Bloomberg Opinión — Los primeros voluntarios se descubrieron el brazo para recibir un nuevo tipo de vacuna contra el VIH, desarrollada por Moderna y la Iniciativa Internacional por una vacuna contra el SIDA (IAVI, por sus siglas en inglés). Al igual que la vacuna para el Covid-19 de Moderna, esta también utiliza tecnología de ARNm para entregar las instrucciones de las proteínas clave necesarias para crear una respuesta inmune.
El ensayo podría ser un momento crucial para el ARNm. Con suerte, demostrará cómo la tecnología se puede aplicar en áreas de la medicina donde el progreso ha sido lento o inexistente. Los investigadores llevan décadas trabajando en una posible forma de inocular a las personas contra el VIH, y el ARNm permitirá probar la teoría mucho más rápido de lo esperado.
Este trabajo debería ayudar a empresas como Pfizer, BioNTech y Sanofi, que están acelerando sus propios esfuerzos para diseñar y probar vacunas de ARNm, a comprender cuándo la tecnología puede (y no puede) marcar la diferencia en la prevención de enfermedades. (Pfizer espera probar una vacuna de ARNm contra el herpe zóster a finales de este año).
La creación de una vacuna de ARNm para el VIH es más complicada que la fabricación del tipo de vacunas contra el SARS-CoV-2 con las que estamos familiarizados. Las vacunas de ARNm contra el Covid-19 entregan la receta de la proteína espícula, que el coronavirus utiliza para ingresar a las células vivas. Esto hace que las células inmunitarias produzcan anticuerpos neutralizantes contra el Covid-19, de forma parecida a como lo harían si hubieran experimentado una infección por Covid.
Con el VIH, no hay una receta tan sencilla. El equivalente del VIH a la proteína de la espícula (su glicoproteína de envoltura) es más hábil. Oculta sus aspectos vulnerables, lo que dificulta que las células inmunitarias generen anticuerpos contra él.
Un problema aún mayor es que el VIH comienza a mutar a las pocas horas de infectar a alguien. Mientras que el Covid-19, en cualquier infección individual, actúa como un solo virus, el VIH se comporta como “un enjambre de virus ligeramente diferentes”, explica Warner Greene, director del Centro Michael Hulton para la Investigación de la Cura del VIH de los Institutos Gladstone, en San Francisco. Las personas con VIH rara vez desarrollan anticuerpos neutralizantes, y en los pocos que lo hacen, los anticuerpos tardan años en evolucionar, demasiado tiempo para que puedan combatir el virus de manera efectiva. El sistema inmunitario no puede seguir el ritmo.
¿Pero, qué pasaría si el sistema inmunitario pudiera tener una ventaja? Esa es la idea que subyace a la vacuna Moderna/IAVI que comenzó a probarse la semana pasada. Los investigadores administrarán una serie de vacunas para tratar de persuadir al sistema inmunitario que se adelante en ese proceso que dura años, de modo que cuando se exponga al VIH pueda entrar en acción.
La vacuna Moderna/IAVI de dirige a un pequeño subconjunto de células B que son capaces de unirse al VIH, aunque no muy bien. Gradualmente, con el estímulo adecuado de las siguientes vacunas, esas células deberían desarrollar la capacidad de bombear una colección de anticuerpos neutralizantes capaces de acabar con un enjambre de VIH.
Si esta estrategia suena a especulación, lo es. Pero el año pasado, los resultados de un pequeño ensayo clínico de una nanopartícula inmunitaria diferente recubierta de proteínas demostraron que podría funcionar. Este producto para las vacunas, desarrollado por el inmunólogo de Scripps Research William Schief, demostró ser seguro, y se dirigió al subconjunto crítico de células B y las ayudó en su proceso de maduración.
Lo que la tecnología de ARNm aporta a este esfuerzo es el potencial de colapsar el tiempo necesario para desarrollar y probar la secuencia de vacunas. Mark Feinberg, presidente y CEO de IAVI, me dijo que la vacuna de proteína recombinante de Schief tardó tres años en pasar del concepto al ensayo clínico. La creación de la vacuna Moderna/IAVI con ARNm demoró solo tres meses.
Lo que aún podría llevar años es el proceso iterativo de probar la primera vacuna y aprender de ella para desarrollar la segunda y, quizás, la tercera vacuna necesarias para entrenar al sistema inmunitario para combatir el VIH.
Sin embargo, se trata de un experimento que vale la pena realizar. Si este enfoque funciona, el mundo finalmente tendrá una vacuna contra el VIH que tanto se necesita. Y podría haber beneficios adicionales: los científicos aprenderían formas más sofisticadas de entrenar al sistema inmunitario, lo que permitiría crear mejores vacunas para muchos otros virus, como la malaria o la gripe.
El ensayo de la vacuna contra el VIH también es un buen paso adelante en ampliar el uso del ARNm. El Covid-19 ya ha demostrado que la tecnología funciona. Pronto sabremos de qué más es capaz.
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