Buenos Aires — La Argentina logró un entendimiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero todavía queda camino por recorrer para definir las cuestiones centrales que formarán parte del acuerdo definitivo y formal con el organismo multilateral.
Si bien en conferencia de prensa el ministro de Economía, Martín Guzmán, brindó un panorama general con relación a algunos de los resultados de la negociación, no dio precisiones respecto de los detalles específicos que aun restan por definir. Por su parte, el FMI reconoció que hubo “un entendimiento sobre políticas clave”, pero aclaró que “continuarán su trabajo en las próximas semanas para llegar a un acuerdo a nivel de staff”.
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“Como siempre es el caso, el acuerdo final sobre un acuerdo de programa estaría sujeto a la aprobación del Directorio Ejecutivo del FMI”, indicó el organismo multilateral.
En ese escenario, Héctor Torres, ex representante de la Argentina ante el Fondo Monetario, señaló que “el ‘entendimiento’ anunciado es un buen comienzo, pero es algo muy preliminar”.
“Por el momento, solamente se anunció un acuerdo sobre metas de consolidación fiscal, pero sin reducir el gasto, y un compromiso de acumular reservas, aunque sin recurrir a una devaluación del peso”, manifestó en diálogo con Bloomberg Línea.
Los puntos pendientes
“Para llegar a un acuerdo de verdad falta definir cómo se llegará a las metas de consolidación fiscal. Con los pocos elementos con los que contamos, es difícil expresar una opinión sobre el próximo programa”, remarcó Torres.
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De acuerdo con su perspectiva, la energía y sus subsidios representarán “un tema central”. “En primer lugar, por obvias razones fiscales”. “Los subsidios a la energía equivalen aproximadamente a un 2,5% del producto, casi un 80% del déficit, pero también tienen una importancia ambiental”, argumentó.
“El FMI ha aceptado que el cambio climático es un tema ‘macro-crítico’. Eso quiere decir que está obligado a incluirlo en sus evaluaciones y recomendaciones de política”, sostuvo. “En la Argentina, las fuentes de energía más importantes son los combustibles fósiles y el precio de la energía es apenas una fracción de su costo de producción y distribución”, puntualizó.
“Eso quiere decir que estamos usando recursos fiscales muy escasos para subsidiar emisiones de CO2. No creo que el FMI quiera financiarlas”, estimó.
La posibilidad de ‘comprar tiempo’
Ante el complejo escenario, Torres analizó: “El ‘entendimiento’ nos permite alejar el escenario de un default y comprar un poco de tiempo, pero me parece que hay un poco de ‘overselling’”.
En esa línea, la consultora Ecolatina evaluó que “tanto el FMI como el Gobierno estarían exteriorizando que el principal foco es evitar el default y una crisis desordenada, y que cualquier discusión sobre giro más profundo o reformas estructurales se llevará a cabo a partir de 2024″, en un contexto en el que “el horizonte de desembolsos es de dos años y medio y el plazo de repago sería a diez años”.
“En el plano fiscal, resulta claro que la apuesta consiste en que gran parte de la consolidación fiscal se haga por la ‘vía del crecimiento’: un gasto que no crece en términos reales implica, siempre que la actividad crezca, una reducción de éste en términos del PIB”, consideró aunque coincidió con Torres en que “resta ver la forma en la cual esto se puede lograr”.
Además, apuntó: “La principal duda recae sobre la dinámica de acumulación de reservas”. “La meta de 2022 -de US$ 5.000 millones- podría cumplirse con el desembolso neto del FMI, es decir, sin acumular reservas por el lado del balance de pagos, pero habrá que analizar de qué forma se proyecta sustentar esta trayectoria en los años subsiguientes”, señaló.
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