Bloomberg Línea — Colombia, Honduras y Haití, se encuentran en los países con mayor riesgo en materia de seguridad alimentaria, al menos durante el primer semestre de 2022, según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).
Pese a que el informe levantó algunas polémicas en estos países, en especial en Colombia, que pidió ser excluido del reporte, pues según el Gobierno este desconoce los esfuerzo en materia alimentaria en el país; lo cierto es que la realidad en el mundo ratifica las preocupaciones.
Las cifras contenidas por la FAO en su agenda a 2030, señalan que en el mundo un promedio del 14% de los alimentos que se cosechan no se consumen y se pierden o desechan entre la producción y su llegada al comercio minorista, destacando que este tema es de “gran preocupación pública”.
“La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible refleja la mayor conciencia mundial sobre el problema. La meta 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible exige reducir a la mitad el desperdicio mundial de alimentos per cápita a nivel minorista y de consumo para 2030, así como reducir las pérdidas de alimentos a lo largo de las cadenas de producción y suministro”, precisa la FAO en sus publicaciones.
Y es que para 2011, cuando se publicaron las primeras estimaciones, la FAO hablaba de que alrededor 1/3 de los alimentos del mundo se perdía o se desperdiciaba cada año. En un informe de marzo de 2021, se destacó que por lo menos 931 millones de toneladas de alimentos, o sea, un 17% del total de los alimentos disponibles para los consumidores en ese año, terminaron en los contenedores de basura.
Ahora, con el fin de hacer un seguimiento más puntual a esta realidad que aqueja al mundo, la agencia pretende hacer dos mediciones por separado: el Índice de Pérdida de Alimentos (FLI) y el Índice de Desperdicio de Alimentos (FWI).
Es allí donde se presenta que “las estimaciones iniciales del FLI nos dicen que alrededor del 14% de los alimentos del mundo se pierden desde la poscosecha hasta antes de llegar al nivel minorista”.
Según la FAO, la pérdida de alimentos se relaciona con la disminución en la cantidad o calidad de éstos como consecuencia de las decisiones y acciones de los proveedores en la cadena, excluyendo a los minoristas.
Estas estimaciones varían según las regiones. Es así que, un 20,7% se desperdicia en Asia central y meridional y el 8,9% y el 5,8% en Oceanía y Australia y Nueva Zelanda, respectivamente.
Las pérdidas también varían según los grupos de productos básicos y las diferentes etapas de la cadena de suministro de alimentos.
Gran parte de estos alimentos termina en la basura, generando enormes cantidades de metano, y se calcula que entre 8% y 10% de los gases de efecto invernadero anuales proviene de alimentos arrojados en vertederos.
Otros cálculos, presentados por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) señalan que el 40% de la producción de alimentos en el mundo se desecha.
Finalmente, la FAO llama la atención en la importancia de “que los países determinen cuáles son los productos básicos prioritarios y las fases posteriores en las que se producen grandes pérdidas para poder aplicar una intervención selectiva. Es posible reducir considerablemente las pérdidas de alimentos mediante la identificación de estos puntos críticos de pérdida y la adopción de las medidas adecuadas”, concluye.
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