Bloomberg — Los inversionistas que se están concentrando fuertemente en activos de Brasil pueden estar siendo demasiado optimistas sobre un potencial gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, según el directivo del banco central Alexandre Schwartsman.
El economista, quien se desempeñó como director de asuntos internacionales de la autoridad monetaria durante el primer mandato de Lula a principios de la década de 2000, dice que los mercados se están entusiasmando demasiado con los guiños del líder de izquierda a un enfoque más moderado y que enfrentará una situación muy desafiante en 2023 si resulta victorioso en las elecciones presidenciales de este año.
“Soy muy escéptico acerca de este ‘Lula de paz y amor’”, dijo en una entrevista Schwartsman, quien luego fundó la consultora Schwartsman & Associados.
Los activos brasileños comenzaron el año con un repunte vertiginoso, impulsado por inversionistas extranjeros atraídos por precios bajos y que hasta ahora han descartado la preocupación de que el regreso de Lula sería malo para los activos. El real ha subido más del 8%, liderando todas las monedas de mercados emergentes, y el Ibovespa ha registrado entradas de divisas todos los días desde mediados de diciembre.
Lula, quien lidera en todas las primeras encuestas, ha dado señales de que, si es elegido, virará hacia políticas más moderadas. Sus conversaciones para una carrera conjunta con el exgobernador de São Paulo Geraldo Alckmin, un político centrista, fueron recibidas con entusiasmo. Algunos de los principales fondos de cobertura del país ya prevén que los inversionistas recibirán bien al expresidente.
Sin embargo, para Schwartsman, el ganador de las elecciones de octubre tendrá que hacer frente a cuentas fiscales tensas que probablemente solo empeorarán a medida que la economía tropiece en su recuperación. Es un escenario muy diferente al que enfrentó Lula cuando llegó al poder hace dos décadas, cuando Brasil registraba un superávit fiscal primario superior al 3% del Producto Interno Bruto (PIB).
Es más, Brasil necesita reformas estructurales profundas para contener los crecientes gastos, dijo Schwartsman, una dirección que choca con las declaraciones hechas por asesores económicos del expresidente, que abogan por un mayor gasto público.
“Aunque Lula esté dispuesto a repetir lo que hizo en su primer gobierno, ya no estamos en 2003. La situación es mucho peor ahora”, dijo. “El mercado es extraordinariamente optimista, pero no me convence”.
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Este artículo fue traducido por Estefanía Salinas Concha