Buenos Aires — La Argentina se acerca a cerrar la firma de un nuevo programa con el Fondo Monetario Internacional (FMI), lo que será una pieza clave para despejar parte de la incertidumbre que persiste en la economía. Sin embargo, el sector privado considera que aún le quedan grandes desafíos al país en el corto plazo.
Así, cumplir con las metas pautadas, reducir el déficit y dar batalla a la inflación serán algunos de los principales obstáculos para la administración de Alberto Fernández.
Para el economista Agustín Monteverde, el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional representa una “resignación” de ambas partes: “El Fondo sabe que de este Gobierno no se puede obtener más y, a su vez, el Gobierno sabe que hay cierta línea de no ceder, no tanto por la burocracia del Fondo, sino por el directorio, que sabe que no va a aceptar cualquier disparate”.
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Según su opinión, se trata de un “acuerdo livianito que cambia poco y nada” la problemática en la economía argentina. En ese sentido, argumentó que implica “promesas que no se pueden cumplir con las herramientas que se piensan utilizar”.
Reducción del déficit
“Se piensa bajar el déficit de 3% a 2,5%. En realidad, el déficit primario por arrastre del año pasado, es bastante más alto y lo quieren hacer sin tocar el gasto. Entonces, lo que está planteado es aumentar los ingresos”, analizó Monteverde en diálogo con Bloomberg Línea.
De ese modo, advirtió que, en cuanto al gasto, “se limitarían a no aumentarlo en términos reales”. “El único lugar que tocan para que no crezca en términos reales es el famoso tema de los subsidios económicos dirigidos al sector energético”.
En tanto, Víctor Beker, director del Centro de Estudios de la Nueva Economía de la Universidad de Belgrano, evaluó: “El principal compromiso que asume el Gobierno consiste en una paulatina reducción del déficit fiscal que, estimado en 3% del PBI en 2021, debería reducirse al 2,5% en 2022, al 1,9% en 2023 y al 0,9% en 2024″.
Beker agregó que “siempre tiene una carta en la manga para cumplir con las metas fiscales acordadas con el FMI” y expresó: “Dado que los gastos dependen de la inflación pasada, mientras que los ingresos son función de la inflación presente, una mayor inflación es siempre un instrumento para reducir el déficit fiscal en términos reales”.
“Más allá de la factibilidad de cumplir con las metas fiscales del acuerdo con el FMI, el tema central es que la principal herramienta que tiene el Gobierno para poder hacerlo es que la inflación licúe el gasto público”, argumentó.
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Baja de los subsidios energéticos
En diálogo con Bloomberg Línea, Beker concluyó que “el principal instrumento previsto para operar esa reducción es un drástico recorte en los subsidios energéticos”.
Monteverde, por su parte, afirmó: “Se habla de bajar los subsidios energéticos por el equivalente al 0,6% del PIB. Eso requiere ajustes totalmente imposibles de llevar a cabo, teniendo en cuenta que no solamente hay que reducir esos subsidios en esa proporción, sino que hay que hacerlo mientras el precio de la energía sube en todo el mudo. Se ha disparado, multiplicado por 4, 5 y por 6 en muchos casos”, agregó.
Además, alertó: “A ello se suma que incluso Bolivia, que nos provee gas, nos promete menos gas que el comprometido y lo que vende, lo vende más caro de lo que estaba pensado. Lo que no provee Bolivia hay que comprarlo en el mercado internacional a un precio mucho más caro”.
“Los recortes pensados en subsidios son insostenibles sin aumentos de tarifas que pueden llegar a cuadruplicarse”, apuntó y resaltó que, en ese contexto, “uno se puede cuestionar, si el Gobierno está tan dispuesto a realizar lo que firmó y se comprometió”.
Política monetaria e inflación
Monteverde también hizo referencia a otro punto: “Hay que mantener variables que se contraponen y generan inconsistencias. Las posibilidades de seguir creciendo la deuda de Leliq está compleja. Es muy difícil que la base monetaria crezca menos que lo que creció el año pasado”.
“Hay una serie de compromisos que parecen insostenibles e inconsistentes. La acumulación de reservas es otro punto que no cierra desde el punto de vista de lo que pueda pasar con el superávit comercial, con la generación de divisas comerciales que probablemente decaiga muy fuerte el año próximo”, manifestó.
En cuanto a la inflación, pronosticó que será más elevada que la de 2021 y podría llegar a escalar unos ocho puntos frente al año pasado. “Habrá que ver cómo evolucionan las cosas, pero no descarto que, a poco de firmado el acuerdo, se derive en una crisis muy fuerte”, pronosticó.
El impacto de la guerra en Ucrania
Para Beker, el contexto internacional no ayuda: “La invasión rusa a Ucrania ha introducido una complicación adicional, dado que es difícil de prever cuál será la evolución del precio de los combustibles en el mercado internacional y si, en consecuencia, los aumentos tarifarios previstos serán suficientes para reducir la magnitud de los subsidios energéticos”.
“Caso contrario, en alguna de las revisiones trimestrales que el FMI ha de realizar para verificar el cumplimiento del programa, el tema podría ser revisado”, cerró.
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