Bogotá — La industria cárnica colombiana, que exportó 35.146 toneladas entre enero y agosto de este año, el equivalente a US$148,6 millones, apunta a ocupar nuevos espacios en el mercado internacional mientras grandes jugadores se han visto afectados por coyunturas puntuales como Brasil, que afrontó el brote de las vacas locas.
La baja oferta que hay en la actualidad, los nuevos mercados de exportación que se abren y la recuperación económica juegan a favor de Colombia, que hasta julio ocupaba el puesto número 13 con el 1,2 % del total mundial de la producción de carne de bovino.
En frente hay un mercado con una producción mundial de más de 62 millones de toneladas, en el que EE.UU., Brasil, la Unión Europea, China e India producen el 67 % del total, según cifras compartidas a Bloomberg Línea por la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán).
La agencia estatal ProColombia explicó a Bloomberg Línea que “frente a países latinoamericanos con una vocación productiva y exportadora del sector de carne bovina, Colombia ha ganado terreno y posicionamiento”.
Se estima que el 99,2 % de la carne de res que se consume en el país suramericano es de origen nacional. En 2020, el consumo per cápita de producto nacional bovino fue de 17 kilogramos, en tanto el que de producto importado fue de solo 0,1 kilogramos.
Esto “demuestra que este es un mercado muy competitivo internamente y en consecuencia tienen que competir con precios internos que son más favorables para el consumidor”, dijo a Bloomberg Línea el presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie.
De otra parte, el consumo per cápita de pollo nacional fue de 32,42 kg (95,3%) y el importado apenas de 1,59 kg (4,7 %), mientras que en el caso del cerdo el consumo de producto local fue de 9,4 kg (86,8 %) y el importado de 1,4 kg (13,2 %), lo que pone a la carne bovina como la de mayor cuota nacional.
Fedegán detalla que en 2020 se importaron 6.682 toneladas de carne de bovino, siendo EE.UU., Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay y Canadá los principales destinos. Por su parte, el año pasado las importaciones de pollo sumaron 76.000 toneladas y las de cerdo 69.000 toneladas.
Lafaurie destaca entre las ventajas del país “un buen tamaño de hato, número 11 del mundo, y al mismo tiempo un precio que todavía es bajo frente a la competencia internacional. Tenemos muchos aspectos productivos para mejorar, pero sin lugar a duda con estos mejores precios del ganado interno va a permitir que la gente invierta más en el desarrollo de sus fincas”.
“Estamos iniciando un ciclo que puede ser muy largo positivo para la ganadería que sabremos aprovechar muy bien en el curso de estos años”, apuntó.
Los jugadores del mercado
Colombia exportó US$120,024 millones y 29.031 toneladas hasta julio en carne y despojos, siendo las principales compañías vendedoras Red Cárnica SAS. (25.451 toneladas netas), propiedad del gigante Athena Foods S.A, y Alimentos cárnicos (2.303), de Nutresa.
Le siguen la Comercializadora derivados cárnicos S.A.S. (863), Global Hides S.A.S. (173), Cattlemeat SAS (83), Frigorífico del Sinú - Frigosinu S.A. (61), A1A Cargotrans Import & Export S.A.S (42), Camaguey S.A. (28), entre otras.
El director ejecutivo de Frigoríficos ganaderos de Colombia (Friogán), Carlos Roberto Patiño, manifestó a Bloomberg Línea que en el país hay “una sola empresa líder” en la exportación de carne y que las plantas con habilitación o que tienen capacidad de exportar son “de bajo valor”, como Oriente Medio y África del Norte.
“Definitivamente no tenemos una estructura de mercadeo internacional como la que tienen estas empresas y lo que hacemos es buscar nicho en donde realmente valoran las característica de la carne colombiana”, precisó.
Según analiza el ejecutivo, Colombia “no tiene el precio más alto del ganado del mundo, son precios que se comparan con los de Brasil”, pero sí tiene “unos sistema de productividad en el sector primario mucho más bajos”.
No obstante, Patiño señala que la industria cárnica local tiene “la gran esperanza de la apertura de nuevos mercados”, principalmente porque son de mayor valor, como el chileno o el ruso en los que tienen “mayores expectativas”, ya que “tienen unos precios de referencia más altos”.
El panorama exportador
ProColombia precisa que “al inicio de la pandemia en el 2020, debido a las estrictas cuarentenas que se dieron en marzo y abril, algunos frigoríficos redujeron sus procesos de sacrifico, lo cual disminuyó levemente los volúmenes disponibles para comercialización; sin embargo, el sector se recuperó rápidamente y ha tenido un gran dinamismo en sus exportaciones”.
“Las restricciones en viajes a nivel mundial han afectado el desarrollo normal de los procesos de admisibilidad limitando las visitas de inspección de algunos de los mercados claves; sin embargo, se prevé que en el último trimestre del año estos procesos empiecen a evolucionar de la manera acostumbrada”, apuntó.
Respecto a la devaluación del peso colombiano frente al dólar señaló que “para los exportadores del sector ha implicado un mayor ingreso asociado a las ventas, al mismo tiempo, que se ve reflejado en un mayor ingreso para todos los actores involucrados en la cadena productiva contribuyendo al desarrollo y la reactivación económica del país”.
Consultados por Bloomberg Línea, Voceros del Negocio Cárnicos de Grupo Nutresa contestaron vía mail que consideran necesario “contar con una ganadería más tecnificada, con mejores indicadores de natalidad, capacidad de carga, ganancia de peso día, intervalo entre partos, peso y edad al destete, y tasas de extracción, que faciliten tener un sector primario más competitivo”.
“Adicionalmente, debemos ampliar las ocupaciones de los frigoríficos que permitan agregar valor al producto exportado y tener costos de transformación competitivos y similares a los de los principales productores de América”.
La demanda aún está contraída
El director ejecutivo de Friogán manifestó que “julio fue un mes muy complicado”, pues la demanda de carne todavía “estaba muy contraída. En agosto se mantiene esa contracción y esperamos que para el último tramo del año empecemos a ver esa reactivación que ya se ha empezado a ver en muchas de las actividades del país”.
“Definitivamente se ha visto una contracción de la demanda de carne a nivel del consumidor ante la falta de poder adquisitivo de las personas”, mencionó y detalló que a esto se suma un aumento del precio del ganado en pie que “lógicamente” se refleja en la subida del precio de la carne.
El ejecutivo mencionó que en el primer semestre del año el sacrificio doméstico en Colombia ha tenido un aumento cercano al 1 % con respecto al mismo período del año anterior, mientras que en el segundo trimestre el crecimiento fue del 3,2 % frente a abril-junio de 2020.
“Si hablamos del sacrificio de exportación, en el primer semestre hubo un aumento cercano al 65 % frente al enero-junio de 2020”, un crecimiento que se explica en el poder exportador de las compañías que dominan el mercado.
Uno de los retos, mencionó Carlos Roberto Patiño, es garantizar el estatus sanitario de las plantas de sacrificio municipales y de autoconsumo, en “donde desafortunadamente hay una desarticulación en la inspección, vigilancia y control”.
“Las plantas de sacrificio nacionales son vigiladas por el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima), pero las plantas de autoconsumo son reguladas por los entes territoriales, las Secretarías de Salud de los municipios, y es muy difícil ceder el control por parte de estas entidades, lo que multiplica la informalidad y la ilegalidad”, comentó.
“Nadie es profeta en su tierra”
Evidentemente la carne no está entre los productos más emblemáticos del país, como sí lo es el café, y la calidad del producto que se adquiere a nivel local divide opiniones entre los consumidores, lo que lleva al director ejecutivo de Friogán a concluir que “nadie es profeta en su tierra”.
Preguntado al respecto, Carlos Roberto Patiño afirma que los colombianos hasta ahora están “aprendiendo a comer carne y valorar la carne colombiana, que indiscutiblemente además de todo su valor nutricional tiene una excelente calidad”.
“El mercado hasta ahora se está educando, es muy común que los estatus sanitarios de los países sean impulsados por los requisitos que impone el consumidor, cuando el consumidor aprende a exigir calidad toda la cadena se enfoca a darle calidad”, comentó.
Esta evolución, añade, también se refleja en los canales de comercialización de la carne que “han ido cambiando de acuerdo a las preferencias y el conocimiento del consumidor”. Es así que hace 15 años solo el 6 % o 7 % de la carne se comercializaba por medio de grandes superficies y sus expendios especializados, hoy esas cifras superan más del 25 %, lo que demuestra que “hay buena carne y que hay que saber dónde comprarla”, aunque es evidente que en un país tan desigual esto no aplica para todos.
Voceros del Negocio Cárnicos de Grupo Nutresa analizan que históricamente “Colombia ha dependido de su ganadería para suplir las necesidades de consumo de carne de res y ha logrado mantener una oferta óptima de bovinos, pues es un país productor con uno de los más grandes hatos ganaderos de Suramérica”.
“Ahora, y con un mundo más globalizado, el consumidor colombiano ha incorporado nuevos gustos que han provocado cambios en la cultura del consumo de carne de res, y que permiten el ingreso paulatino de productos diferenciados originarios de razas que no se producen localmente”.