Bogotá — Los floricultores colombianos están preocupados por el futuro de las rosas prémium que ya estaban sembradas y que tenían como destino Rusia, en donde el bloqueo a varias entidades del sistema financiero global SWIFT también genera incertidumbre por los pagos pendientes de los envíos que se realizaron con motivo del Día Internacional de la Mujer.
La preocupación de Colombia se deriva en que buena parte de lo que se vende a Rusia son rosas prémium, que son muy costosas. Estas, según explica la Asociación Colombiana de Exportadores de Flores (Asocolflores), son rosas de 70 a 80 centímetros que “no todos los mercados las aceptan, son mercados de nicho”.
Además de rosas, Colombia le vende en menor proporción astromelias y claveles de las mejores variedades a Rusia.
“La fecha más importante para el mercado de flores en Rusia es el Día de la Mujer, el 8 de marzo, cuando estalló la guerra las flores ya estaban saliendo y se despacharon todas (…) muchas de esas ventas se hacían con pago anticipado, pero algunas no, entonces hay preocupación por el pago de esas flores”.
Así lo advirtió en una entrevista concedida a Bloomberg Línea el presidente de Asocolflores, Augusto Solano, quien también se preocupa por el futuro “ya que las flores están sembradas y son variedades especiales para ese mercado, que les gusta a los rusos”.
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“Entonces no es fácil voltear eso rápidamente a otros mercados”, manifestó el directivo, que comentó que una de las salidas que tienen los floricultores es redireccionar los próximos envíos a otros mercados de Europa, incluyendo hoteles y eventos de lujo.
“EE.UU. también puede ser, pero tiene que ser a ciertos nichos, ciertos canales, yo no veo masivamente a los supermercados de EE.UU. vendiendo rosas prémium”, apuntó.
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Un mercado de nicho
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Augusto Solano manifestó que Rusia es un mercado importante para muchos floricultores del país suramericano y que en el 2014 llegó a ser inclusive el segundo destino de flores para Colombia, representando entre el 4% o 5% de las exportaciones en ese entonces.
“Con toda la situación crítica que hubo en la crisis de Crimea y la devaluación, ese mercado se disminuyó y el año pasado se exportaron US$25 millones a Rusia y US$3 millones a Ucrania”, indicó el ejecutivo.
EE.UU. ha sido tradicionalmente el mayor comprador de flores colombianas y su cuota es del 80% en las exportaciones del país.
Y si bien la participación rusa es menor en las exportaciones, para algunas empresas colombianas sí es un porcentaje muy importante ya que se especializan en estos nichos.
Además del Día de la Mujer, otras fechas importantes para los floricultores colombianos que exportan a Rusia son el Día de la Victoria, el 9 de mayo, o el Día del Conocimiento, el primero de septiembre, “cuando los niños entran al colegio y tienen la costumbre de llevarles flores a las maestras”.
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Solano anticipa que redireccionar esas exportaciones supondrá un esfuerzo adicional en logística, en medio de los ya conocidos retos que se originaron en la pandemia ante las limitaciones a los vuelos aéreos.
Esta situación podría agravarse si se tiene en cuenta que los aviones y las aerolíneas ya se estaban programando para los envíos, “porque ya conocen este negocio desde hace tiempo”, lo que podría generar un problema adicional para la logística.
En el caso de las flores el transporte es vital y las condiciones lo son todo, si se tiene en cuenta que estas deben viajar a unos 2 o 3 grados centígrados, “van como dormidas”. En el caso de los envíos a Rusia estas se transportan en avión y en algunos casos llegan a Países Bajos, desde donde se movilizan por tierra.
¿Cuál es la situación en Ucrania?
Frente a la situación en Ucrania, Asocolflores manifestó que el año pasado los productores de rosas de ese país pusieron una salvaguarda contra las importaciones de todo el mundo para proteger el producto local, con lo que se esfumó un mercado de US$3 millones.
“Realmente en este momento, aunque no hubiera guerra, no podíamos mandar rosas a Ucrania, había que enviar otro tipo de flores”, añadió.
Esa salvaguarda consiste en unos aranceles tan altos, según explica, que “es como decir no importen”, al tratarse de un producto que no es de primera necesidad.
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