¿Cómo impactaría en LatAm una escalada del conflicto entre Rusia y Ucrania?

Gas, petróleo, granos y el despliegue de infraestructura, los desafíos a los que se enfrentan los gobiernos de la región

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En el terreno de las probabilidades, que estalle un conflicto armado entre Rusia y Ucrania es para muchos analistas algo imposible. Sin embargo, la ola expansiva en materia económica de dicho enfrentamiento ya es materia de estudio.

En los últimos días el premier ruso Vladimir Putin, quien según distintos análisis ya desplegó unos 100.000 efectivos militares en la frontera con Ucrania, criticó las propuestas de seguridad de Estados Unidos y la OTAN destinadas a desactivar una crisis sobre el ex territorio soviético, aunque dejó una puerta abierta a nuevas conversaciones.

La OTAN rechazó ampliamente las demandas del Kremlin de que la alianza occidental se cierre a la posible futura membresía de Ucrania.

Ante ello, los aliados occidentales han enviado tropas hacia la región, aunque no a Ucrania.

De lo que sí hay certeza es que si Putin vuelve a invadir Ucrania, occidente golpeará a Rusia con sanciones, lo que podría ocasionar que tome represalias. En este contexto, Bloomberg Línea consultó a distintos expertos sobre cómo podría verse afectada América Latina por el potencial conflicto, pese a estar la región posicionada en los márgenes de este foco de tensión geopolítica.

“Estamos acostumbrados a mirar a EE.UU, y Europa, pero en este conflicto hay que seguir atentos y prestarle atención a las decisiones del Premier ruso”, dice Diego Guelar, ex embajador argentino en China quien al igual que otros especialista sostiene que la posibilidad de llegar a una guerra dependerá de Putin.

Una posible represalia rusa a saciones occidentales sería el cierre todos los gasoductos que transportan gas ruso a las naciones occidentales. Rusia envía cerca de 230 millones de m3 diarios de gas a Europa, de los cuales un tercio viaja hacia el oeste a través de Ucrania. En 2021, el gas natural ruso representó casi el 13% de todas las exportaciones de Rusia, es decir unos US$62.000 millones, lo que muestra la magnitud de este comercio con el otro ala del mundo.

La profesora de asuntos internacionales de la Universidad de Harvard, Meghan L. O’Sullivan hace foco en su columna de Bloomberg en que, existe otra arma potencial de Rusia que podría ser muy efectiva: la capacidad de perturbar los mercados mundiales de petróleo, lo que afectaría directamente a los consumidores estadounidenses.

Rusia podría hacer subir unilateralmente los precios mundiales si recorta su actual producción de petróleo de 10 millones de barriles por día, aunque sea en una cantidad relativamente pequeña. Un aumento en el precio del petróleo afectaría directamente a los EE.UU.

Según Bloomberg, se predice un aumento instintivo de hasta US$10 del crudo si Rusia invade Ucrania, y también se espera que los precios del GNL aumenten aún más, dado que los suministros a Europa ya están reducidos.

Más allá de la energía, Rusia y Ucrania representan una cuarta parte de las exportaciones mundiales de cereales, y los precios del trigo y el maíz han subido ante la posibilidad de una repentina escasez de oferta. Lo mismo ocurre con el aluminio, ya que Rusia es un productor clave del metal.

Es así que, la posibilidad de represalias contra occidente en términos económicos se pone en juego de avanzar el conflicto.

Efecto rebote

Federico Merke, director de la maestría en políticas internacionales de la Universidad de San Andrés, explica que el estallido de un conflicto generaría un impacto indirecto en Latinoamérica, que nada tiene que ver con el que podría generar en Europa. Sin embargo, advierte: “Es importante mirar los vínculos muy aceitados que tiene Rusia con gobiernos como los de Venezuela, Cuba y Nicaragua, y la posibilidad de despliegue de tropas en esos países. Aunque los funcionarios norteamericanos lo ven como poco verosímil, esta decisión marcaría una toma de posición”.

De todos modos, indica que Rusia no tiene la envergadura logística para abrir varios frentes bélicos simultáneos, aunque eso no quita que se profundicen los vínculos con la región. “La comercialización de armas y el intercambio militar ya es una realidad con Venezuela, Cuba, Perú e incluso con Argentina, donde hay conversaciones por la compra de aviones rusos”, sostiene el académico.

La preocupación entre los analistas existe dado que, en un conflicto armado habría más polarización en Latinoamérica: países que se vería presionados en estar en la órbita rusa y apoyarlos política e ideológicamente.

Merke también recae en la preocupación por el gas, que podría ser un gran problema si hubiese una escalada. Varios países de Latinoamérica importan gas licuado de EE.UU y Medio Oriente y el precio sigue en aumento. Y en Latam la demanda también aumento siendo que la producción había disminuido por efecto de la pandemia. ”Con el precio de gas alto, un conflicto armado lo llevaría aún más arriba”, explica Merke. “Europa tendría que ir hacia el carbón o la energía nuclear y eso va a impactar en la región”.

“Es un estado de tensión alto, pero no creo que lleguemos a un conflicto armado”, reafirma Guelar. El impacto va más allá del precio del trigo. Qué Putin esté considerando la necesidad de desplegar infraestructura militar es importante porque yo creo que está desplegando posicionamiento militar con Estados Unidos”, indica el diplomático.

La configuración de poder internacional actual no es el de la guerra fría. Hoy Rusia es un gobierno conservador. Cualquier país de América Latina que se preste a algún tipo de demostración sería irresponsable y es innecesario, porque pone en riesgo el interés nacional de esos países”, dice por su parte Gabriel Puricelli, coordinador del programa de política internacional del Laboratorio de Políticas Públicas. “La región es una zona de paz y desnuclearizada, debería alejarse de manera absoluta de cualquier posición. No creo que el acercamiento que pudiera tener Putin vaya a pasar de lo retórico”.

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