Si bien la pandemia del coronavirus puso aún más presión sobre las economías latinoamericanas, durante el último año se empezaron a ver algunos signos de recuperación. En ese sentido, un informe reciente de la calificadora de riesgo Fitch Ratings destacó que durante 2021 los déficits fiscales de muchos países de la región se redujeron a niveles cercanos a lo que se observaban antes de la pandemia, y que fueron incluso más bajos en algunos territorios como Brasil, Costa Rica, Ecuador y Guatemala.
En el caso de Brasil, el sector público consolidado registró un superávit primario de 64.727 millones de reales (US$ 12.552 millones al 16-2-21) en 2021, equivalente al 0,75% del Producto Interno Bruto (PIB), el primer resultado anual positivo en ocho años, según datos del Banco Central.
En tanto, en Ecuador la diferencia entre ingresos y gastos cerró en un déficit de US$3.736 millones el año pasado, lo que representa un 3,5% del PIB y una caída significativa de US$3.370 millones con respecto a 2020, cuando el total se ubicó por encima de los US$7.000 millones.
En Costa Rica hubo un déficit del 5,18% del PBI, lo que representó el número más bajo en tres años, siendo la cifra de US$3.283 millones.
Y el fisco guatemalteco fue deficitario por apenas 1,2% del PBI (había sido del 4,9% en 2020).
Fitch tituló el estudio “Las recuperaciones fiscales fueron más sólidas de lo esperado”. Pero mencionó que los “grandes déficits” fiscales de Chile (7,6% del PBI, lo que representa unos US$23.000 millones), Colombia (también 7,6%) y El Salvador (5,7%) reflejaron un gasto que aún se mantiene alto, en Chile sobre todo. En cambio, por el lado de Panamá, la calificadora destacó un shock de ingresos grande y duradero.
También dijo que el déficit fiscal mexicano se ha mantenido bajo debido a la acotada respuesta fiscal que dio este país ante la pandemia y “la resiliencia de sus ingresos”. Así fue de US$23.266, es decir
“La recaudación de impuestos creció muy por encima del PBI real y la inflación (excepto en Panamá y Bolivia) fue el factor clave de los sólidos resultados fiscales”, consignó Fitch. Y destacó que esta mejora ocurrió sin aumentos de impuestos, “lo que refleja otros factores estructurales y cíclicos que son difíciles de analizar”.
Además, las ganancias administrativas inducidas por la pandemia (por ejemplo, a través de la digitalización) podrían ser “un impulsor duradero del rendimiento fiscal superior”.
Fitch observó también un cambio en el consumo de servicios a bienes -con impuestos más altos-, algo que debería normalizarse a medida que retrocede la pandemia. Y también un aumento en las remesas, algo que probablemente se enfríe.
Por el lado negativo, Fitch resaltó que los ingresos de la seguridad social se recuperaron más lentamente, dadas las pérdidas de salarios y empleos reales, lo que agravó los desafíos inminentes de las pensiones en lugares donde los beneficios no están indexados a los salarios (por ejemplo, Panamá).
En cuanto al efecto del boom de los commodities, la calificadora señaló que los ingresos relacionados con la minería en Chile y Perú aumentaron alrededor de 2 puntos porcentuales del PBI en relación con 2019 y que los precios más altos del petróleo impulsaron una gran mejora fiscal en Ecuador, pero no en México, donde las ganancias extraordinarias se utilizan principalmente para apoyar a Pemex en dificultades en lugar de transferirse a arcas fiscales.
Pese a las mejoras por el lado de los ingresos, el gasto primario se mantuvo muy por encima de los niveles previos a la crisis para la mayoría de los soberanos, lo que refleja una reducción mixta en los desembolsos relacionados con la pandemia y el crecimiento inercial del gasto recurrente. El gasto aumentó aún más en 2021 en Chile (en un grado masivo) y Colombia, manteniendo altos los déficits, mientras que en Perú esto fue compensado por un fuerte repunte de los ingresos.
Según la firma estadounidense, Brasil fue una “excepción”: eliminó gradualmente su generoso apoyo fiscal en 2021 y contuvo otros gastos por debajo de la alta inflación.
Por otro lado, Fitch advirtió que “será difícil controlar el gasto”, ya que el apoyo pandémico se está eliminando gradualmente en medio de la presión por aumentos del gasto social de carácter permanente. Los ejemplos incluyen el cambio de Brasil de su tope de gasto para acomodar nuevos beneficios sociales en 2022, el lento camino de consolidación a mediano plazo de Colombia y la victoria de Gabriel Boric en las recientes elecciones de Chile, con una plataforma de expansión del estado de bienestar. La alta inflación se sumará a las presiones de gasto, después de haber impulsado los ingresos hasta ahora.
En Argentina el déficit primario del 2021 cerró en 3% del PBI , lo que implicó una fuerte caída respecto del 6,5% del PBI que se había observado en 2020. En este caso hubo una fuerte reducción por el lado del gasto Covid y un incremento de los ingresos por mayor actividad económica, tras la cuarentena dura del año anterior.
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