Bloomberg Línea — Mucho antes de convertirse en el unicornio más grande de América Latina y valorado en decenas de miles de millones de dólares, Nubank enfrentó una maratón de obstáculos regulatorios y de competencia para consagrarse en el mercado brasileño. La empresa nació como una fintech con tarjeta de crédito sin tasa anual y, poco a poco, fue incorporando nuevos servicios.
Al principio, aunque la base de clientes crecía año tras año, la regulación limitó a Nubank a ser una institución de pago y le prohibió ofrecer servicios de cuenta transaccional y otorgar préstamos. Cuando consiguió ofrecer una cuenta de pagos, las regulaciones del Banco Central impidieron a Nubank de usar el dinero de las cuentas para financiar operaciones porque no tenía licencia para operar como empresa financiera.
La licencia financiera tardó cinco años a salir, después de haber sido denegada sin un análisis de mérito durante varios años. La licencia permitió a Nubank, anteriormente solo un emisor de tarjetas, comenzar a recaudar fondos de sus clientes a través de depósitos a plazo como otras instituciones financieras a un costo significativamente menor.
Antes de tener la autorización, el principal instrumento de recaudo de fondos de Nubank, además de las aportaciones de los socios, eran las cuentas por cobrar de tarjetas de los clientes, empaquetadas como fondos de derechos de crédito y vendidas en el mercado de capitales a inversores institucionales, en su mayoría extranjeros, y a tarifas muy bajos.
Como el modelo comercial establecía la exención de tarifas y la mayoría de los clientes pagaban sus facturas en efectivo, Nubank casi no tenía spread (la diferencia entre cuánto pagaba para recaudar dinero en el mercado y cuánto cobraba a los clientes) para que su negocio fuera rentable. Esto explica por qué Nubank perdió tanto hasta hace poco.
Cono compañía financiera, Nubank empezó a ofrecer su NuConta y pudo utilizar su base de clientes para recaudar fondos a costos más bajos que los requeridos por los inversores institucionales.
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Impedimentos regulatorios
El retraso en obtener la licencia se derivó de la legislación vigente en el país hasta 2019 y que sometió al Presidente de la República a autorizar o no a nuevas instituciones financieras de origen extranjero a operar en el país.
Solo en septiembre de 2019, ya en el gobierno de Jair Bolsonaro, se firmó el decreto 10.029, que autorizó al Banco Central de Brasil a reconocer como de interés del gobierno brasileño la instalación en el país de nuevas instituciones domiciliadas en el exterior, además de incrementar el porcentaje de participación.
“Todo por lo que tuvo que pasar Nubank también lo hicieron otras fintechs, pero este es un caso más famoso por la escala que ha ganado Nubank, haciéndolo tan valioso”, dijo el abogado Eduardo Dotta, profesor de Derecho del Mercado Financiero y Capitales de Insper (Instituto de enseñanza e investigación de Brasil).
Según él, el ambiente se volvió más favorable para el surgimiento de fintechs en Brasil después que el país pasó por lo que él llama “revolución normativa”, un conjunto de cambios en las reglas que facilitaron la entrada de competidores en un territorio dominado por instituciones tradicionales.
Un hito de esto fue, según él, la resolución 4.656/2018, que regulaba las operaciones de préstamo y financiamiento a través de una plataforma electrónica. “Este nuevo hito permitió nuevos entrantes y mejoró el Sistema Financiero Nacional en términos de competencia, porque las fintechs ingresaron con nuevas posibilidades crediticias, que antes no se ofrecían”, dijo.
Con la solución de los impedimentos regulatorio, Nubank despegó principalmente el año pasado, cuando las medidas de aislamiento favorecieron el uso de métodos de pago no físicos y las compras por comercio electrónico. Ese año, el número de cuentas en Nubank aumentó en un 50%, llegando a 30 millones.
Y la institución amplió sus líneas de negocio: se asoció con WhatsApp, que tiene 120 millones de usuarios en Brasil, para ofrecer pagos a través del servicio. Luego compró Easynvest (una corredora digital) y lanzó operaciones en México y Colombia.
En el prospecto de la OPI de la semana pasada, Nubank afirma que tiene 48 millones de clientes activos, de los cuales 35 millones utilizan los servicios del banco cada mes, e ingresos totales de 2.530 millones de reales en el tercer trimestre de este año. A efectos comparativos, los ingresos de Itaú Unibanco, el mayor banco privado brasileño, fue de 19,5 mil millones de reales en el mismo período.
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Débito directo
Una de las historias más escandalosas que involucran a Nubank y los bancos se cuenta en el caso 08700.003187/2017-74, que se tramita en Cade (Consejo Administrativo de Derecho Económico de Brasil) y se refiere a la forma en que millones de personas pagan sus facturas mediante débito automático. Varios bancos simplemente no permitían que el cliente pusiera la factura de la tarjeta Nubank en débito directo, facilitando retrasos en el pago en caso de olvido y otros inconvenientes.
En el centro de la discusión está la acusación de Nubank contra los bancos tradicionales de que afectan la competencia en el país cuando limitan el pago de sus facturas mediante débito directo. Básicamente, el argumento de los bancos es que el débito directo de cuentas es una conveniencia ofrecida a su base de clientes y, por lo tanto, no sería una práctica para restringir indebidamente el ámbito de acción de un competidor.
La acción se presentó ante Cade en mayo de 2017 y la última manipulación se realizó en octubre pasado. Todavía no hay una fecha prevista para juzgar la acción. La acción ya perdió su razón pues, en 2019, un reglamento del Banco Central estableció normas que prohíben la discriminación en la oferta de débitos directos para el pago de facturas en otras instituciones.
“Hoy hay un problema grave. Las fintechs sufren muchas acciones anticompetitivas por parte de los bancos; y los reguladores, sobre todo Cade, deberían ser más rápidos a tomar decisiones”, dijo a Bloomberg Línea la economista Cristiane Alkmin, exconsejera de Cade (2015-2019) y actual secretaria de Economía del estado de Goiás.
Especialista en casos de competencia que involucran instituciones financieras, Alkmin ha votado para restringir los poderes de Itaú dentro de XP cuando el banco más grande del país compró el 49,9% del capital con derecho a voto de la plataforma de inversión.
“Creo que los reguladores no deberían actuar para detener el desbancarizado provocado por las fintech. Desde el punto de vista de la competencia, estas son vitales. Hay que clarificar que los bancos no van a desaparecer. Ellos dominan una serie de áreas rentables en las que las fintechs no entran: por ejemplo, las nóminas de salario de grandes empresas y gobiernos”, dijo la exconsejera de Cade.
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No, los bancos no van a desaparecer
Una de las quejas recurrentes de los grandes bancos es que hay una asimetría regulatoria, es decir, las reglas que pesan sobre las instituciones financieras tradicionales son más estrictas que para los recién llegados, y esto, con el pretexto de favorecer la competencia y el consumidor, permitiría la competencia desleal a favor de las fintechs.
De hecho, la regulación bancaria brasileña ha sido deliberadamente conservadora desde el Plano Real, que estabilizó la economía y puso fin a un ciclo inflacionario que duró décadas. En el año de implementación de la nueva moneda, el país se adhirió al Convenio de Basilea y empezó a controlar más de cerca la relación entre el capital propio de los bancos y el capital de terceros. Es un índice de solvencia de instituciones financieras.
Después de la adhesión a Basilea y la estabilización de la economía, el país vivió una década de consolidación en el sector, lo que redujo el número de bancos comerciales en el país, ya sea por la quiebra de algunas instituciones medianas, como Banco Econômico, una institución fundada en el siglo XIX, debido a fusiones y adquisiciones de bancos medianos y, finalmente, porque las grandes empresas se quedaron con los bancos públicos estatales en la ola de privatizaciones de los años 1990.
Los términos de Basilea se han actualizado dos veces desde entonces, en 2004 y 2010, cuando las reglas se endurecieron tras el colapso de las hipotecas subprime en los Estados Unidos.
“Hay un argumento de los grandes bancos de que están en desventaja frente a las fintech porque tienen carga de obligaciones más grande. Esto no es todo verdadero porque equivaldría a decir que un banco grande está perdiendo terreno frente a un banco medio, que opera bajo un Convenio de Basilea más pequeño. No tiene sentido”, dice Dotta de Insper.
“Nubank llevó ocho años llegando a una cantidad de clientes que los bancos tradicionales llevaron décadas, pero no existe un riesgo existencial para los grandes bancos porque no todos son Nubank. Te das cuenta de que las fintech son muy específicas, es decir, ofrecen soluciones muy específicas y no un paquete completo como los bancos”.
Cristiane Alkmin, exconsejera de Cade y actual secretaria de gobierno de Goiás, dice que instituciones como Itaú Unibanco, Bradesco y Santander no desaparecerán, pero perderán una parte de mercado para los nuevos participantes.
“Quizás se podría revisar la regulación bancaria en Brasil, reduciendo ciertos requisitos, pero el poder de mercado de los grandes bancos es muy grande y seguirá siendo”, dijo.
El abogado Bruno Balduccini, que representa a Nubank en asuntos regulatorios, fue contactado por Bloomberg Línea, pero no quiso dar una entrevista debido al período de silencio impuesto por las autoridades reguladoras antes de la salida a la bolsa.
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