Colombia estudia incluir impacto del cambio climático en la medición de pobreza

Ello cobra aún mayor relevancia si se tiene en cuenta que más de 130 millones de personas en el mundo caerían en pobreza por el cambio climático en 2030.

Colombia estudia incluir impacto del cambio climático en la medición de pobreza.
23 de noviembre, 2021 | 04:00 AM

Bogotá — Como si fueran pocas las razones por las que la gente cae en pobreza o termina viendo afectado su bienestar humano, el cambio climático se une a estas fuerzas con efectos devastadores, principalmente, en estos segmentos de la población.

La gente pobre es la que menos contribuye al cambio climático, pero aún así es la que más fuerte siente o sentirá sus impactos, relata entre líneas una publicación reciente del Banco Mundial, en la que además se pone sobre la mesa que más de 130 millones de personas en el mundo podrían caer en pobreza en los próximos 10 años por el cambio climático.

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Además, “el cambio climático podría provocar el desplazamiento de 216 millones de personas dentro de sus respectivos países para 2050″,

Banco Mundial.

Reconocer el impacto que podría tener el cambio climático en la población más pobre es un paso importante para encontrar soluciones a esta problemática que podría intensificarse con el paso de los años. Sin embargo, hacerle seguimiento y medir su relación e impacto resulta aún más relevante para que los responsables de las políticas públicas tomen decisiones informadas y se eviten más desastres, no solo climáticos, sino sociales con más gente en pobreza.

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Vale mencionar que en Colombia aún no se incluyen los riesgos climáticos en la medición del índice de pobreza multidimensional (IPM), pero no se descartaría hacerlo próximamente, explicó a Bloomberg Línea el director del Dane, Juan Daniel Oviedo.

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Por ahora “la dimensión de condiciones de la vivienda y acceso a servicios públicos contempla únicamente indicadores relacionados con el material de los pisos y paredes, el acceso a acueducto y alcantarillado y hacinamiento”,

Juan Daniel Oviedo.

El IPM que se diseñó por primera vez en Colombia en 2010 a través de un paper realizado por Roberto Angulo, Renata Pardo y Yadira Díaz y se oficializó en el Dane en 2012, por ahora, analiza cinco dimensiones -en 15 indicadores- para identificar quiénes están privados en aspectos que son considerados necesarios para tener un nivel de bienestar adecuado: salud, educación, trabajo, niñez y juventud y condiciones de la vivienda.

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¿Qué tan importante sería incluir estos riesgos climáticos en las mediciones de pobreza de Colombia? ¿Cómo y cuándo se podría hacer?, son algunas de las preguntas que le respondieron expertos a Bloomberg Línea con el ánimo de aterrizar la discusión frente al caso de Colombia.

Se vienen ajustes al índice de pobreza multidimensional

Oviedo explicó que en estos momentos se está llevando a cabo el rediseño del IPM mediante el cual se busca identificar un conjunto de derechos que esté en línea con las necesidades de la actual sociedad colombiana y que de alguna forma sean determinantes de pobreza, con el fin de establecer su pertinencia dentro de la medida de pobreza multidimensional.

El director del Dane agregó que ya se han realizado revisiones en las cinco dimensiones analizadas en el IPM para mejorar la medición de estas y en “la segunda etapa del rediseño del IPM se contempla una revisión exhaustiva sobre nuevas dimensiones e indicadores que se podrían incluir dentro de la medición”.

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“En este sentido, si dentro de las revisiones y procesos que se están desarrollando se determina por parte de las diferentes entidades participantes y expertos que indicadores relacionados con los riesgos climáticos pueden ser determinantes de pobreza y seguimiento, se exploraría como una posibilidad dentro de la medición del índice de pobreza multidimensional”, aseguró el director de la entidad estadística.

El rediseño del IPM y su nueva metodología quedarían listos en 2022 para ser aplicables en 2023, explicó Roberto Angulo, socio fundador de la firma Inclusión y experto del comité en temas de pobreza del Dane. Angulo agregó que “estamos en pleno proceso en el que abrimos la caja negra para rediseñar la primera versión del IPM, es como cuando uno pasa de Windows 2.0 a 3.0″.

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De otro lado y a la pregunta de si ya hay oficinas estadísticas en el mundo que estén incluyendo la variable del riesgo climático en mediciones de pobreza, Oviedo comentó que las mediciones de índice de pobreza monetaria en República Dominicana y Panamá ya contemplan indicadores relacionados con estos riesgos.

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Opciones para incluir riesgos climáticos en la medición de pobreza multidimensional

El director del Dane resaltó que “podría explorarse un análisis complementario de pobreza multidimensional con capas geográficas de riesgo climático”.

Para Roberto Angulo el IPM se podría analizar en relación con el cambio climático a través de tres canales: (i) incluir el cambio climático como una nueva variable a estudiar, (ii) analizar cómo se relaciona cada una de las variables del IPM con el cambio climático y (iii) hacer un análisis espacial en el que se mezcle información del IPM con información geográfica del cambio climático.

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Angulo agregó que “podría pensarse en una dimensión en donde se incluyan las variables clásicas de vivienda y servicios públicos y algunas variables relacionadas con cambio climático que tienen que ver con hábitat y localización”. Sin embargo, comentó que “para eso hay que hacer una serie de pruebas y de análisis con la información y de robustez del índice. De cualquier manera creo que se pueden hacer las otras dos”.

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El cambio climático “sí es un elemento relevante de la pobreza que tenemos que empezar a pensar tanto en el diseño de las mediciones como en las metodologías de análisis de las mismas”,

Roberto Angulo.

Desde la visión de Natalia Galvis, consultora en política social y experta en temas de pobreza, el IPM puede ayudar a comprender cuáles son los efectos de los choques climáticos en la pobreza multidimensional. “Para ello podemos aprovechar la información de registros climáticos, registros administrativos como los de Familias en Acción e información longitudinal como la ELCA (por dar un ejemplo)”.

Galvis añadió que en un ejercicio que se realizó con esta última encuesta, para las olas 2013 y 2016, se identificó que los hogares que estuvieron expuestos a choques climáticos extremos tienen mayor privación en la mayoría de los indicadores del pobreza multidimensional (11/15), siendo los indicadores de las dimensiones de vivienda y condiciones de la niñez y la juventud los más afectados.

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“Comprender bien esta relación (entre cambio climático y pobreza) es fundamental para adaptar algunos de los programas de la ruta de la superación de la pobreza, por lo que el IPM podría contribuir en esa línea”,

Natalia Galvis.

De acuerdo con Carlos Prada, vicepresidente de Anif, previo a hacer ajustes al IPM “primero tendríamos que explorar las fuentes de información en las que se puedan, por ejemplo, conocer cuáles son los municipios o departamentos más expuestos al cambio climático. Revisar que estas fuentes permitan tener información consistente y tener en cuenta que estos cambios metodológicos implican que lo que no se construya con información histórica sería como tener un nuevo índice y se perdería la historia”.

Otros temas a tener en el radar

Otra de las preguntas que Bloomberg Línea le hizo a los expertos es si los riesgos climáticos deberían cambiar la manera en la que se focalizan los subsidios estatales en el país. Sobre esto coinciden en que debería ser una de las variables a considerarse en la focalización.

Según Roberto Angulo, sí se debería cambiar la focalización con base en riesgo de cambio climático, pero sin sustituir al Sisbén.

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“La focalización podría combinar algunos mapas que incluyan el criterio del cambio climático. No es sustitución del Sisbén, sino interacción de los instrumentos que ya existen con otros criterios de orden geográfico que pueden servir para aproximar mejor una focalización hacia conglomerados, es decir, hacia grupos de viviendas y zonas geográficas que tengan riesgos de cambio climático”, explicó el experto en pobreza.

De acuerdo con Natalia Galvis, el riesgo climático debe ser una de las variables a considerar en la focalización de programas de mitigación y adaptación, “y creo que un paso en la vía correcta fue la actualización del Sisbén IV, que incluye por primera vez la georefenciación de los hogares. Con esta información es posible advertir quiénes están en riesgo y diseñar una ruta específica de atención que esté enfocada en la prevención”.

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Galvis añadió que “si sabemos qué posible efectos se desatan de un choque climático y dónde hay mayor probabilidad de ocurrencia de un evento de este tipo, deberíamos tener habilitada una ruta de asistencia para reducir ese riesgo”.

Por último Prada, de Anif, dijo que más que subsidiar o hacer transferencias monetarias por los riesgos climáticos se podría revisar cómo hacer para que el mercado laboral en los territorios más vulnerables al impacto del cambio climático sea amigable con esta población y permita ubicarla en actividades que tengan que ver con conservación y carbono neutro.

“Lo que se debe empezar a tener bien es un sistema de información detallado de la vulnerabilidad que tienen los ciudadanos frente al cambio climático”,

Carlos Prada.