La calificación de riesgo de El Salvador desciende a CCC, en la escala de Fitch Ratings

Con el nuevo ajuste, la deuda soberana de largo plazo salvadoreña se convierte en la peor calificada en Centroamérica.

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San Salvador — La deuda soberana salvadoreña descendió a un terreno más peligroso. Fitch Ratings bajó la calificación de riesgo de largo plazo de El Salvador a CCC (riesgo crediticio sustancial) desde su anterior nivel de B- (altamente especulativa).

Con el ajuste anunciado este miércoles, la deuda soberana salvadoreña queda con la peor calificación de este tipo en Centroamérica dentro de la escala de Fitch Ratings, por debajo de Nicaragua (B-) y Costa Rica (B), altamente especulativas; Guatemala (BB-), especulativa; y Panamá (BBB-), buena calidad crediticia.

En sus argumentos para la rebaja a El Salvador, la agencia calificadora con sede en Nueva York citó la incertidumbre en la implementación de políticas y la adopción de bitcoin (XBT) como moneda de curso legal. Todo esto complica el panorama de financiamiento para el país centroamericano.

“En opinión de Fitch, el debilitamiento de las instituciones y la concentración de poder en la presidencia han aumentado la imprevisibilidad de las políticas, y la adopción de bitcoin como moneda de curso legal ha agregado incertidumbre sobre el potencial de un programa del FMI que desbloquearía el financiamiento para 2022-2023″, declaró Fitch Ratings en el reporte.

La nueva nota refleja la dependencia de la deuda a corto plazo y un pago pendiente de eurobonos por US $800 millones que vencen en enero de 2023, así como un déficit fiscal alto y las dificultades para la obtención de financiamiento en el mercado local, así como el acceso incierto a recursos de los organismos multilaterales.

“Además, se espera que la relación deuda/PIB aumente hasta el 86. 9 % en 2022 tras una modesta mejora en 2021, lo que aumenta las preocupaciones sobre la sostenibilidad de la deuda a medio plazo”, sostuvo la agencia.

Presiones en el corto plazo

Fitch Ratings estima necesita un financiamiento de US $4,850 millones en 2022, equivalente a un 16 % del PIB. En 2023 el panorama tiende a empeorar, puesto que la nación necesitaría US $5.400 millones, es decir un 18% del PIB.

La deuda de corto plazo salvadoreña se ha disparado de niveles de US $896 millones previos a la pandemia hasta US $2,600 millones en enero de 2022, a través de Certificados del Tesoro y Letras del Tesoro. En contrapeso, el déficit fiscal salvadoreño apenas se reducirá del 5,7% en 2021 al 5,5 % en 2022.

A pesar de que las autoridades se han comprometido a pagar el servicio de la deuda correspondiente, Fitch Ratings estima que la brecha de financiamiento en 2022 será de US $1,200 millones y se incrementará a US $2,500 millones en 2023.

Las opciones de financiamiento en el mercado local son limitadas. “Los fondos de pensiones privados y los bancos locales tienen un apetito limitado por aumentar su exposición a dichos instrumentos. De hecho, las subastas de Letes de enero de 2022 no se suscribieron en su totalidad”, observó la calificadora. Este comportamiento aumenta los riesgos de renovación de la deuda.

Para solventar sus necesidades fiscales, El Salvador ha mantenido durante un año conversaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para obtener US $1,300 millones, en este momento estancado debido a que el organismo multilateral ha señalado la inconveniencia de mantener a bitcoin como moneda de curso legal.

“Un acuerdo ayudaría a cubrir la brecha financiera del gobierno y probablemente desbloquearía otros préstamos multilaterales. También ayudaría a proporcionar más claridad sobre la estrategia fiscal a mediano plazo del gobierno”, apuntó Fitch Ratings.

En su conclusión de la Consulta del Artículo IV con El Salvador, a finales de enero, el FMI recomendó al país un ajuste del 4% del PIB. “Con las políticas vigentes, la deuda pública subiría a alrededor de 96% del PIB en 2026, en una trayectoria insostenible”, planteó el FMI en esa oportunidad.

En el análisis de Fitch, un desbloqueo de las fuentes predecibles de financiamiento y un ajuste fiscal consistente podrían mejorar nuevamente la calificación salvadoreña; por el contrario, un escenario de estrés de liquidez y capacidad reducida para acceder a recursos financieros podrían recortarla aún más.