El precio de los alimentos está por las nubes en Colombia: ¿a qué se debe?

Colombia importa unas 12 millones de toneladas de alimentos como maíz, trigo y azúcar de caña, por lo que la crisis logística y la devaluación juegan en contra.

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Bogotá — La inflación anual hasta noviembre se ubicó en 5,26% en Colombia, jalonada principalmente por la división de alimentos y bebidas no alcohólicas que registró la mayor variación anual con 15,34%. ¿Por qué los precios están por las nubes?

El alza de los precios es un tema que plantea interrogantes en Colombia y la división de alimentos es una de las que más genera preocupación, en medio de la incertidumbre que genera la crisis logística global y la fuerte devaluación del peso frente al dólar.

El director ejecutivo de la Cámara de la Industria de Alimentos de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (Andi), Camilo Montes, analizó en una entrevista concedida a Bloomberg Línea que la inflación de los alimentos responde, en parte, al costo de las materias primas que son importadas o están dolarizadas.

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Además, “hay algunas materias que, así se produzcan en Colombia, su precio internacional está atado al dólar”, lo que termina impactando los precios en el consumidor final, de acuerdo a Montes.

Según el boletín de Insumos y factores de la producción agropecuaria del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), en octubre pasado el 48,30% de los insumos del grupo de los alimentos balanceados, suplementos, coadyuvantes, adsorbentes, enzimas y aditivos presentó un incremento en el precio frente al reportado en septiembre.

Entre tanto, el 48,08% de los precios de los insumos del grupo de fertilizantes, enmiendas y acondicionadores de suelo presentó una variación positiva en octubre. Por ejemplo, los precios del fertilizante 15-15-15 -bulto de 50 kilogramos mostraron una variación positiva en 50 de los 73 municipios reportados (68,49%).

Montes analiza además que en el precio de los alimentos también ha afectado el costo de los envases y los empaques, que “vienen con una escalada muy importante sobre todo en cartón, papel y algo en plásticos”. Esto, indica el funcionario, está atado a la realidad de la reactivación económica global en el marco de la cual la industria de alimentos no es la única que está demandando más envases y empaques.

Y un tercer factor a tener en cuenta es el logístico, por lo que están muy atentos al comportamiento de los fletes, cuya escalada aún se mantiene presente desde el paro nacional que se inició en abril pasado y que se extendió durante varios meses contra el Gobierno y una fallida reforma tributaria.

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“Consideramos que todavía es muy prematuro establecer lo que va a pasar sobre todo hacia adelante, para la temporada de fin de año la industria tiene desplegados estos productos en los canales de distribución, supermercados, tiendas de barrio y demás, obviamente ahora estamos viendo un impacto muy importante en la capacidad de consumo de los hogares”, indicó.

El funcionario manifestó que para el 2022 ven que “algunos elementos de la estructura de costos empezarán al menos a dejar de crecer. El índice de precio de contenedores a nivel global ya empieza a caer, lo que implica que en últimas se pueda empezar a amortiguar la escalada de precios en un horizonte de mediano plazo”.

El director ejecutivo de la Cámara de la Industria de Alimentos de la Andi destacó que el país debe “aprovechar y desarrollar modelos de encadenamiento productivo, sobre todo para la producción agrícola y pecuaria del país”, así como fortalecer el relacionamiento entre la industria de alimentos y los productores de materias primas para que el consumidor acceda a alimentos “con mejores perfiles profesionales, pero también más baratos”.

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Consultado sobre el impacto de la devaluación del peso en el sector, dijo que los efectos son de doble vía y la tasa de cambio alta beneficia a aquellas empresas que tienen un portafolio de exportación, pero reta de igual manera al país porque también importa alimentos y materias primas.

De acuerdo al informe Nueva cultura alimentaria, de la ONG ambientalista Greenpeace, Colombia importa cerca de 12 millones de toneladas de alimentos como el maíz, el trigo y el azúcar de caña, lo que se traduce en que un “30 % de los alimentos consumidos por los colombianos son importados”.

En este sentido, menciona la necesidad de que se potencie la agricultura campesina, familiar y comunitaria, que a pesar de que produce cerca del 70 % de los alimentos que se destinan a los mercados locales está desprotegida, por lo que se requieren “políticas públicas y programas específicos para impulsar este modelo”.

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El año pasado la industria de alimentos cerró con cerca de 254.000 empleos, lo que significó una caída importante ante la afectación en micro y pequeña empresa. Aunque para julio “ya estábamos acercándonos a los 284.000 empleos”, manifestó el directivo.

“Esos son empleos formales y directos que se generan en la industria, pero tenemos un potencial de seguir creciendo, siempre y cuando se consolidan las inversiones, los mercados y la reactivación económica”, dijo.

La Cámara de la Industria de Alimentos de la Andi subrayó que el año pasado el país superó los US$1.900 millones en exportaciones de alimentos con valor agregado y este año “todo indica” que serán más de US$2.000 millones “con la contribución importante de divisas y demás”, por lo que hay “una oportunidad gigantesca”.

“Hay países, inclusive en la región, Perú, México o Brasil, que juegan mucho más que nosotros en internacionalización. Unos apalancados en mercado nacional interno como Brasil y México, hay otros enfocados especialmente en mercados internacionales como Perú, y ahí creemos nosotros que tenemos una gran oportunidad, pero implica hacer cambios, diversificar nuestro portafolio, migrar de productos de bajo valor agregado hacia productos de mayor agregado”, apuntó Camilo Montes.

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Protección al consumidor

Camilo Montes se refirió a los avances de la industria colombiana en materia de protección al consumidor, a propósito de la medida cautelar impuesta a las empresas Bimbo, Ordinal Properties Perú, Supermercados Peruanos (Plaza Vea y Vivanda), y Snacks América Latina (Pepsico Perú), por comercializar productos que contienen grasas trans en una cantidad superior a la permitida por la legislación local.

Al respecto, dijo que Colombia “ha sido pionera en muchas de las decisiones desde la política pública para efectos de la construcción de dieta saludable” y destacó que “fue uno de los primeros países de la región que adoptó estrategias para disminuir la grasa trans en los alimentos”.

En este mismo sentido resaltó otras iniciativas en las que Colombia “es pionera en la región”, como la que se refiere a controlar los niveles máximos de sodio en los alimentos o la que ordena el etiquetado frontal de productos con exceso de nutrientes críticos, por lo que manifestó que no ven como ocurrió en Perú “que haya un riesgo específico a la industria” local