Bogotá — Nacida en Villavicencio, pero criada en la capital colombiana -Bogotá-, Camila Fierro Ramírez conocida en el mundo artístico como Fira (tras la unión de sus apellidos), tiene 26 años, es hija única de Jaime y Ana María, ambos dueños de una firma de ingeniería, el negocio familiar en el que Fira solo duró una semana después de graduarse como ingeniera porque no se hallaba, no era su mundo.
“Estudié ingeniería civil pero en el camino descubrí que los puentes que quería hacer era entre personas y decidí hacerlo por medio de mis trazos. Esta soy yo”, se describe Fira, quien a inicios de 2021 se convirtió en un referente para muchas otras personas al ser reconocida como la primera criptoartista colombiana y hoy representa al país en varios escenarios, como recientemente lo hizo en Expo Dubái.
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La decisión que tomó Fira, de alejarse de la ingeniería civil y por ende de la empresa familiar que tiene la misma edad que la criptoartista, fue complicado para sus papás. A su padre Jaime Fierro le molestaba que su hija estuviera “pintando su arte porque la quería ver era trabajando en la empresa, en ingeniería. Era muy frustrante, fue duro, pero más adelante al ver su dedicación en el trabajo fui aceptando la situación y su pasión”, comentó a Bloomberg Línea.
Ana María Ramírez, su madre, también describió la situación como algo duro, por las mismas razones que comentó su esposo. Ambos querían ceder el liderazgo de la compañía a Fira, “pensábamos que era algo pasajero, que haría mientras estaba encerrada por la pandemia, pero no. Luego la fuimos apoyando, uno como madre quiere que sea feliz”.
Fira y el criptoarte
A un mes de cumplir un año en el mundo del criptoarte, Fira ya supera las 60 obras vendidas en Open Sea y tiene 76 compradores. Reconocida por pintar a un solo trazo, define el criptoarte como lo mejor que le ha pasado en su vida.
La historia de su inmersión en el criptoarte empieza cuando varios amigos le hablaran de ello y, sin que ella entendiera mucho, decidió aprender más al punto que entendió que si mezclaba arte y tecnología tendría como resultado arte digital, pero que si a eso le agregaba tecnología blockchain sus obras obtendrían el valor que aporta tener el certificado de autenticidad que al final permite obtener una serie de regalías, contó Fira en entrevista con Bloomberg Línea.
“Qué delicia yo poder decir mañana me voy apara x sitio a vivir o pasear y puedo hacerlo, mientras que con arte tradicional habría sido más complicado todo, hasta venderlo”,
Entre sus coleccionistas hay importantes personajes del sector tecnológico como por ejemplo, Andrés Bilbao cofundador del primer unicornio colombiano, Rappi. Entre sus obras más exitosas en el criptoarte está la denominada ‘El beso estrellado’ y ‘Recuérdame’, contó la criptoartista.
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Si una ve una obra pintada a un solo trazo, con muchos colores o a veces a blanco y negro, de personalidades o de objetos, es posible que Fira esté detrás del proceso creativo. “En mi arte cada trazo es único, es irrepetible, trazos que conectan sentimientos, líneas que unen momentos, personas, personas, sueños e historias. Cada persona es diferentes y cada trazo de mi obra también”.
“La vida es efímera, tienes que sacar eso que tienes y es como realmente lo sientes, no son cosas escondidas, ni borrones, apenas pintas a un trazo es lo que salió salió. Siempre pinté así, por eso me gusta”.
A Fira le gusta la fotografía, el arte y la moda, además de muchas otras cosas. Entre los planes que disfruta está ir a los museos y llevar su cuaderno o tableta para “dibujar a un solo trazo las obras de grandes maestros”, cuenta la artista que desde hace un tiempo atrás empezó a pintar en el metaverso (realidad virtual) y que tiene entre sus planes hacer moda para vestir avatares o personajes del metaverso.
Desde pequeña le hacían bullying en el colegio, lo cual le sirvió para siempre esforzarse más y querer ser la mejor en lo que amaba hacer. Alguna vez deseó ser la más famosa en lo que hacía, pero luego cambió su visión de mundo y dice que sí algún día aparece en un listado, no le gustaría ser la criptoartista reconocida por ser millonaria, sino por ser la más feliz.
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Compartir es su esencia
La felicidad hace parte del mantra de Fira, y una de las cosas que le aportan a ello es compartir, principalmente conocimiento. Desde pequeña le gustó involucrarse en acciones sociales y tiene ambiciosos proyectos en esta campo.
A sus 17 años creó su fundación “Ya tengo donde escribir” donde fabricaban cuadernos con cajas de cereales y hojas recicladas para niños de bajos recursos, idea que ahora migrará a dar tabletas y becas de tecnología, principalmente a mujeres. Uno de sus planes de este o el próximo año es relanzar su fundación con el nombre “One line”.
“Hay mucha gente para ayudar, pero quiero enfocar mi fundación en niñas. Me he dado cuenta de que ellas quedan embarazadas pequeñas y se tienen que aguantar a un hombre que las maltrate y humille. Con tecnología y educación podríamos cambiar su futuro”.
Fira también hace parte de Global Shaper del Foro Económico Mundial, una red de jóvenes que ofrecen su tiempo y sus experiencias para impulsar el diálogo; es embajadora de One Young World, la conferencia de jóvenes líderes más grande del mundo y además de liderar en Colombia, es una de las primeras criptoartistas en América Latina.
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“Acumular y acumular sin sentido, sin compartir conocimiento, me parece ridículo porque no necesito un montón de plata para tener una vida plena. Poder compartir me produce mucha más felicidad, ver al mundo haciéndolo y si lo hacen mejor que yo, pues que me enseñen. Siento que parte de mi éxito ha sido compartir el conocimiento”.
Fira quiere que la reconozcan y recuerden como alguien que tiene muy buena energía, “muy linda vibra, que brillo con luz propia y contagio a la gente de esa energía”, en los próximos años se ve “como la artista más feliz y más conectada con su alma”. Admira a la gente que tiene mucho dinero y sigue conectado con su alma.
Como todos, en su carrera artística se enfrentó a varias crisis de creatividad, a mediados de 2021 tuvo una de esas crisis donde “no quería pintar nada, no sabía qué, entré en crisis artística porque estaba cansada de pintar caras perfectas, esa no soy yo. Empecé a hacer una obra más deforme, más libre, no tan estructurada, no tan perfecta”.