Santiago — Chile está haciendo una apuesta a contrarreloj para luchar contra el cambio climático. Una de las aristas a las que más ha puesto empuje es la transformación del transporte público con el fin de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. En febrero, de hecho, dio un paso en su plan de electromovilidad al sumar dos ciudades: Coquimbo y La Serena.
En total, son 11 localidades chilenas, incluyendo a Santiago, donde se implementa en distintas etapas este programa. José Luis Domínguez, subsecretario de Transportes y Telecomunicaciones, dijo a Bloomberg Línea que se pretende que, en un par de años, los buses eléctricos -principalmente fabricados por China- circulen por todo el país.
En 2016, Chile se comprometió a reducir las emisiones de CO2 en un 30% al 2030; mientras que también durante la COP25 reafirmó su propósito de ser carbono neutral al 2050. “Eso ya nos pone un incentivo y compromiso al que debemos responder, y para cumplirlos tenemos que partir hoy”.
Uno de los sectores donde se genera más gases de efecto invernadero a nivel local, además de la producción de energía, es el transporte, más del 20%, lo que llevó a fijarse una meta de que todos los buses públicos serían cero emisiones al 2040, mientras que esperan comercializar solo vehículos no contaminantes al 2035. El punto de partida fue el transporte público en Santiago, donde se llevó a cabo inicialmente con unidades pilotos y después con un centenar de buses, actualmente llegan a 776 circulando en la capital. Casi un 20% de los autobuses que se movilizan en la ciudad en las horas más demandadas son eléctricos, a lo que esperan sumar otros 900 más a fines de este año.
Domínguez estará en el gobierno hasta el viernes, ya que Gabriel Boric asumirá como presidente de Chile que designó como subsecretario de Transportes a Cristóbal Pineda Andradez, un ingeniero civil en transporte y militante del partido de izquierda Revolución Democrática (RD).
Sobre el rumbo que pudiera seguir el proceso en el próximo gobierno, la actual autoridad prefiere no hablar de política, aunque dice que sí tiene claro que el futuro mandatario también ha defendido la necesidad de hacerse cargo del desafío ambiental. “No puedo hablar por ellos, pero tengo claro que una línea principal de trabajo será en esta misma dirección, porque es un punto donde todos estamos de acuerdo y queremos hacernos cargo”.
Con respecto al litio, usado en la fabricación de baterías eléctricas, y la polémica suspensión de contratos para la explotación de 160 mil toneladas que enfrentó al presidente Sebastián Piñera y a Boric, Domínguez explica que, si bien Chile es un productor importante, también hay otros competidores Australia, Argentina y Bolivia, lo que no modifica el desarrollo tecnológico, pese a que sí cree que se perderá una oportunidad en el mercado en caso de ralentizarse la exploración y producción: “Si no nos sumamos, los que perderemos somos nosotros. No veo razón por la cual no seguir explotando el litio, sería un disparate económico”.
Esta conversación fue editada por motivos de claridad y espacio.
¿Qué incorporar primero: los autos eléctricos o la infraestructura de carga?
Debe venir de la mano. Afortunadamente, en nuestro caso hemos tenido una industria que se está anticipando. Hoy, nosotros podemos decir que tenemos más de 250 puntos de carga, por lo tanto, ya no es un fenómeno aislado. De hecho, el año pasado en el país entraron 530 vehículos eléctricos, solamente en mes de enero entraron entre eléctricos e híbridos más de 250, claramente hay un interés y un incentivo enorme.
Lo primero que se debe hacer es la normativa, y esa fue una discusión porque normalmente nuestros países trabajan con regulaciones europeas, americanas o asiáticas, y hoy el mayor fabricante por lejos es China. Uno tiene que adaptarse a cuál es el país que provee el vehículo y tiene que normalizar los parámetros chinos para hacerlos válidos y poder aceptarlos así para fabricantes de vehículos eléctricos.
Lo segundo es una mezcla entre los vehículos y los cargadores.
Hay países en que la idea de invertir en electromovilidad luce muy lejana.
Si uno hace los números hoy, un vehículo que funciona con gasolina o diésel, evidentemente, es más económico en la compra que uno eléctrico.
Los autos eléctricos normalmente son cerca de un 50% más caro que el equivalente, ya sea un bus o un vehículo particular; pero el costo combustible es sustancialmente menor en el eléctrico. En nuestro caso, con los valores de petróleo y gasoil existentes versus la electricidad, el costo en combustible se reduce más o menos un tercio.
Hoy es un buen negocio comprar un vehículo eléctrico, aunque el costo inicial sea un 50% más caro. ¿Por qué? Porque en la vida útil se recuperas ese dinero, producto de que la operación es sustancialmente más económica.
¿Cómo está viendo Chile a sus pares de la región?
Los incentivos económicos funcionan y harán que, en definitiva, se incorporen países a la electromovilidad porque conviene.
En el transporte público ya conviene. Se está hablando de baterías, de componentes solidos que también será más compacta y económica, por eso no me cabe la menor duda de que esta conversación que tenemos hoy no se tendrá en un futuro porque nos va a convenir a todos comprar un vehículo eléctrico.
¿Qué lecciones dar a otros países de Latinoamérica?
Las experiencias son difícilmente traspasables, pero claramente hay enseñanzas. Para algunos vehículos particulares y transporte público, que son los que más circulan, ya es un buen negocio (el uso de energía eléctrica). Por tanto, ya hay un incentivo económico que es necesario y adecuado tomar. No es una moda, es un buen negocio, así que conviene.
Naturalmente, hay una resistencia al cambio y como Estado debemos ayudar a que se produzca esa transformación, y muchas veces con incentivos menores se puede lograr. Ayudemos a que esta transformación suceda, y las personas que estamos en roles del Estado tenemos un papel que jugar.
En este sentido, ¿Cómo visualiza los próximos cinco años en Chile?
El próximo gobierno siempre ha hablado de desafío ambiental como un tema prioritario, y creo que hay conciencia nacional completa. No hay dos visiones, sino una sola.
No tengo duda de que la electromovilidad va a continuar su camino y espero -confío- que no solo lo continúe, sino que lo profundice y vayamos en la línea de nuestros compromisos adquiridos a nivel mundial. Eso significa colocar más incentivos.
Tenemos una emergencia ambiental, que debemos enfrentar toda la comunidad internacional y estamos atrasados. Todo lo que sea apurar el proceso, bienvenido sea porque la producción de gases de efecto invernadero en Bangladesh me afecta igual en Chile, Perú y Ecuador, estamos todos en el mismo barco.
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