Bloomberg — Los shocks inflacionarios están causando dolor en todo el mundo, pero ningún lugar se ha visto tan afectado como América Latina.
Las alzas de precios están superando los objetivos de los responsables de formular políticas monetarias en las principales economías de la región: la inflación anual de este mes en Chile llegó al 6%; en México, al 6,2%; en Brasil, al 10,7%; y en Argentina a un enorme 52%. Los principales bancos de Wall Street pronostican que el alza promedio en el costo de vida en América Latina terminará el año por encima del 10%, el más alto a nivel global, y proyectan que la presión sobre los precios al consumidor se extenderá hasta 2022.
La peor inflación del mundo se suma al dolor que ha atravesado América Latina como una de las regiones más afectadas durante la pandemia. Y si bien muchos de sus países brindaron un apoyo fiscal sin precedentes, en la mayoría de los lugares la cifra fue una fracción de la generosidad vista en Estados Unidos, Alemania o Japón.
Ahora, mientras la región sale de su peor crisis económica en dos siglos, los latinoamericanos observan en el horizonte expectativas de bajo crecimiento y rápida inflación. La catástrofe económica ya ha sido un revés para los esfuerzos por reducir la pobreza y además podría impulsar la migración y el éxodo de profesionales: es decir, es probable que trabajadores que se han visto afectados por la pérdida de poder adquisitivo se dirijan a EE.UU. en busca de mejores oportunidades.
En respuesta, los bancos centrales de América Latina se están embarcando en algunos de los aumentos de tasas más agresivos del mundo, pero hasta ahora no han logrado acabar con las persistentes expectativas de que los precios seguirán al alza. Un problema es que es poco probable que los motores de la inflación, como los atascos en el transporte marítimo mundial y el aumento de los costos de los productos básicos, se vean frustrados por tasas de interés más altas. Pero otro problema específico de la región es la profecía autocumplida de expectativas de que las cosas no harán más que empeorar, una mentalidad impulsada por años de rápidas alzas de precios en décadas pasadas.
“Los impactos sobre los suministros no son realmente algo que se pueda combatir con política monetaria”, dijo Andre Loes, economista jefe para América Latina de Morgan Stanley en São Paulo. “América Latina tiene una historia más larga que la mayoría (de las otras regiones del mundo) con la inflación, y eso tiene un gran impacto en las expectativas. La gente sí recuerda esos años”.
La tasa de inflación anual en América Latina alcanzará el 10,6% este año, según proyecciones de Citigroup Inc., mientras que las estimaciones de Morgan Stanley para las seis mayores economías ponderadas por el crecimiento también sitúan las alzas de precios por encima del 10%. La mediana de los pronósticos de los economistas encuestados por Bloomberg apunta a que la inflación latinoamericana promediará 11,9% y 10,4% este año y el próximo, respectivamente. Es la presión sobre los precios más rápida del mundo por lejos.
Los efectos se pueden observar en todas partes de la región. En Brasil, los precios del pollo y los huevos aumentaron aproximadamente un 29% en octubre con respecto a un año antes. En México, el gas de cocina cuesta un 8,2% más que el mes anterior.
Los mercados también reflejan el pesimismo. Los swaps de tasas en Brasil se han disparado, y los operadores ahora descuentan tasas de interés de hasta 12% para 2023, que serían las más altas desde 2017. La inflación de “breakeven de dos años en México (un pronóstico de aumentos de precios derivados de los rendimientos de los bonos) alcanzó el 5,08% a principios de noviembre, muy por encima del objetivo del 3% del banco central, aunque posteriormente ha descendido de sus máximos. La deuda denominada en monedas locales de las seis economías más grandes de América Latina ha caído un 15% este año, según un índice de Bloomberg.
Una de las partes más desconcertantes de la situación es que las alzas de las tasas de interés y el aumento de los precios de las exportaciones de productos básicos no han impulsado las monedas locales, lo que agregaría poder de lucha contra la inflación al reducir el costo de las importaciones. Más bien, las monedas de Chile, Colombia y Argentina han caído al menos un 10% este año, mientras que el peso mexicano y el real brasileño también han retrocedido en menor medida.
“Los mayores precios de los productos básicos solían significar monedas más fuertes para América Latina, pero esa correlación parece haberse roto con la pandemia”, dijo Ernesto Revilla, economista jefe para América Latina de Citigroup. “No fue el impacto transitorio habitual al que estábamos acostumbrados”.
El aumento de la inflación ha agregado presión sobre los Gobiernos latinoamericanos para que controlen el gasto y reduzcan los déficits presupuestarios, al igual que las intranquilas poblaciones de toda la región presionan para obtener más apoyo.
Los precios al consumidor de Chile subieron a un máximo de 12 años debido en parte a los retiros anticipados de pensiones que han impulsado el consumo y la creciente demanda de productos electrónicos y automóviles nuevos. En Colombia, el Gobierno propuso una reforma fiscal que provocó una reacción tan severa que el ministro de Hacienda se vio obligado a dimitir. Brasil está discutiendo cambios a su límite de gasto para dar cabida a nuevas transferencias de efectivo.
Se acercan elecciones presidenciales en Brasil y Colombia el próximo año, por lo que Revilla dijo que no le sorprendería ver a los gobiernos optar por formas creativas de controlar el impacto de los aumentos de precios en su electorado. Brasil, por ejemplo, está discutiendo subsidios a la gasolina.
Cualquiera que sea el panorama fiscal, es probable que ninguna de las principales economías de América Latina alcance su meta de inflación este año. Brasil y México, las economías más grandes, probablemente terminarán 2021 con una inflación que duplicará sus objetivos.
Brasil ha elevado los costos de endeudamiento en 5,75 puntos porcentuales desde marzo, lo que representa el mayor aumento de tasas del mundo. Chile comenzó su ajuste recién en julio, pero ahora ha elevado su tasa en 225 puntos básicos. Colombia ha agregado 75 puntos básicos a su índice de referencia y México ha sumado 100 puntos básicos.
La crisis inflacionaria en América Latina es solo otro factor que influirá en el crecimiento y la reducción de la pobreza en los próximos años, según economistas de Goldman Sachs Group Inc. liderado por Alberto Ramos.
A medida que las perspectivas sociales empeoran tras la pandemia, “los viejos enemigos, el bajo crecimiento y la alta inflación, vuelven a hacer acto de presencia”, escribieron recientemente.
Con la asistencia de Gabriela Mestre, Isadora Calumby, Oscar Medina y Robert Jameson.
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