El Covid redujo la esperanza de vida y aceleró la urgencia de mayor gasto en salud: OCDE

Un nuevo informe de la organización internacional revela la necesidad de un futuro con sistemas de salud más resilientes y con más inversión en prevención de enfermedades.

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La pandemia del Covid-19 aumentó en un 16% el número de muertes previstas para el año 2020 y el primer semestre del 2021. Además, estuvo relacionada con el descenso en la esperanza de vida en 24 de 30 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), según un reciente informe del organismo.

En los países miembros de la OCDE, hasta mediados de octubre, más de 110 millones de personas habían sido infectadas con el nuevo coronavirus y más de 2,1 millones habían muerto. Estas cifras representaban un poco menos de la mitad de los contagios mundiales registrados por Covid (47%) y de muertes (44%).

Sin embargo, como muchas de las personas contagiadas son asintomáticas y la capacidad de realizar pruebas es limitada en algunos países, estos datos podrían ser “grandes subestimaciones”, según la organización, que cita estudios que sugieren que la magnitud real de las infecciones ha sido mayor a la identificada oficialmente en muchas regiones y que, por lo tanto, su impacto en la economía, la salud y la sociedad es aún mayor de lo que se cree.

La investigación detalla que la crisis por el Covid-19 dejó en evidencia una serie de deficiencias de los gobiernos en materia de inversión en los sistemas de salud, en la accesibilidad a tratamientos y en la calidad de la atención médica, así como en programas de prevención de enfermedades.

A continuación los hallazgos más importantes:

La esperanza de vida ha bajado

Aunque la esperanza de vida ha aumentado en todos los países de la OCDE durante los últimos 50 años, el progreso se ha ralentizado durante la última década, un escenario que la pandemia habría agudizado aún más.

En 2019, la esperanza de vida al nacer era de 81 años en promedio en los países de la OCDE, más de 10 años más que en 1970. Japón, Suiza y España lideraban un grupo de 27 países en los que la esperanza de vida al nacer superaba los 80 años. Un segundo grupo, que incluye a Estados Unidos y varios países de Europa central y oriental, tenía una esperanza de vida de entre 77 y 80 años. Mientras que México, Letonia, Lituania, Hungría y Colombia tenían la esperanza de vida más baja, con menos de 77 años en 2019.

Ahora la organización prevé, en datos preliminares, que el Covid-19 tendrá un impacto directo en la esperanza de vida debido al alto número de muertes que se han registrado y que reducirá aún más las expectativas de vida en los países que ya venían presentando descensos.

Los datos preliminares para 2020 sugieren que este indicador se redujo en todos los países de la OCDE, excepto en Noruega, Japón, Costa Rica, Dinamarca, Finlandia y Letonia.

Así quedó la esperanza de vida en años en los países de Latinoamérica y otros seleccionados:

Según el informe, sistemas de salud más sólidos que ofrezcan más accesibilidad, calidad y cuidados; un aumento de los ingresos familiares, una mejor educación, mejores entornos de vida, así como estilos de vida más saludables, serían los factores que contribuirían a aumentar los años de esperanza de vida en los países en los que el dato ha caído.

Un impacto enorme en la salud mental

De acuerdo con la OCDE, los casos de ansiedad, agotamiento, estrés y depresión aumentaron durante la pandemia en más del doble de los observados antes de la emergencia sanitaria en la mayoría de los países, pero especialmente en México, Reino Unido y Estados Unidos.

Este aumento estaría relacionado con las altas cargas de trabajo de empleados del sector de la salud y la asistencia social, como trabajadores de cuidados a largo plazo, médicos y enfermeras. Así como en jóvenes y personas de sectores vulnerables que sintieron angustia en los picos más altos de la pandemia por las restricciones de movilidad y de la actividad económica.

Problemas para acceder a servicios de salud por parte de “no contagiados”

La pandemia también causó un impacto indirecto en personas que no estaban contagiadas con el virus y que necesitaban de servicios de salud. En todos los países de la OCDE, por ejemplo, las pruebas de detección de cáncer de mama se redujeron en cinco puntos porcentuales en promedio en el 2020, en comparación con el 2019.

Además, la mediana de días transcurridos en lista de espera aumentó en promedio 58 días en casos de reemplazo de caderas, y 88 días en reemplazo de rodillas, en comparación con el 2019.

Gasto en sistemas de salud

Según el informe, en todos los países de la OCDE, se vio un fuerte aumento de la inversión en salud en 2020. La relación media entre el gasto de salud y el PIB se elevó del 8,8% en 2019 al 9,7% en 2020, lo que refleja el gasto sanitario adicional necesario para combatir el virus, así como las reducciones del PIB provocadas por las restricciones a la actividad económica. Para la OCDE es probable que este sea el crecimiento más rápido del gasto en salud en sus países miembros en los últimos 15 años.

El organismo destaca que la pandemia obligó a acciones drásticas y de gran alcance para contener y mitigar la propagación del virus, así como para atender las diferentes olas de contagios. Muchos países aumentaron el número de camas hospitalarias, la capacidad de cuidados intensivos, el personal sanitario y mejoraron la capacidad de los laboratorios. Además, se desarrollaron soluciones tecnológicas para rastrear las infecciones.

Sin embargo, muchos gobiernos no respondieron a la velocidad y escala necesaria, lo que dejó en evidencia las deficiencias estructurales en la preparación para emergencias sanitarias y la poca capacidad de respuesta de los sistemas de salud. Además, el informe resaltó una financiación inadecuada y lenta, ausencia de liderazgo global coordinado, y falta de preparación para pandemias.

Por otro lado, puso de manifiesto una escasez de personal sanitario. Aunque el número de médicos y enfermeras ha aumentado en la última década, en casi todos los países de la OCDE, la escasez persiste. Según el informe, la falta de personal sanitario y de cuidados de larga duración es un obstáculo aún más importante que camas y equipamiento en los hospitales.

También quedó en evidencia la necesidad de invertir más en los próximos años para mejorar la atención primaria de salud, prevenir enfermedades y reforzar la resiliencia y capacidad de los sistemas sanitarios.

La investigación señala que el gasto sanitario actualmente se centra en la atención curativa y no en la prevención de enfermedades y la promoción de salud, y que en ese sentido se gasta mucho más en hospitales que en atención primaria.

Antes de la pandemia, por ejemplo, el gasto sanitario ascendía a más de US$4.000 por persona de media en los países de la OCDE, llegando a casi US$11.000 en Estados Unidos. A la par de servicios hospitalarios y ambulatorios que suelen representar el 60% de todo el gasto sanitario de un gobierno.

La organización también señala que el tabaquismo, el consumo nocivo de alcohol y la obesidad aumentan el riesgo de muertes por Covid-19, entre otras enfermedades, sin embargo, el gasto en prevención de enfermedades sigue siendo relativamente bajo, ya que sólo representa en promedio el 2,7% de todo el gasto sanitario.