Bloomberg — Los chinos de Hong Kong están haciendo todo lo posible por volver a China continental a medida que el Covid-19 se afianza en el centro financiero, antes libre de virus, lo que supone un reto para las autoridades, temerosas del contagio.
El viernes, cientos de personas hacían cola en un puesto de control fronterizo entre Hong Kong y Shenzhen, y muchos esperaban horas para pasar los controles y procesos. La mayoría tienen vínculos familiares con la China continental o son ciudadanos chinos que estudian o trabajan en Hong Kong.
Se suman a un flujo de personas que se apresuran a salir de Hong Kong: las salidas por las rutas terrestres -todas menos una, que van directamente a la China continental- se triplicaron a 24.697 en los primeros 17 días de febrero con respecto al año anterior, según los datos del Departamento de Inmigración.
Aunque el número de casos diarios de cuatro dígitos de Hong Kong palidece en comparación con otras partes del mundo, el brote es ahora el peor registrado en China y mayor incluso que la crisis de Wuhan al comienzo de la pandemia. Los recursos sanitarios son cada vez más escasos, pero la reciente muerte de dos niños pequeños, ambos demasiado jóvenes para ser vacunados, ha dado un impulso adicional al éxodo hacia la China continental, donde las estrictas y rápidas medidas antivirus suelen acabar rápidamente con los brotes.
“Hong Kong sólo empezó a vacunar a los niños después de que la situación se agravara, lo que es mucho más lento que en el resto del mundo”, dijo el domingo Ben Chu, un empresario de 44 años que tenía previsto partir hacia Shanghái, adonde su esposa ya viajó durante las vacaciones del Año Nuevo Lunar. “¿Cómo no vamos a estar preocupados como padres?”.
Chu dijo que su hija, de 11 años, lleva semanas atrapada en casa después de que Hong Kong suspendiera la escuela presencial y se ha vuelto más tranquila y menos sociable. Quiere llevarla a la China continental, donde puede viajar al interior y visitar parques temáticos, aunque se enfrentan a una cuarentena de 21 días a su llegada.
Tiene previsto vacunar a su hija en la China continental, tras preocuparse de que las aglomeraciones en los centros de vacunación de Hong Kong supongan un riesgo para su salud.
El éxodo supone un marcado cambio para Hong Kong, que desde que volvió a ser gobernada por China ha sido un faro para los continentales. La industria financiera, la perspectiva más occidental y el sistema de salud de la ciudad habían sido durante mucho tiempo un atractivo, aunque su reputación se vio empañada entre los chinos por las protestas contra Pekín en 2019 y 2020, que prácticamente eliminaron a los turistas de la parte continental.
En China, parece que se está prestando poca atención al brote explosivo de Hong Kong. El presidente Xi Jinping pidió esta semana a los funcionarios de Hong Kong que tomaran todas las medidas necesarias para controlar el brote. Los comentarios, inusualmente directos, aparecidos en los periódicos pro-Pekín de la ciudad, no fueron reproducidos por los medios de comunicación estatales de la China continental, una rara exclusión dada la meticulosa cobertura de Xi por el aparato de propaganda del Partido Comunista.
Los medios de comunicación chinos han sido selectivos en la cobertura que hacen de la situación de Hong Kong, lo que corre el riesgo de socavar la fe en la estrategia Covid Zero que Pekín ha hecho suya. La mayoría de los reportajes se han centrado en el envío de personal y recursos médicos a la ciudad.
La Jefa del Ejecutivo de Hong Kong, Carrie Lam, tuvo un espacio en la cadena estatal CCTV el jueves por la noche. “Haremos todo lo que podamos, con el fuerte apoyo del gobierno central, los hongkoneses de todas las profesiones unirán sus esfuerzos, y seguro que lo conseguiremos”, dijo en una grabación mientras saludaba a un equipo médico de la China continental en la frontera.
Las autoridades chinas también temen que la afluencia de personas que huyen de Hong Kong traiga casos al continente y han reforzado las medidas en torno a la frontera sur. Se han suspendido todos los vuelos desde Zhuhai -que tiene un cruce con Hong Kong- a Pekín para evitar la propagación de infecciones. Desde enero, Shenzhen obliga a las personas que llegan de Hong Kong a pasar 14 días de cuarentena en un hotel y siete días de aislamiento en casa, frente a la política anterior de una semana en un hotel y una semana en casa.
Pero las onerosas normas están haciendo poco para disuadir a la gente. La demanda de habitaciones de hotel en cuarentena en Shenzhen y Zhuhai es tan alta que los viajeros están recurriendo a revendedores para ayudar a asegurar las reservas, dijo un trabajador de la industria financiera a Bloomberg News, pidiendo no ser identificado por razones de privacidad. Esta persona tiene previsto regresar a la China continental la semana que viene por temor a que el cierre le reste oportunidades de negocio en Hong Kong, y también por la seguridad de su hijo.
Otros están buscando medios menos legales. La policía de Shanghái está investigando a un ciudadano chino que dio positivo en el test de Covid tras entrar supuestamente de forma ilegal desde Hong Kong. Las autoridades de ciudades del sur de China, como Zhuhai, Dongguan y Huizhou, ofrecen recompensas en metálico de hasta 500.000 yuanes (79.000 dólares) a quien proporcione información sobre personas que entren ilegalmente en la China continental, lo que ocurre principalmente en barco, informó el jueves el periódico estatal Yangcheng Evening News, citando circulares de la policía.
-- Con la ayuda de Jing Li.
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