Bloomberg Línea — La invasión de Rusia en Ucrania, que comenzó hace más de una semana y que ha escalado a un ataque a una instalación nuclear, ha dañado los planes de la segunda parte de una misión de exploración ruso-europea en Marte.
La cooperación espacial entre el Kremlin y la Unión Europea que se construyó luego del fin de la Guerra Fría, ha quedado en el limbo en medio de la guerra.
“El conflicto en Ucrania está dificultando la cooperación internacional en el espacio”, señaló la semana pasada Isabelle Sourbès-Verger, directora de Investigación del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia. “¿Cuál es el futuro del espacio ruso, cuando las cuestiones de cooperación y subcontratación rusas se ven socavadas por las acciones en Ucrania? Parece imposible llegar a un nuevo tratado espacial como en 1967″, agregó.
El lanzamiento del primer rover ruso-europeo para explorar el planeta rojo, un proyecto de US$1.400 millones, según la revista Nature, tendrá que seguir esperando en la Tierra, luego de que fuera pospuesto en 2020 por la pandemia de Covid-19. Esta será la tercera vez que la misión se retrase desde su lanzamiento original planificado en 2018. Cada retraso, señaló la revista especializada en ciencia, conlleva costos cada vez mayores.
“Con respecto a la continuación del programa ExoMars, las sanciones y el contexto más amplio hacen que un lanzamiento en 2022 sea muy poco probable”, señaló en un comunicado la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés).
La agencia agregó que se analizarán todos las alternativas para alistar una decisión formal sobre el camino a seguir por parte de los miembros de la ESA:
“Estamos aplicando plenamente las sanciones impuestas a Rusia. Evaluamos las consecuencias de cada uno de nuestros programas en curso llevados a cabo en cooperación con la agencia espacial estatal rusa Roscosmos y alineamos nuestras decisiones con las decisiones de nuestros Estados miembros en estrecha coordinación en particular con la NASA en la Estación Espacial Internacional“, explicó.
En el segundo día de la invasión rusa en Ucrania, Josef Aschbacher, director general de la ESA, había señalado en sus redes sociales que “a pesar del conflicto actual, la cooperación espacial civil sigue siendo un puente”.
El plan para enviar una misión rover a Marte, junto con la plataforma de aterrizaje de Kazachok, es la segunda parte de la misión conjunta ExoMars. El rover estaba programado para despegar en un cohete ruso desde Baikonur, Kazajstán, en septiembre.
Nombrado como Rosalind Franklin (en homenaje a la química británica pionera del ADN), el rover es un vehículo autónomo de seis ruedas que sería impulsado por energía solar y está equipado con un taladro de muestreo subterráneo de dos metros y un cajón de laboratorio analítico, diseñado para detectar cualquier señal de vida orgánica enterrada en las profundidades de la superficie. Sus dimensiones son dos metros de alto y 2.5 metros de ancho con un peso de 300 kilos.
En enero, Pietro Baglioni, líder del equipo del proyecto para ExoMars, dijo que el rover estaba listo “y, junto con el éxito reciente de las pruebas, estamos seguros de que llegará a tiempo para la fecha de lanzamiento”.
La ESA había informado que el esfuerzo por llegar a tiempo a la línea de salida (septiembre de 2022) fue extraordinario: con turnos dobles y sin tiempo para descansos en 2021 en medio de las interrupciones por la pandemia.
Solo una vez cada dos años y durante unos diez días, la mecánica celeste permite que la nave espacial llegue a Marte desde la Tierra de manera eficiente, refiere la ESA, y el viaje que se había planeado para este año habría tomado alrededor de nueve meses.
La agencia espacial rusa suspendió sus lanzamientos de la nave tripulada Soyuz desde el puerto espacial europeo Kourou, Guayana francesa, y repatrió a su equipo de un centenar de ingenieros y técnicos.
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