia por su invasión de Ucrania, estableciera tal programa, Rusia, y quizás China, lo vetarían en el Consejo de Seguridad.

No obstante, una coalición de estados dispuestos podría establecer su propio grupo de trabajo especial de reparaciones para rectificar las masivas afrentas a los derechos humanos cometidas por Rusia en Ucrania. Idealmente, el grupo de trabajo sería un organismo relativamente pequeño y ágil dirigido por nombres reconocidos internacionalmente con una reputación de integridad a la par del difunto Kofi Annan, el exsecretario general de la ONU que ganó el Premio Nobel de la Paz. Debe contar con expertos proporcionados por países cuyos bancos centrales tengan reservas de divisas rusas, junto con otros de los sectores privado y sin fines de lucro, preferiblemente con experiencia gubernamental. Los representantes del gobierno ucraniano deberían estar involucrados.

Los tipos de daños descritos anteriormente requieren un proceso de tres partes:

Primero, el grupo de trabajo debe desarrollar un proceso para reembolsar los costos de ayuda humanitaria sufragados por los países europeos que reciben refugiados ucranianos. Una contabilidad aproximada solo para el primer año podría asignar US$5.000 por persona, lo que para cinco millones de refugiados eventuales equivaldría a US$25.000 millones. Se deben hacer planes para un período más largo en caso de que los refugiados no puedan regresar a casa después de un año. El precio de la ayuda humanitaria y la reubicación podría superar fácilmente los US$50.000 millones.

En segundo lugar, una parte sustancial de las reservas rusas debería utilizarse para compensar a los ucranianos por la pérdida de propiedad. (Esto podría ser enormemente complicado si los registros de propiedad, en archivos en papel o almacenados en discos duros de computadora, se destruyen en la guerra). Si las reparaciones para 11 millones de unidades familiares ucranianas (la población de 44 millones dividida por 4) fueran de US$20.000 por familia, el total alcanzaría los US$220.000 millones. A esto hay que añadir decenas de miles de millones para compensar a los familiares supervivientes por la muerte injusta de sus seres queridos, tanto militares como civiles, causada por la invasión rusa.

En tercer lugar, una parte de las reservas debería financiar la reconstrucción. Esto se implementaría solo si Ucrania prevalece en la guerra (digamos, al poder aferrarse a algunas partes occidentales del país), o si Rusia devuelve la soberanía a todo el país. Hasta entonces, los fondos de reconstrucción se mantendrían en fideicomiso y se invertirían en activos generadores de ingresos. Es probable que los daños infligidos por Rusia ya excedan los US$100.000 millones y aumentarán mucho más a medida que continúe la guerra.

Una vez que se acuerda un plan, las naciones que tienen las reservas rusas podrían financiarlo de una de dos maneras: podrían acordar que sus bancos centrales transfieran el dinero a una sola entidad, como el Banco de Pagos Internacionales (un banco central para todos los bancos centrales ); o cada nación podría hacer distribuciones prorrateadas de acuerdo con un calendario acordado.

Es posible, si no probable, que los US$350.000 millones disponibles se agoten rápidamente al financiar los tres componentes de este plan, especialmente si los países involucrados deciden retener una parte de las reservas para devolverlas a Rusia con la condición de que restablezca plena soberanía a Ucrania. Una retención podría proporcionar un incentivo para que un posible nuevo liderazgo en Rusia haga lo correcto en el futuro, aunque habría muchas justificaciones para no devolver un centavo.

Si no hay suficiente dinero para cubrir todo, entonces las reparaciones deberían priorizarse y limitarse. Sería importante avanzar con cautela en el gasto más allá de la financiación de la ayuda humanitaria inmediata. Los eventos son fluidos y el grupo de trabajo de reparaciones tendría que adaptarse a desarrollos inesperados. También debe decidir cuándo comenzar a realizar los pagos. Idealmente, el dinero podría comenzar a fluir tan pronto como las familias se reúnan, pero no hay forma de anticipar cuándo sucederá. Otra opción es distribuir los pagos a lo largo del tiempo.

En mi opinión, China no debería ser parte del grupo de trabajo propuesto a menos que contribuya con sus propias reservas de divisas extranjeras de Rusia y logre persuadir a Rusia para que asegure la soberanía de Ucrania. Si lo hace, valdría la pena lidiar con las posibles complicaciones de que China participe en la supervisión de las distribuciones.

Para establecer el grupo de trabajo y su amplia autoridad, cada nación participante probablemente necesitaría obtener la aprobación de sus órganos legislativos clave, como el Congreso, en los EE.UU. Esto podría acelerarse si esos legisladores autorizaran de inmediato a sus jefes de estado a enviar funcionarios a desarrollar las líneas generales del plan que se sometería a la aprobación legislativa.

Es posible que el mundo no pueda evitar el desastre humanitario que se desarrolla en Ucrania por temor a provocar la Tercera Guerra Mundial, pero una coalición de voluntarios tiene los medios para aliviar parte del sufrimiento y responsabilizar a Rusia de financiar una parte sustancial del reparaciones masivas que serán necesarias.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

Este artículo fue traducido por Miriam Salazar