Bloomberg — El presidente brasileño Jair Bolsonaro aterrizó en medio de un torbellino diplomático en Moscú para conversar con su homólogo ruso, Vladimir Putin. Pero en lugar de sumar su voz a la de quienes buscan poner fin al enfrentamiento por Ucrania, Bolsonaro está tratando de montar un espectáculo para su público interno.
La visita de Bolsonaro, que se reunirá con Putin el miércoles, es parte de un intento de mejorar el comercio con un socio estratégico. El gobierno brasileño dice que busca aliviar las restricciones impuestas por el Kremlin a las exportaciones de productos que la potencia agrícola latinoamericana necesita desesperadamente: El 85% de todos los fertilizantes utilizados en Brasil son importados y el 22% de ellos provienen de Rusia.
Bolsonaro, que busca la reelección en octubre, tiene interés en evitar el encarecimiento de los alimentos que ha contribuido a enviar la inflación por encima del 10% anual en Brasil. El aumento de los precios, unido a la recesión económica y a su gestión de la pandemia, están lastrando su popularidad, y los últimos sondeos de opinión le muestran perdiendo la carrera contra el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Sin embargo, el presidente conservador también está tratando de mostrar a sus partidarios locales que conserva cierto prestigio internacional, según Guilherme Casaroes, un politólogo con sede en Río de Janeiro.
“Después de lanzar a Brasil a un aislamiento global sin precedentes, Bolsonaro está tratando de cambiar esa percepción antes de las elecciones porque sabe que será criticado por eso durante la campaña”, dijo Casaroes, que también es profesor de la Fundación Getulio Vargas, un centro de estudios independiente. “Bolsonaro es visto como un líder tóxico por muchos países”.
Preguntado por el momento de la visita, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Brasil dijo que el viaje estaba previsto desde hace tiempo, pero que tuvo que ser reprogramado debido a la pandemia de Covid-19.
Bolsonaro no es el único líder latinoamericano que se acerca a Rusia: El argentino Alberto Fernández visitó Moscú a principios de este mes y Putin llamó al nicaragüense Daniel Ortega el mes pasado, felicitándolo por su controvertida reelección.
Ignorando las advertencias
Bolsonaro perdió a su aliado internacional más importante cuando terminó el mandato de Donald Trump el año pasado. Aunque Estados Unidos ha expresado su preocupación por su plan de visitar Rusia durante la crisis de Ucrania, el presidente Joe Biden no ha llamado a su homólogo brasileño ni una sola vez desde que asumió el cargo.
Bolsonaro también fue advertido por su personal diplomático de que el viaje a Rusia llegaría en un momento inoportuno, pero se negó a reprogramarlo, según dos funcionarios familiarizados con las discusiones. Se le pidió entonces que evitara mencionar la situación en Ucrania, añadieron las personas, pidiendo el anonimato porque la discusión no es pública.
Después de Rusia, Bolsonaro viaja a Hungría para reunirse con el primer ministro Viktor Orban, un líder de derechas con el que comparte un bagaje ideológico similar.
En su país, los partidarios más acérrimos de Bolsonaro están dando vueltas a su viaje como una misión de paz, con el exministro de Medio Ambiente Ricardo Salles tuiteando, incluso antes de la reunión entre los dos líderes, que “Biden y el mundo occidental están dando las gracias a Bolsonaro por haber convencido a Putin de renunciar a la invasión” de Ucrania.
Bolsonaro ha dicho que no sacará el tema de Ucrania en las conversaciones con Putin, sino que se centrará en las relaciones comerciales.
“El mundo tiene sus problemas”, dijo a sus partidarios antes de embarcar hacia Rusia. “Nosotros queremos la paz”.
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Este artículo fue traducido por Estefanía Salinas Concha.
