Bloomberg — La empresa de biotecnología argentina Bioceres Crop Solutions Corp. quiere que el Gobierno apruebe la producción a gran escala de su soja tolerante a la sequía, aun si China, el mayor cliente del país de granos sin procesar, no haya dado luz verde.
Argentina autorizó la cepa de soja HB4 en 2015 a la espera de que China aprobara su importación. Ahora, tras una infructuosa espera, la empresa está impaciente. Está tratando que el Gobierno dé el visto bueno sin restricciones a la tecnología, aunque eso pueda crear problemas para venderle al gigante asiático, que ha estado aumentando su influencia en el comercio y las inversiones en Argentina.
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“Creo que es tiempo suficiente para tomar una decisión”, dijo el director ejecutivo, Federico Trucco, en una llamada sobre los resultados, señalando que China ha favorecido recientemente las tecnologías de semillas locales sobre las extranjeras. “Así que creo que se puede argumentar a favor de una limitación de tiempo en la cláusula china, particularmente para una tecnología que ya ha sido aprobada en Estados Unidos, en Brasil, en Paraguay, en Canadá —es decir, en la mayoría de las geografías de producción importantes— sin ningún tipo de consideración para el proceso regulatorio chino”.
“Esperamos que la aprobación de China llegue, pero estamos adoptando una postura más proactiva con las autoridades argentinas para tratar de eliminar esa restricción y poder comercializar libremente la soja HB4 en la próxima temporada”, dijo Trucco.
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Un portavoz del Ministerio de Agricultura no formuló comentarios inmediatamente.
Los comentarios ponen de manifiesto el enfoque enérgico que está adoptando Bioceres para expandir su negocio, luego que Trucco dijera en un reciente discurso que preferiría fracasar en un trabajo innovador que tener éxito en algo ordinario.
La cepa de trigo genéticamente modificada de la empresa, que también tolera la sequía, ha generado duras críticas tanto en el país como en el extranjero, en un momento en que el mundo enfrenta condiciones de cultivo más secas, pero sigue desconfiando de consumir directamente productos genéticamente modificados. Una de las mayores preocupaciones a nivel nacional es que el trigo transgénico contamine los envíos a países que no lo han aprobado, obligando a esos compradores a buscar proveedores en otros lugares.
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