Bloomberg — La llegada de la variante ómicron del Covid-19 podría plantear nuevos desafíos para los banqueros centrales de todo el mundo al amenazar el crecimiento económico y aumentar las presiones inflacionarias.
Ese es el análisis inicial de economistas que advirtieron que posibles nuevas restricciones a la actividad podrían tirar por la borda los planes para retirar los estímulos monetarios y, al mismo tiempo, podrían reforzar los mismos desequilibrios que han impulsado la actual ola de alzas en los precios al consumidor.
Ómicron golpea al mundo a solo unas semanas de que bancos centrales de todo el planeta anuncien sus decisiones clave: la Reserva Federal de Estados Unidos posiblemente acelerará una reducción gradual de su estímulo; el Banco de Inglaterra (BOE) podría estar a punto de elevar las tasas de interés; y el Banco Central Europeo (BCE) está dilucidando cómo reducir la compra de bonos de emergencia de la eurozona.
“Podría hacer que los bancos centrales cuestionen el momento y el alcance de las alzas de tasas, que los mercados habían estado descontando para el próximo año”, dijo Alex Brazier, estratega de BlackRock Investment Institute y ex alto funcionario del BOE. “La pregunta es, cuánto retrasa la reanudación” de las economías, señaló. “El retraso significa un crecimiento más débil a corto plazo, pero un crecimiento más sólido más adelante”.
También complica la decisión para los encargados de la política monetaria el riesgo de que la variante ómicron genere nuevas restricciones en centros de manufactura como China, lo que agravaría los problemas de las cadenas de suministro y, al mismo tiempo, intensificaría la escasez de mano de obra en otros lugares, ya que los temores por la salud disuaden a las personas de regresar al trabajo.
Impulso de compras
Dichas fuerzas podrían estimular aún más la inflación, que ya se enfrenta a una posible aceleración gracias a la sólida demanda de los consumidores de cara a la temporada navideña, respaldada por los ahorros acumulados.
Por otro lado, los impulsos desinflacionarios podrían incluir más oleadas de ventas en los mercados financieros, como la caída de los precios de la energía a fines de la semana pasada.
“Es malo para el crecimiento si regresan las medidas de confinamiento, pero menos claro en cuanto a la inflación”, dijo Jordan Rochester, estratega de Nomura International Plc. “A mediano plazo, no está claro que sea desinflacionario, debido a que las cadenas de suministro enfrentarán dificultades por más tiempo, la demanda de los consumidores sigue siendo sólida y los balances de los hogares son más sólidos que en 2019″.
El panorama de la inflación se oscureció aún más el lunes, cuando Alemania informó que los precios subieron más de lo esperado en noviembre y España registró el alza más rápida en el costo de vida en casi tres décadas. La publicación de los datos para toda la eurozona está prevista para el martes.
El desafío del BCE
Incluso antes de que llegara la nueva variante, el gobernador del Banco Nacional Holandés, Klaas Knot, aludió al riesgo de nuevas presiones de precios, ya que contempló que el posible impacto de nuevas medidas de confinamiento contendría el aumento de las infecciones.
Si bien las medidas “seguramente tendrán un impacto moderador en la actividad económica, el impacto en la inflación será en realidad más ambiguo, porque también podría reforzar algunas de las preocupaciones que tenemos sobre los cuellos de botella en los suministros”, dijo la semana pasada Knot, uno de los funcionarios más restrictivos del BCE, a Bloomberg TV.
No obstante, mientras evalúan la perspectiva con ómicron, algunos banqueros centrales parecían relajados el lunes. El gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, dijo que la nueva variante no había cambiado sus expectativas de que la economía japonesa volvería pronto a crecer, mientras que el gobernador del Banco de Francia, François Villeroy de Galhau, señaló que “supuestamente no debería cambiar demasiado la perspectiva económica”.
Para Neil Shearing, economista jefe de Capital Economics, la variante ómicron parece cada vez más un impacto pandémico diferente al que estaban acostumbrados los banqueros centrales.
“En comparación con las olas anteriores del virus, que en general eran desinflacionarias, una nueva ola importante ahora podría ser inflacionaria”, sostuvo.
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