Bloomberg — En el tramo de la campaña, tiene un porte formal. Padre de nueve hijos, opositor al matrimonio homosexual y al aborto, este abogado de pelo claro y ojos azules promete reducir drásticamente los impuestos y cavar una profunda zanja contra la inmigración. Las elecciones de este domingo en Chile, dice, son una contienda entre la libertad y el totalitarismo.
José Antonio Kast, de 55 años, considerado un candidato marginal hace cuatro años cuando obtuvo sólo el 8% de los votos, está hoy a un paso de ganar la presidencia. Si vence a su oponente Gabriel Boric (la carrera está muy reñida con muchos indecisos) sería, con mucho, el presidente más conservador de Chile en tres décadas.
“El fenómeno Kast se debe, al menos en parte, a los desafíos excepcionales que ha enfrentado Chile en los últimos dos años”, dijo Claudia Heiss, directora de ciencias políticas del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile. Señaló las violentas manifestaciones por la desigualdad seguidas de la pandemia, diciendo que “alimentaron una agenda de la extrema derecha que prometía orden y seguridad”.
Abogado y exlegislador, Kast es llamado a veces el Donald Trump de los Andes y comparado con el brasileño Jair Bolsonaro. Son analogías algo engañosas.
Articulado y equilibrado, Kast no es un fanfarrón ni un agitador. Cuando gritó “¡Viva Chile!” a sus partidarios después de su victoria en la primera ronda el mes pasado, sonó más incómodo que inspirador. Cuando se le preguntó en una reciente entrevista televisiva si su oponente era una “marioneta” del Partido Comunista, se retractó, diciendo que no había razón para utilizar un lenguaje insultante, aunque no duda en hacerlo cuando habla de los comunistas. Se define a sí mismo como “el candidato del sentido común”.
Hijo de inmigrantes alemanes y hermano de un antiguo ministro del difunto dictador Augusto Pinochet, Kast representa para algunos la voz del orden y la seguridad y para otros un abrazo a la desigualdad y el autoritarismo. Ha dicho que si el dictador militar Augusto Pinochet estuviera vivo hoy, el general votaría por él.
Boric, su oponente, no podría ser más diferente. Exlider estudiantil de 35 años, el barbudo y tatuado Boric, aliado del Partido Comunista, quiere más impuestos, mayor participación del Estado y aborto libre. Sería el jefe de Estado más izquierdista de Chile desde los años 70, cuando el socialista Salvador Allende fue derrocado por Pinochet.
En muchos sentidos, la contienda electoral entre ambos sugiere que 30 años de política moderada y crecimiento económico excepcional alimentado por la inversión extranjera no han dejado de lado la furia y las divisiones de aquellas batallas de hace medio siglo.
“El fantasma del comunismo en un país como Chile tiene un gran impacto”, dijo Kenneth Bunker, fundador de Tresquintos, un sitio web de análisis político, explicando las numerosas referencias de Kast a la extrema izquierda.
Las tensiones salieron a la superficie a finales de 2019 cuando el país se vio sacudido por una ola de protestas contra la desigualdad. El gobierno perdió el control de las calles y llamó al ejército por primera vez desde la dictadura. Mientras tanto, la llegada de cientos de miles de venezolanos ha aumentado las barriadas y avivado el resentimiento local.
Kast se ha acercado a líderes extranjeros que comparten su visión, reuniéndose con ayudantes del presidente Andrzej Duda de Polonia, el exviceprimer ministro de Italia Matteo Salvini y funcionarios del partido español Vox. Hace dos semanas, visitó Washington y no vio a nadie de la administración Biden, pero se reunió con el senador republicano de Florida Marco Rubio.
Aunque sus colaboradores creen que las comparaciones con Trump y Bolsonaro son muy simples, sí admiran algunas de sus políticas.
“Tenemos una visión favorable de las políticas económicas de Trump y la claridad de Bolsonaro para enfrentar la delincuencia”, dijo Rojo Edwards, amigo de Kast y senador electo de su Partido Republicano. La celebración de la victoria de Kast el mes pasado contó con varios partidarios que lucían gorras de Trump. Kast declinó ser entrevistado para este artículo.
Recientemente viró hacia el centro en busca de votos, prometiendo intensificar la lucha contra el calentamiento global, defender los derechos de las mujeres y recortar los impuestos de forma más gradual de lo previsto inicialmente.
Sus amigos describen a Kast como una persona muy cercana a sus nueve hijos y dos nietos. Conoció a su esposa, Pía Adriasola, cuando eran estudiantes de Derecho en la Universidad Católica de Chile a finales de los años 80. En una entrevista de 2017, Adriasola, considerada por los miembros de la familia como aún más conservadora que su marido, dijo que no fue fácil construir una relación con alguien tan “hermético” y poco comunicativo como Kast. Recordó que un sacerdote desempeñó un papel fundamental a la hora de aconsejarles como pareja.
Los puntos de vista de Kast en materia religiosa están verdaderamente más en línea con la creciente comunidad evangélica que con muchos católicos romanos en Chile, que se han vuelto más liberales, según Mauricio Morales, politólogo de la Universidad de Talca de Chile. Por eso en esta campaña ha restado importancia a esos temas y se ha centrado en la ley y el orden, dijo.
Y en la libertad. Como dijo Kast en un reciente acto de campaña: “La democracia y la libertad son lo que nos distingue del proyecto político rival”.
Con la asistencia de Matthew Malinowski.
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Este artículo fue traducido por Andrea González