Buenos Aires — Llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) constituye uno de los principales desafíos para el Gobierno argentino, en el marco del préstamo récord que el país tomó con el organismo multilateral en 2018.
Mientras intenta cosechar el mayor apoyo político posible para avanzar en un entendimiento, tanto a nivel local como internacional, la administración de Alberto Fernández busca despejar inquietudes, al sostener que no se caerá en default e insistir en que no habrá un ajuste del gasto real.
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“El FMI lo que está pidiendo, con una presión importante de países miembros, incluidos los Estados Unidos y los europeos, es que haya una visión clara”, señaló en diálogo con Bloomberg Línea Claudio Loser, ex director del Fondo para el hemisferio occidental, quien también analizó los motivos que traban la negociación por la deuda.
La siguiente conversación fue editada por motivos de extensión y claridad.
Bloomberg Línea: ¿Cómo ve el rumbo de las negociaciones con el FMI?
Claudio Loser: Estoy preocupado por el proceso público de la negociación, pero soy moderadamente optimista de que se va a llegar a un acuerdo, con el que ni el Gobierno ni el staff técnico va a estar totalmente contento, lo cual quiere decir que puede ser una buena negociación, pero las próximas semanas van a ser complicadas en términos de afinar las cosas y en términos de lo que el Gobierno está haciendo en su discurso público.
¿Qué tan relevante es para el FMI lo que dice el Gobierno respecto de que no están dispuesto a hacer un ajuste?
Evidentemente, no les va a gustar, pero están acostumbrados. En negociaciones en la que incluso yo he participado, no estoy hablando de la Argentina, sino en general, en las declaraciones siempre había una diferencia importante con lo decidido. El tema es cómo van a explicar en su momento cuando se llegue al acuerdo los números. El FMI lo que está pidiendo, con una presión importante de países miembros incluidos los Estados Unidos y los europeos, es que haya una visión clara y que explique cómo se va a hacer el programa para que la gente sepa de qué se trata. Va a ser complicado. Lo que estamos viendo en este momento y lo que dice el ministro y el presidente es un poco de fuegos artificiales, porque tienen que decir: “Acá estamos peleando por el bien de la Argentina y no vamos a aceptar cualquier cosa”. Y en sí mismo no está mal. Es muy importante para el Fondo que haya una aceptación no cerrada, que no haya ataques internos importantes.
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Más allá de los ataques internos, ¿el Fondo espera un consenso con la oposición?
El Fondo espera que haya señales positivas. No es que espera un consenso cerrado, pero por lo menos algún grado de aceptación de la necesidad de hacer esto porque en la experiencia con la Argentina, que ha tenido más programas con el Fondo que prácticamente ningún país latinoamericano desde los años 80, las grandes debilidades estaban en que no había un grado de entendimiento y aceptación y al Gobierno se le hacía la guerra.
Cree que las semanas siguientes serán complicadas, pero ¿qué tan cerca está la Argentina de llegar a un acuerdo?
Ahí soy ambivalente. Por un lado, con el hecho de que Guzmán haya dicho “acá tenemos estas diferencias”, uno puede pensar que es un tema importante y que hay que ver las magnitudes. Por otro lado, puede ser que se diga “estamos peleándola” para después decir “logramos convencer al Fondo en parte de nuestra posición”. Puede ser un elemento táctico. Estoy dividido respecto de eso.
Hay quienes creen que el Gobierno está dilatando a propósito las negociaciones, ¿ve que eso puede suceder? Y de ser así, ¿es una estrategia que puede llegar a funcionar?
La Argentina, a los fines prácticos, tiene este trimestre. No veo ninguna ganancia táctica o estratégica en dilatar. Lo peor que puede pasar es que se atrasen tanto, no cierren y entonces casi podría traer en atraso. Por unas semanas no importa. Por otro lado, a lo mejor el Gobierno quiere decir: “Miren cómo estamos peleándola”. Desde un punto de vista práctico, no veo ninguna razón para dilatarlo.
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Mencionaba que la Argentina tiene un trimestre. En marzo hay vencimientos abultados, ¿cree que se pondrá el objetivo de cerrar un acuerdo en ese plazo sí o sí?
Al menos que haya presiones irresponsables dentro de la coalición de Gobierno, esa es la situación. Si la Argentina cae en default, las consecuencias son muchos más graves desde el punto de vista del acceso a mercados financieros de lo que gente ve. Entrar en atrasos con el Fondo, más allá de atrasos técnicos de un mes o dos, hace que se corte la posibilidad de negociación, que la Argentina tenga incapacidad de presentarse en el directorio. El problema es que tiene que armarse un programa muy diferente con atrasos. Por otra parte, el Banco Mundial no prestaría y el Club de París inmediatamente diría que la Argentina entra en atraso, lo cual crearía muchos problemas bilaterales.
¿Y qué tan flexible puede ser el FMI en cuanto al pedido del Gobierno de no ajustar tanto?
Creo que el Fondo desde siempre tuvo la idea de que el ajuste no sea inmediato. Eso el Fondo lo entiende, pero por otro lado no puede seguir con un déficit tan grande como el que tiene. Tiene que haber una trayectoria creíble. El déficit fiscal tiene que ir reduciéndose en el período del programa, de manera que baje la emisión monetaria y haya menos presión inflacionaria.
Eso es algo que parece complicado, luego de que se conociera en las últimas horas que diciembre cerró con una emisión récord.
La emisión de diciembre siempre es grande estacionalmente, pero el número es muy grande de todas maneras. Es difícil. Estaba justamente mirando algunos números y la Argentina en el concierto internacional, entre pases medianos y grandes, tiene prácticamente la inflación más alta. Turquía está corriendo cerca, pero no alcanza todavía. No se puede salir sin un proceso de ajuste razonable.
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Según su punto de vista, ¿qué es lo que está trabando principalmente el acuerdo?
El déficit y la emisión, que van juntos. La otra traba es el sistema cambiario. La titular del Fondo, Kristalina Georgieva, dijo muy claramente que tiene que haber incentivo a que aumenten las exportaciones. Es una forma indirecta de decir que se debe modificar el sistema cambiario como mínimo. No es decir: “Vamos a un tipo de cambio flexible, pero simplifiquemos el sistema y pongamos el tipo de cambio a un nivel razonable, con un cepo más flexible”.
¿Cómo vio la presentación de Guzmán ante los gobernadores?
En términos de anuncios, todavía están negociando. Creo que es muy malo negociar a través de los medios o en un medio público con la otra parte. Fue demasiado difuso y hubo algo que no estuvo bien, que fue el ataque del gobernador Axel Kicillof, en términos de que la culpa era toda de la oposición porque no es cierto. La base del problema surge durante el período en que Kicillof era ministro de Economía. Esa es la parte negativa, pero por lo menos se hace una explicación de que hay negociación. Diría que la presentación fue un poco floja. A mi juicio, por lo menos cuando se llegue a un acuerdo, debe ser mucho más frontal en decir lo que se viene. No puede mantenerse esta dicotomía entre el programa y lo que se dice a la gente adentro, porque a la larga eso disminuye la efectividad y la credibilidad.
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