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Cómo manejar el mayor riesgo de todos: la incertidumbre

Bloomberg Opinión
Por Allison Schrager
14 de marzo, 2022 | 09:46 AM
Tiempo de lectura: 5 minutos

Bloomberg Opinión — Son tiempos inciertos, pero nunca hemos vivido con menos riesgo. Esto puede parecer una locura al salir de una pandemia que perturbó nuestras vidas de innumerables maneras, y considerando que ahora podemos estar al borde de la Tercera Guerra Mundial. Pero hay una gran diferencia entre el riesgo y la incertidumbre, y cada cosa requiere diferentes estrategias. El riesgo puede gestionarse con seguros o coberturas; la incertidumbre exige flexibilidad.

Es importante saberlo a la hora de tomar grandes decisiones en la vida, como comprar una casa, cambiar de trabajo, tener un bebé, jubilarse o incluso ajustar la cartera.

El riesgo incluye cosas que podemos medir y ver venir, la incertidumbre surge de las cosas que nos toman por sorpresa. La sociedad se ha vuelto muy experta en medir y gestionar el riesgo con la ayuda de los datos y la tecnología. Lo vemos en el mercado bursátil, en el mercado inmobiliario e incluso en nuestra cultura, donde los datos pueden aumentar las probabilidades de que disfrutemos de una película en Netflix (NFLX) o de una canción en Spotify (SPOT). Cuando se trata de cosas que podemos medir, se deja mucho menos al azar. Y si no podemos eliminar el riesgo, podemos asegurarnos contra él: utilizando las opciones sobre acciones como seguro contra la caída del precio de las acciones, por ejemplo.

Desde la década de 1970 tenemos más formas que nunca de gestionar o eliminar el riesgo en los mercados, en la economía y en muchos aspectos de nuestra vida cotidiana. El resultado ha sido la subida de los mercados, la baja inflación (hasta hace poco) y la estabilidad de los salarios y el empleo. Por eso nos quedamos atónitos cuando nos golpea algo que no esperábamos, como las pandemias y las guerras.

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Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, las personas vivieron con incertidumbre y riesgos que no podían manejar. Las guerras violentas y los brotes de enfermedades mortales eran un hecho. Esto cambió en el siglo XX cuando el gobierno asumió más riesgos; los programas de bienestar social aliviaron las dificultades, los países cooperaron a través de organizaciones internacionales y más comercio, y la tecnología nos dio más herramientas para asegurarnos contra el riesgo. En los años 70, la palabra riesgo se asoció a algo que se podía gestionar o evitar.

Pero los dos últimos años pueden marcar una nueva era. Todavía podemos gestionar el riesgo y tenemos mejores herramientas para ello, pero el nuevo orden mundial se trata de gestionar la incertidumbre, algo mucho más difícil. No se puede planificar lo imprevisible.

Todavía es posible gestionar los riesgos que surgen de los tiempos inciertos, pero se requiere una estrategia diferente: se necesita resiliencia. Los gobiernos y los bancos centrales tuvieron un nivel de flexibilidad que hizo que la pandemia fuera menos mala de lo que podría haber sido. Tenían el espacio fiscal y la credibilidad necesarios para hacer llover toneladas de dinero con prestaciones de desempleo mejoradas, cheques de estímulo y compras masivas de deuda. La tecnología del ARNm es notablemente flexible, y los científicos la utilizaron para desarrollar una vacuna en un tiempo récord.

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Ahora, la invasión rusa de Ucrania supone una nueva fuente de incertidumbre: economía de Guerra Fría, armas nucleares, escasez de alimentos, ciberataques, la reacción de China a todo, todo es imposible de predecir. Disponemos de herramientas de gestión del riesgo en la política fiscal y en la reingeniería de mercados globales como el de la energía, y eso ayudará a que la crisis sea menos arriesgada. Pero, como han demostrado los dos últimos años, el control del riesgo no puede excluir la incertidumbre. Y los individuos deben averiguar cómo gestionar sus propias vidas.

Nuestro primer instinto cuando nos enfrentamos a una mayor incertidumbre es evitar tomar decisiones, hacer acopio de efectivo, no trasladarse, esperar para jubilarse y evitar nuevas deudas. Pero el aumento de la incertidumbre puede durar mucho tiempo y no se puede mantener la vida en suspenso. El dinero en efectivo suele ser atractivo cuando los tiempos son inciertos, pero con la inflación actual tampoco es una estrategia segura. Todavía hay que invertir en activos de riesgo, y si pospones una casa, un bebé o un cambio de trabajo, podrías esperar mucho tiempo.

Así que para gestionar la incertidumbre, lo mejor que puedes hacer es promover la resiliencia no asumiendo un riesgo excesivo y promoviendo la flexibilidad en tu vida. Invierte en acciones, pero evita los activos sin liquidez o excesivamente volátiles. Si estás pensando en la jubilación, no tienes por qué esperar, sólo tienes que mantener abiertas tus opciones para una posible vuelta al trabajo a tiempo parcial.

El mismo principio se aplica si estás pensando en comprar una casa o cambiar de trabajo. En lugar de ir a por esa gran casa de segunda mano en un barrio prometedor, compra una casa más pequeña en un barrio mejor que sepas que puedes revender fácilmente si el mercado inmobiliario se deteriora. Puede ser planificar un trabajo a tiempo parcial si vuelves a estudiar, o un trabajo secundario si aceptas un empleo menos estable. O, en lo que respecta al riesgo cibernético, guardar copias en papel de tus extractos bancarios y asegurarse de que tu ordenador tiene una copia de seguridad en la nube o en un disco duro externo.

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Hemos tenido la suerte en este último medio siglo de vivir en un mundo con muy poco riesgo la mayor parte del tiempo. Pero también nos ha hecho más vulnerables en otros aspectos. Descartamos lo inesperado porque rara vez experimentamos los costos de los malos golpes. Las empresas tienen menos inventarios cuando no se preocupan por la ruptura de las cadenas de suministro mundiales; nos endeudamos más si no esperamos perder nuestros empleos, o podemos reservar un viaje no reembolsable cuando no podemos imaginar que una pandemia interrumpa los planes de viaje.

Los dos últimos años nos han recordado que, por mucho que minimicemos los riesgos, no podemos planificar todo. Debemos incorporar más opciones a nuestras vidas para sentirnos menos indefensos cuando algo grande salga mal.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.