Bloomberg Línea — No es lo mismo comprar un traje en una tienda de moda rápida que ir a un sastre y que se lo hagan a su medida y según sus intereses. De esta manera podría describirse uno de los cambios que propone la llamada Web3, uno de los conceptos de moda y que pretende cambiar la manera en la que funciona internet. Si bien no es nueva tecnología, esta categoría ya tiene sus adeptos y hasta nuevas formas de interactuar.
Pero antes de hablar del futuro, hay que hablar del pasado y del presente. La Web1, en pocas palabras, hablaba de consumir el contenido que se presentaban en las páginas de internet, sin ningún tipo de interacción. Recuerde las primeras direcciones que visitaba en los años 90. La siguiente generación, la Web2, que básicamente es el internet de hoy, permite al consumidor crear o interactuar con el contenido que en su mayoría está centralizado en ciertas plataformas. Piense en su perfil de Facebook, en los mensajes de Twitter, una página de Wikipedia o incluso en los comentarios que las personas dejan al final de los artículos que publican los medios de comunicación.
La nueva categoría, la Web3, funciona bajo el concepto de la descentralización, una palabra famosa entre los amantes del mundo de las criptomonedas. ¿Cómo lograrlo? Gracias a la tecnología blockchain, la misma que precisamente permite la creación de los tokens digitales como el bitcoin (XBT). La idea de este nuevo pensamiento es que las grandes compañías de tecnología, lideradas por empresarios como Mark Zuckerberg, ya no sean los “principales guardianes de los datos de la web”, sino que los usuarios sean los encargados de controlar y alojar la información, según explica un informe de CB Insights.
“En otras palabras, las aplicaciones creadas en blockchain, como una red social, un mercado o un motor de búsqueda, permitirán a los usuarios participar, realizar transacciones y crear sin la necesidad de un intermediario como en la Web2″, dice el análisis. La tecnología blockchain permite elaborar conexiones a través de varios servidores, sin tener que centralizar el proceso bajo una sola compañía.
Además, quienes defienden este nuevo capítulo del internet argumentan que la inteligencia artificial será fundamental para que los usuarios tengan una mejor interacción en la web. Es la misma tecnología que le permite tener algo parecido a una conversación más o menos lógica con el Siri de su iPhone o el Alexa de su casa.
Con el uso de la inteligencia artificial, la Web3 pretende proporcionar una información más personalizada para el usuario, similar a cuando compra un traje con un sastre en vez de hacerlo en una tienda de moda rápida. “Una página web debería poder adaptar la información que proporciona a cada usuario individual, de forma similar al dinamismo de las comunicaciones humanas en el mundo real”, dice la Academia Binance.
“Pero no sólo eso, sino que mis datos personales que hay en internet, no son realmente míos, sino que entrego el permiso para que compañías puedan usarlos casi a merced. La idea de descentralizar internet es que cada persona individual sea dueña de sus datos personales, decida qué se puede y no hacer con ellos”, explica Alejandro Beltrán, country manager de Buda, una plataforma de intercambio de criptomonedas, a Bloomberg Línea.
La publicidad puede ganar con estos avances, pues en vez de bombardear a los usuarios con avisos de temas generales, podrían enfocarse en los intereses de cada uno y explotarlos de una manera diferente a la tradicional.
Por ejemplo, Nike ya participa en Roblox, un juego donde los usuarios crean sus propios mundos virtuales. En NikeLand, las personas pueden participar en minijuegos en un campo que simula la sede real de la compañía y en el que los avatares pueden vestir ropa con la marca de la empresa estadounidense.
La industria detrás de la Web3
Una de las empresas que ha impulsado este nuevo capítulo del internet es Andreessen Horowitz (a16z), una firma de capital de riesgo que ha invertido en compañías que trabajan bajo este concepto. “Seguimos enfocados en la gobernanza descentralizada de buena fe y creemos que los sistemas descentralizados naturalmente tienen ventajas inherentes en comparación con las plataformas centralizadas de Web2. Como tal, creemos que llegarán a dominar Web3 sin necesidad de ventajas regulatorias”, dijo la empresa en una publicación.
Para Chris Dixon, socio de Andreessen Horowitz, la transformación es pasar de una industria en la que la mayor parte del valor se acumuló en un puñado de empresas como Google (GOOGL), Apple (AAPL), Amazon (AMZN) y Facebook (FB) a una en la que los usuarios pueden poseer piezas de servicios de internet. Piense en lo que sucede con los Tokens No Fungibles (NFT).
Hace un mes, la compañía anunció la intención de recaudar US$3.500 millones para su fondo de capital de riesgo y US$1.000 millones para realizar inversiones en la Web3.
Los ejemplos de las empresas que aprovechan este concepto ya están a la orden del día. Dapper Labs, que cuenta con el respaldo de a16z, tiene plataformas como NBA Top Shots, donde se pueden intercambiar NFTs sobre jugadas de la NBA, y CryptoKitties, que permite a los jugadores comprar, recolectar, criar y vender gatos virtuales.
Otro ejemplo es el de Pancake Swap, que permite realizar el intercambio de tokens existentes dentro de la red de Binance Smart Chain, sin necesidad de perder la propiedad de los activos en ningún momento.
También está Axie Infinity, un juego en el que los usuarios pueden criar e intercambiar criaturas conocidas como Axies, que les pertenecen y que se digitalizan como un NFT. El juego funciona en la red de Ethereum, por lo que no es necesario conseguir la plataforma a través de una tienda de aplicaciones como la App Store.
¿Realmente descentralizado?
Pero a pesar de que el concepto ya tiene sus fanáticos, hay algunos que no están dentro del grupo de creyentes. Desde el fundador de Tesla (TSLA), Elon Musk, hasta el de Twitter (TWTR), Jack Dorsey, han hecho críticas a quienes defienden la idea de que se esté gestando una Web3.
Musk escribió en su cuenta de Twitter que no está “sugiriendo que Web3 sea real, parece más una palabra de moda de marketing que una realidad en este momento”. Dorsey también dijo que “en última instancia, es una entidad centralizada con una etiqueta diferente” y criticó que los usuarios no son los propietarios de la Web3, sino que más bien pertenece a las empresas de capital de riesgo (como a16z).
Otro de los argumentos en contra es el gasto de energía que necesitan los servidores que soportan las redes, una crítica simular a la que se le realiza a la minería de criptomonedas. No obstante, Beltrán, de Buda, explica que “gran parte” de los proyectos sobre los cuales se está construyendo la Web3 utilizan muy poca energía, en comparación con protocolos como el de bitcoin. “Dicho esto, creemos que toda energía que se gaste, no sólo en el mundo cripto, sino también en otras industrias, debe venir de fuentes renovables. Esa debe ser nuestra meta en el corto plazo”, agrega.
Moxie Marlinspike, fundador de la aplicación de mensajería Signal, ha argumentando en la misma dirección de Dorsey al decir que la Web3 “está altamente centralizada, a pesar de que se promociona como una alternativa descentralizada a la web”.
En una publicación en su blog, en enero de este año, criticó la idea de que cada persona pueda ejecutar sus propios servidores. “Incluso los nerds no quieren hacerlo en este momento. Incluso las organizaciones que crean software a tiempo completo no quieren ejecutar sus propios servidores en este momento (...). Las empresas que surgieron ofreciendo hacer eso por usted, en cambio, tuvieron éxito”, escribió.
Marlinspike agregó que “si algo está realmente descentralizado, se vuelve muy difícil de cambiar y, a menudo, permanece estancado en el tiempo”. Además, para justificar parte de su argumento, creó una aplicación para invertir en NFT y se encontró con que, al final, el proceso está en manos de un grupo de pequeñas empresas (como OpenSea) con las que las personas, al final, tienen que interactuar.
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