Bloomberg — Las inesperadas dificultades del ejército ruso en Ucrania están provocando llamados para hacer un nuevo análisis sobre las suposiciones ampliamente compartidas de la efectividad de la maquinaria militar del presidente Vladimir Putin.
Putin dedicó más de una década a modernizar un ejército basado en el servicio militar obligatorio que demostró ser deficiente en Chechenia durante la década de 1990 y en Georgia en 2008. Su primera prueba en un conflicto a gran escala desde el final de la Guerra Fría ha planteado interrogantes acerca de en qué consiste lo que ese auge del gasto logró.
Las fuerzas rusas se han estancado durante semanas en partes de Ucrania y no han logrado tomar el control de ciudades clave. Si bien es demasiado pronto y los datos son demasiado escasos para sacar conclusiones, eso genera muchas preguntas, incluso sobre el equipo de alta gama que aún no se ha implementado en Ucrania.
Todavía desconcierta a muchos observadores por qué Rusia ha utilizado su poderío aéreo con moderación, permitiendo que las defensas aéreas de Ucrania sobrevivan y que los aviones de combate sigan volando. Parece haber retenido los armamentos guiados de precisión que los aviones de ataque rusos como el SU-34 fueron diseñados para llevar y usar en situaciones de guerra electrónica para bloquear las comunicaciones ucranianas y en guerra cibernética.
Más fundamentales son los signos de baja moral y organización entre las tropas, según Henry Boyd, analista de defensa centrado en el ejército ruso en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres.
“Hay al menos algunas áreas que dan motivos serios para recalibrar las suposiciones sobre las capacidades rusas”, dijo Boyd. “Los problemas operativos y de capacitación son a más largo plazo. Si tienen los mismos problemas que hace 14 años y no han podido hacer ninguna mejora real, entonces hay razones para sospechar que esto es algo que no pueden hacer dentro del sistema político actual”.
Nada de esto socava el hecho de que Rusia tiene una potencia de fuego muy superior, incluida la capacidad de causar destrucción y víctimas masivas. El miércoles, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskiy, dijo en Twitter que un ataque aéreo ruso golpeó un hospital de maternidad en la sitiada ciudad oriental de Mariupol, poniendo fin a un alto al fuego de evacuación allí. Las imágenes de un gran cráter junto al edificio circularon en las redes sociales.
Las fuerzas terrestres rusas continúan bombardeando otras ciudades, incluidas Kiev y Kharkiv. Pero en los últimos días se ha visto poco movimiento más allá de los intentos de consolidar las líneas de suministro hacia la capital, mientras que las tropas de Crimea se han movido hacia el norte, hacia la ciudad de Zaporiyia, según un informe situacional del Instituto para el Estudio de la Guerra, una organización sin ánimo de lucro, con sede en Washington.
La falta de seguimiento de los ataques iniciales con misiles balísticos y de crucero con ataques aéreos para eliminar las defensas aéreas y la fuerza aérea de Ucrania en los primeros dos días de la invasión ha desconcertado a algunos estrategas de defensa. También le costó mucho a las fuerzas terrestres rusas en términos de vidas perdidas.
Si esto se debió a problemas con la coordinación entre servicios, porque los aviones y misiles se están conservando por temor a un conflicto ampliado con la OTAN, o porque los pilotos rusos simplemente no están capacitados para volar en misiones complejas de ataque a tierra, tiene importantes y muy diferentes implicaciones para el curso de la guerra en Ucrania y más allá.
El ritmo de los ataques aéreos rusos se aceleró entre los días seis y ocho de la guerra, pero también la cantidad de aviones que el ejército de Ucrania afirmó haber derribado, según Justin Bronk, investigador de poder aéreo en el Instituo Real de Servicios Unidos en Londres. Desde entonces ha habido salidas cada vez más grandes desde los aeródromos de Bielorrusia, pero en las horas semioscuras de la mañana y la noche, añadió.
Las fotografías de código abierto han mostrado bombas no guiadas, las llamadas bombas tontas, a bordo de algunos aviones. Eso sería inusual para la fuerza aérea de EE.UU. o una fuerza aérea europea, que ahora usan municiones guiadas casi exclusivamente, pero no para Rusia. Alrededor del 90% de las bombas lanzadas por aviones rusos en Siria no fueron guiadas, dijo Bronk.
Pero golpear un objetivo con una bomba tonta requiere llegar bajo, exponiendo a los aviones a las amenazas de los misiles antiaéreos que se sostienen desde el hombro, como el Stinger de fabricación estadounidense. Las salidas más grandes pueden ser evidencia de las misiones complejas que se están realizando, o simplemente de un mayor volumen de salidas realizadas al amanecer y al anochecer para evitar ser derribados por Stingers, que dependen de la vista humana, dijo Bronk.
“Si queda claro que no pudieron montar grandes recursos, operaciones complejas”, dijo Bronk, “entonces ciertamente haría que la fuerza aérea rusa fuera mucho menos amenazante de lo que sugeriría su aviación relativamente moderna y de alto impacto”.
La sensación entre los funcionarios estadounidenses también es que, si bien el ejército de Rusia tiene en gran medida el control del espacio aéreo, lo que limita las incursiones ucranianas, ha sido menos dominante de lo esperado.
Una preocupación entre los funcionarios estadounidenses es que Rusia recurre ahora a tácticas como el bombardeo en alfombra desde el aire, una función de las bombas tontas.
El lunes por la noche, el servicio de emergencia estatal de Ucrania dijo que 21 civiles, entre ellos dos niños, habían muerto cuando una bomba cayó sobre un bloque de apartamentos en Sumy, en el norte de Ucrania. Proporcionó imágenes de video que mostraban cuerpos siendo arrastrados de los escombros. No fue posible confirmar el tipo de munición utilizada. Rusia dice que solo tiene como objetivo instalaciones militares.
También ha habido sorpresas en la esfera de la guerra cibernética, con pocos informes de actividad más allá de algunos ataques iniciales de denegación de servicio en sitios web del gobierno ucraniano alrededor del lanzamiento de la invasión, el 24 de febrero.
“Es un poco sorprendente que no hayamos visto informes de agencias de inteligencia o firmas como Microsoft (MSFT) sobre ataques significativos contra objetivos ucranianos”, dijo Greg Austin, investigador principal del IISS (por sus siglas en inglés) para ciberespacio, espacio y conflicto futuro. “Hay fuerzas rusas atacando centrales eléctricas en Ucrania, que deberían estar entre los objetivos más fáciles para una campaña cibernética”.
En 2015, un ataque cibernético atribuido posteriormente a Rusia cerró parte de la red eléctrica de Ucrania.
Aunque no todos los esfuerzos de guerra electrónica serían visibles para el público, Austin dijo que también estaba desconcertado por la aparente falta de interferencia por parte de Rusia, dada la decisión de atacar la torre de televisión de Kiev y lo que decía sobre el objetivo de Moscú de cortar las comunicaciones de Zelenskiy con los ucranianos.
Nuevamente, es demasiado pronto para sacar conclusiones, dijo Austin, ya que es posible que Rusia quiera mantener las redes en funcionamiento para poder usarlas potencialmente para saturar a los ucranianos con desinformación y así socavar su voluntad de luchar.
“Casi todos se equivocaron” al predecir cómo se desarrollaría la campaña si Rusia invadiera, dijo Austin. “Definitivamente valdrá la pena volver y echar un vistazo de cerca”.
Con la asistencia de Peter Martin.
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Este artículo fue traducido por Miriam Salazar