Bloomberg Línea — El optimismo con el que parecía cerrar 2021 cambió de tono a medida que la inflación se fue afianzando en todas las economías del mundo y la variante ómicron se volvió un verdadero riesgo para la reactivación. Aunque algunos países de América Latina y el Caribe cerraron el año pasado con tasas de crecimiento de dos dígitos, el panorama es diferente para este año a medida que las crecientes tasas de interés enfrían la dinámica económica y persisten los cuellos de botella en las cadenas de suministro.
Luego de estimar que el crecimiento para América Latina y el Caribe sería de 6,7% en 2021, el Banco Mundial prevé una desaceleración a 2,6% en 2022 y a 2,7% en 2023. William Maloney, economista jefe para la región del organismo con sede en Washington, habló con Bloomberg Línea sobre los desafíos a futuro y aseguró que, pese a los avances registrados, es necesaria una “agenda de crecimiento” para estar a la par con el desempeño mundial.
Maloney, quien se unió al Banco en 1998, también alertó sobre el impacto de la pérdida a nivel educativo en la reactivación, luego de que los colegios cerraran para enfrentar el Covid-19. “Tenemos que hacer muchas reformas, pero ahora con las restricciones presupuestales no tenemos muchos recursos para implementarlas”, advirtió.
Esta entrevista fue editada por cuestiones de claridad y extensión.
Según el análisis que el Banco Mundial ha hecho, y enfocándonos en América Latina, ¿cuáles son los países que ya recuperaron su nivel de crecimiento previo a la pandemia y a cuáles todavía les falta?
Vale la pena decir que 2021 salió mejor de lo que esperábamos. Al final terminamos con una tasa de crecimiento de más o menos 6,7%. Como región recuperamos lo que perdimos en 2020. Es una buena noticia. Mirando adelante para 2022 estamos esperando más o menos 2,6% de crecimiento, que obviamente es mucho menos, pero nos estamos recuperando de un hueco. En términos de los países que lo están haciendo relativamente bien tenemos a Brasil, Chile, Colombia, República Dominicana, Paraguay, Perú, Guatemala. Todos tenían tasas de crecimiento por encima de lo que perdieron el año pasado. Por debajo tenemos a México, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Uruguay. Y muchos de los países en el Caribe, esto ocurre por la falta de recuperación de la industria del turismo y eso es obviamente por una baja vacunación.
Pero ¿vamos encaminados como región a una reactivación económica o seguimos viendo un efecto estadístico en los crecimientos del PIB?
Obviamente, la buena noticia es que recuperamos lo que perdimos, pero las tasas de crecimiento que pronosticamos para 2022 son de 2,6% y en 2023 son de 2,7%, todavía bajas y corresponden más o menos a la tasa de crecimiento de 2,2%, muy baja, de entre 2010 y 2018, mientras el mundo está creciendo a 3,1%. Es decir, tenemos un problema de crecimiento de largo plazo y este ya era el caso antes de la pandemia. Tenemos una agenda de crecimiento que la región debe tomar muy en serio.
¿Cuáles son las industrias que están empujando la reactivación económica?
Empezando con el turismo, vale la pena decir que hay mucha heterogeneidad dentro del Caribe. República Dominicana fue muy hábil a la hora de conseguir vacunas muy temprano. Por eso, recuperaron rápidamente lo que perdieron el año pasado. Por otro lado, países como por ejemplo Jamaica han visto mucha resistencia por parte de la población a las vacunas. Esto evita que se recuperen. En el resto de la región se ve recuperación.
Hablemos de riesgos en esa agenda de crecimiento que necesita América Latina. Uno de los mayores en este momento es la inflación, no solo en nuestra región, sino en todo el mundo. ¿Qué tanto puede afectar a la reactivación económica?
Originalmente decíamos que la inflación era un problema muy temporal, pero resulta que es una combinación de demanda postergada durante la crisis, de estímulos monetarios y fiscales, complementado con problemas en las cadenas globales de valor. Resulta que probablemente los problemas de las cadenas se resuelvan a mediados o a finales de 2022. Entonces, hay este sentimiento de que probablemente la inflación esté con nosotros más tiempo.
En Estados Unidos alcanzamos una inflación alrededor de 7% el año pasado y esto va a implicar que la Reserva Federal vaya a aumentar las tasas de interés. Esto se ve también en los países de América Latina.
Esto ha implicado que las autoridades de los bancos centrales hayan tenido que aumentar las tasas de interés para reducir la demanda y hacer un coolling off de las economías y probablemente vamos a ver tasas de crecimiento menos robustas. Es un problema, pero obviamente como región tenemos una historia con la inflación en la que no queremos entrar. Las autoridades están haciendo exactamente lo que tienen que hacer para controlarla.
¿Hubo un error en el análisis al considerar que la inflación iba a ser transitoria?
Es difícil. No hemos tenido una crisis de esta índole anteriormente. Entonces, ¿cuánto tiempo se demora en resolver los problemas en las cadenas de valor? Nadie sabe. Han estado pronosticando que será a medianos de 2022, pero hay otros en la industria diciendo que tardará un poco más. La preocupación, obviamente, es que los trabajadores y las empresas van a empezar a integrar las expectativas de inflación en sus precios, en sus negociaciones para pagar sus salarios. Y eso es exactamente lo que queremos evitar.
¿Qué efectos podría esperar América Latina cuando la Reserva Federal empiece a subir sus tasas de interés?
El problema que estamos vigilando, más que nada, es que durante la crisis aumentó la deuda externa entre 60% del PIB a 75% del PIB en un año, que es el resultado precisamente de los gobiernos haciendo lo que tenían que hacer, que fue apoyar a la gente y a las empresas. Pero ahora tenemos deuda. Tuvimos presupuestos muy grandes el año pasado, ahora tenemos más deuda. Entonces, cuando se aprieta la oferta de liquidez internacional subiendo las tasas de interés hace más difícil financiar esas deudas.
Pero se ve que la Fed lo está haciendo de una forma muy, muy previsible y también gradual. Entonces las autoridades en América Latina pueden tomar las medidas para mantener la estabilidad macroeconómica. Todo el mundo sabe qué va a venir. Lo importante es que el proceso sea transparente, gradual y que todo el mundo pueda prepararse para lo que está pasando.
¿Cuál es el impacto que puede tener el nivel de la deuda en las empresas? ¿Puede ser al final un freno para la recuperación del empleo?
Eso es un muy buen punto. Es algo que estamos mirando en el Banco Mundial. Tenemos algunas encuestas como Pulso. Es una encuesta rápida de las empresas, para ver cómo andan. Y una cosa que salió en el año pasado fue que entre 40% y 60% de las empresas, en algunos casos en América Central, nos respondieron que tenían algunos pagos en mora. Es exactamente el resultado de la caída en los negocios, en su demanda. Y eso es problemático por dos razones. Tenemos ahora un montón de empresas recuperándose de la crisis que no tienen el espacio para invertir y probablemente algunas no van a sobrevivir. Entonces, eso sería un problema, un freno en el crecimiento, en el mediano plazo. Y entre más rápido las autoridades puedan establecer mecanismos para resolver esas deudas será lo mejor.
Por otro lado, algunos de esos pagos se deben a los bancos y, en muchos países, implementaron una moratoria en los pagos durante un periodo de seis meses o un año. Y eso implica que no se puede ver fácilmente el nivel de pagos que están en mora. Entonces hay que vigilar también lo que está pasando en el sector bancario para asegurar que no se den cuenta de golpe que tienen muchos pagos en mora.
Me comentaba que necesitamos una agenda de crecimiento, ¿cuáles son esas reformas necesarias?
Tenemos que hacer muchas reformas, pero ahora con las restricciones presupuestales no tenemos muchos recursos para implementarlas. Por ejemplo, en términos de educación, algo que me da mucho miedo y que estamos vigilando muy estrechamente, es que los alumnos de la región perdieron más o menos uno o hasta 1,5 años de clases. Además, esto estuvo concentrado entre las clases más bajas de la población, lo que implica que en el largo plazo será un problema para el crecimiento, pero también agrava la desigualdad en nuestros países. Tenemos que hacer algo para enfrentar lo que perdimos el año pasado en términos de educación.
Por otro lado, nuestra inversión en infraestructura ha sido sumamente baja en los últimos años. En los años 80 estábamos invirtiendo más o menos 4% del PIB en infraestructura. En los últimos años es más o menos 1%. Y la razón es una reducción en el esfuerzo del Estado con la esperanza de que el sector privado iba a venir.
Tenemos un problema más grave y es que no estamos aprovechando la ventaja comparativa que tenemos para diversificar y para aumentar la productividad de nuestros países.
Decía que faltaban ingresos para realizar las reformas que se necesitan. ¿Cómo conseguir esos ingresos? ¿Es necesario que los gobiernos adelanten reformas fiscales este año?
Tenemos que proceder en dos frentes. Uno es el lado fiscal. Podemos utilizar mejor los recursos que tenemos, en un estudio que hicimos en nuestro informe semianual de octubre mostramos que, probablemente en promedio, en la región malgastamos 4,4% por ciento del PIB en los gastos públicos. Quizá, la tercera parte es en transferencias mal diseñadas, es decir, subsidios a la energía. Son sumamente costosos en general, regresivos socialmente.
También hay algunos países de la región donde hay potencial para subir impuestos, para ganar más recursos. Pero, hay mucha heterogeneidad en la región, entonces hay que mirarlo con cautela. La otra fuente, obviamente, es atraer más capital de afuera y en ciertas dimensiones lo estamos haciendo. Los flujos de venture capital son muy altos, pero tenemos que encontrar formas de contratos más transparentes y reducir el riesgo que enfrentan estas empresas para que entren. Y ahora, con la incertidumbre en las regiones hace la tarea un poquito más difícil.
Precisamente, este año países como Colombia y Brasil tendrán procesos electorales. Venimos de lo mismo en Chile y Perú. ¿El cambio de ciclo político podría ser un freno para la llegada de la inversión extranjera?
Cualquier incertidumbre lo hace. Entonces, creo que la comunidad internacional está mirando todos esos países que acaba de mencionar, a ver realmente qué implican estos cambios. Tenemos que esperar lo que va a pasar, en algunos casos lo que se ve en la prensa probablemente es más extremo que lo que probablemente va a suceder.
También me mencionaba la posibilidad de que, en algunos países, dependiendo de su coyuntura, aumenten los impuestos, ¿quiénes los deben pagar?
Un problema que estamos investigando es de dónde vienen esos recursos. En algunos países el IVA sigue muy bajo. Entonces hay posibilidades de subirlo, en otros es muy alto, entonces no se puede avanzar sin frenar el crecimiento. En términos de impuestos sobre el ingreso, eso es complicado. Algunos resultados preliminares que tenemos demuestran que hay que tener un poquito de cuidado, porque hay un efecto sobre la inversión doméstica cuando se aumentan los impuestos sobre la renta. Sobre la propiedad, en América Latina tenemos muy pocos impuestos sobre propiedad y quizás hay algo de potencial ahí.
En el caso específico de Argentina, ¿ve un riesgo de que el país entre en atrasos en sus pagos con el Fondo Monetario Internacional? ¿cuáles serían las consecuencias?
Somos positivos con este tema, porque Argentina está en medio de discusiones con el Fondo Monetario. El país lo hizo muy bien en el año pasado, con un crecimiento de 10%. Eso fue muy bueno. Seguimos con algunos desequilibrios, tenemos una inflación que sigue más o menos en 52%, tenemos el riesgo país, la prima de riesgo, en 1.800 puntos básicos. Y obviamente tenemos un problema con la deuda o con los pagos que vienen en el corto plazo. Un acuerdo con el Fondo implicaría que hay un acuerdo sobre una senda para generar las condiciones para la estabilidad macroeconómica y poner un cimiento esencial para el crecimiento inclusivo. Y eso es lo que esperamos que va a pasar en el mediano plazo.
¿Qué tan grave sería para la economía argentina no llegar a un acuerdo con el FMI?
No puedo especular. Tengo confianza de que van a llegar a un acuerdo.
¿Cuáles son los principales retos que ven para la economía colombiana y más en medio del proceso electoral que arranca?
El proceso electoral todavía sigue muy difuso. No se puede pronosticar lo que va a pasar, la economía creció decentemente el año pasado. Estamos pronosticando más o menos un 4% el año que viene, que está entre los más altos de la región.
Sin embargo, creo que Colombia puede hacerlo mejor. Están trabajando en algunas áreas que me parecen importantes, pero el tema que estamos discutiendo es cómo aprovechar mejor lo que tiene. América Latina, en general, a pesar de todos los acuerdos de libre comercio que tiene, no exporta tanto. Entonces tenemos que aprovechar esta oportunidad también. Como todos los países de la región, tenemos problemas con el nivel de competencia y creo que un poquito de competencia es clave para que la gente haga lo necesario para ser más productivos.
¿Es uno de los países que necesitará una reforma fiscal?
Como sabemos, hubo problemas con la primera versión de la reforma fiscal. Entonces, vamos a ver qué hace el próximo gobierno con ese tema. Obviamente, como usted mencionó, dificultades en manejar el presupuesto y la deuda exactamente implica que hay que hacer algo por este tema.
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