Bloomberg — Europa nunca ha pagado tanto por electricidad como en 2021.
El costo medio de la energía para suministro a corto plazo va camino a terminar el año en niveles récord, con un aumento de más del 200% en Alemania, Francia, España y el Reino Unido. En la región nórdica -donde los vastos suministros de energía hidroeléctrica tienden a limitar los precios- los costes aumentaron un 470% respecto al año anterior.
La crisis está dejando a los consumidores y a los grandes usuarios industriales con facturas que aumentan de cara a 2022. Las fundiciones de metales desde Francia hasta España ya se han visto obligadas a reducir la producción, mientras que algunos productores de fertilizantes se han visto obligados a interrumpirla por completo. La planta de Norsk Hydro en Eslovaquia, de la que es propietaria mayoritaria, ha sido la víctima más reciente, al anunciar el jueves que reducirá aún más la producción.
Y hay poco alivio a la vista. Aunque el año termine con un clima templado, lo que alivia la demanda de calor y electricidad, los hogares se enfrentarán a aumentos de precios muy elevados en los próximos años, cuando los costes de la venta al por mayor se trasladen a los usuarios. Las industrias también tendrán que lidiar con un suministro aún más ajustado en enero, cuando alrededor del 30% del parque nuclear francés estará fuera de servicio.
La crisis energética de Europa se debió a la escasez de gas natural justo cuando la demanda se recuperó tras los confinamientos de 2020. También se vio agravada por una velocidad de los vientos más baja de lo normal y por los cortes de energía nuclear, que han tensado las redes eléctricas y obligado a las empresas energéticas de la región a quemar combustibles fósiles contaminantes.
Al quemar carbón, lignito e incluso petróleo para mantener las luces encendidas, el coste de la compra de permisos para contaminar se disparó. Los futuros del carbono -que ya se enfrentan a subidas de precios debido a la agenda climática de Bruselas- se han duplicado este año hasta alcanzar unos 80 euros por tonelada métrica (US$90,5), lo que ha disparado el coste de la electricidad.
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