Bloomberg — La confianza de los consumidores estadounidenses siguió deteriorándose a fines de enero, para alcanzar el nivel más bajo en más de una década, ya que la preocupación por la inflación y la variante ómicron empañaron las perspectivas económicas.
La lectura final del índice de confianza de la Universidad de Michigan cayó a 67,2, el nivel más bajo desde noviembre de 2011, frente a 70,6 el mes anterior, según datos publicados el viernes. La cifra fue inferior a la prevista y se ubicó por debajo de una lectura preliminar de 68,8.
El indicador de las condiciones actuales disminuyó a 72, el nivel más bajo desde agosto de 2011. La medida de las expectativas futuras de la encuesta cayó a 64,1.
Los consumidores esperan que la inflación aumente un 4,9% durante el próximo año, lo que coincide con el nivel más alto desde 2008. Prevén que los precios suban a una tasa anual del 3,1% en los próximos cinco a 10 años, la más alta desde 2011.
La Reserva Federal dijo el miércoles que está lista para subir las tasas de interés en marzo como un primer paso para ayudar a enfriar la mayor inflación en décadas, que ha erosionado el poder adquisitivo de los hogares. Un informe publicado a primera hora del viernes mostró que el gasto de los consumidores se desaceleró el mes pasado, mientras que los precios subyacentes aumentaron al ritmo más rápido desde 1983.
Tres cuartas partes de los estadounidenses dijeron que la inflación era el mayor problema para la economía, con poca división partidista, según mostraron los datos de la encuesta de la Universidad de Michigan. Esto puede explicar por qué la mitad de los hogares cree que la economía comenzó el año debilitada y solo un tercio espera que mejore durante el próximo año.
Al mismo tiempo, los demócratas siguen siendo mucho más optimistas: cerca de la mitad prevé un crecimiento continuo en comparación con solo el 15% de los republicanos.
Los economistas prevén que el reciente aumento de los casos de Covid-19 afectará el crecimiento económico este trimestre, debido a que los estadounidenses retrasan el regreso a las oficinas y reducen el gasto en servicios presenciales, como viajes y entretenimiento. Aun así, siguen siendo en general optimistas sobre la actividad en períodos posteriores, en medio de las expectativas de una disminución de las presiones inflacionarias y de los problemas en las cadenas de suministro.
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Este artículo fue traducido por Andrea González
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