Bogotá — Han pasado casi 16 meses desde cuando Carlos Felipe Jaramillo asumió el cargo de vicepresidente del Banco Mundial para la región de América Latina y el Caribe. A cargo de una cartera de proyectos, asistencia técnica y subvenciones cercana a los 32.000 millones de dólares, este colombiano que comenzó su carrera en la entidad en 2002 tiene un punto de mira privilegiado sobre la región.
Si bien reconoce que hay un proceso de reactivación en marcha, encuentra sombras y luces en la realidad latinoamericana. Sobre ese y otros temas, Jaramillo habló con Bloomberg Línea. Apartes editados de esa conversación:
El crecimiento de la región
Gran parte de lo que estamos viendo en el crecimiento de este año simplemente es una recuperación de la caída enorme de 2020. Es preocupante que, en promedio, la región no alcanza a recuperarse del todo. Nuestra proyección es de 6,3 por ciento después de una caída de 6,7 por ciento. Lo que tenemos es una dispersión de comportamientos, pues hay unos países que están rebotando muy bien y muy rápido, a lo cual les ayuda mucho la coyuntura externa, como les pasa a Chile y Perú gracias al precio del cobre. Y en el otro extremo tenemos un buen número de países que tienen tasas de crecimiento bajísimas, entre cero y 3 por ciento, que ni siquiera alcanzan a recuperar la mitad de la caída del año pasado, que es el caso en la mayoría del Caribe, afectado por el desastre del turismo, su principal fuente de divisas y de empleos. No estamos muy contentos con estas cifras. Hay mucho trecho por recorrer.
“Nuestra proyección es de 6,3 por ciento después de una caída de 6,7 por ciento. Lo que tenemos es una dispersión de comportamientos, pues hay unos países que están rebotando muy bien y muy rápido, a lo cual les ayuda mucho la coyuntura externa, como les pasa a Chile y Perú gracias al precio del cobre”
Preocupaciones que persisten
Hay una serie de factores que pueden convertirse en obstáculos serios para la recuperación. No sabemos qué puede pasar con las nuevas variantes del virus, para comenzar. Además, nos preocupa la situación de deuda de un buen número de países que llegan a niveles un poco preocupantes. Y nos inquieta también lo que viene pasando con el sector privado pues hay empresas de todos los tamaños que se han quebrado, desde las micros y pequeñas, hasta las medianas y grandes. El sector financiero ha venido facilitando créditos, pero no sabemos del todo el estado de esa cartera. También hacen falta reformas fuertes para poder tener un crecimiento mucho más dinámico que el que teníamos antes de la pandemia.
Tareas pendientes
La tarea de competitividad y productividad estaba con graves fallas antes de la pandemia y esta ha distraído la atención de manera importante para resolver los problemas del momento. Pero hay que pensar ya en el mediano y largo plazo, en cómo salir de manera más dinámica de la crisis y eso requiere volver a esas asignaturas que son temas muy conocidos: la calidad de la educación, la infraestructura o la logística para poder aprovechar mejor las oportunidades de los mercados globales, ahora que estamos en cierto nivel de recomposición de los dos grandes motores comerciales. México o Costa Rica lograron engancharse en las cadenas de valor, pero la mayoría de los demás siguen exportando materias primas simples.
Posibilidades para América Latina
Hay todavía mucha oportunidad para pasar a grados superiores de elaboración y entrar con etapas intermedias en estas cadenas, pues existen muchas empresas buscando diversificación de lugares de producción -el famoso nearshoring- para no depender exclusivamente de plantas en China o en Asia. Por otra parte, contamos con alguna penetración de redes digitales, pero solamente la mitad de la población ha tenido buen acceso. Hacen falta habilidades y que la región, de verdad, se monte en este nuevo mundo que incluye la inteligencia artificial o el blockchain. Hay procesos interesantes que se han dado sin ninguna política pública, en los cuales las personas cambiaron su consumo hacia más servicios digitales, lo cual es positivo.
La inflación
Tenemos algún nivel de preocupación, aunque la situación tiene sus más y sus menos. El precio de las materias primas ha subido y eso, a países como Brasil, Argentina o Uruguay, que son grandes exportadores de granos y de carne, pues les ayuda mucho y hace que la recuperación sea más rápida. No obstante, se observa un impacto sobre el precio de alimentos en la canasta familiar y eso afecta a la población más pobre. Queda la inquietud sobre si la tasa de inflación llega a niveles más preocupantes, de manera que en Estados Unidos aumenten los intereses de manera significativa. Este es un riesgo latente, porque de concretarse va a encarecer el costo de la financiación para gobiernos y para sector privado. También va a encarecer el servicio de la deuda, cuyo nivel ahora es mayor. Y tercero va a desestimular un poco la actividad económica. Espero que la realidad nos dé plazo para que la recuperación sea plena antes de que algo así pase.
“Queda la inquietud sobre si la tasa de inflación llega a niveles más preocupantes, de manera que en Estados Unidos aumenten los intereses de manera significativa. Este es un riesgo latente”.
Revertir los retrocesos en pobreza y desigualdad
Estos procesos son lentos. Si bien ha habido una recuperación de la actividad económica no ha sido tan rápida la del empleo. Mucha gente se pasó del sector formal al informal y eso no es bueno porque son usualmente condiciones más precarias. También me preocupa la desigualdad porque se abrieron unas brechas muy grandes. Los que tuvieron acceso a las tecnologías digitales, los que pudieron trabajar desde sus casas, los que pudieron mantenerse conectados contrastan con lo que en los peores momentos de la pandemia estuvieron encerrados en sus casas sufriendo hambre, desnutrición o violencia de género. Esa desigualdad profunda va a dejar huellas y cicatrices a futuro.
La preocupación más grande
Tal vez lo que más me preocupa es la pérdida de aprendizaje. La mayoría de los países cerró las escuelas públicas y buena parte de las privadas y en un buen número de los países de la región, no han vuelto a abrir todavía. Entonces se ha perdido año y medio y en algunos ya nos acercamos peligrosamente a dos años. Los métodos alternativos usados no han sido hasta el momento muy efectivos. Me preocupa que esta generación de niños, si no se adoptan programas remediales, va a salir con una gran brecha de un año o año y medio y eso tendría un impacto en los ingresos laborales de por vida y en la capacidad productiva de la región. Estamos instando a los países a que trabajen en eso.
Reescribir el contrato social
Es una de las oportunidades que abre esta crisis. Hay que repensar el contrato social, sobre todo porque creo que cada vez es más claro que el sistema que prácticamente toda la región adoptó hace ya varias décadas, de un sector formal con ciertos beneficios de salud y pensiones, a partir de un aporte, solo ha beneficiado a menos de la mitad de la población. América Latina sigue teniendo más del 50 por ciento de informalidad en promedio. La gente que está en los esquemas informales no tiene acceso a ninguna de estas ventajas que encarecen mucho la creación de empleo y por eso mucha gente termina trabajando en el sector informal. Lo que sí es positivo, es que en nuestra región se han venido desarrollando programas de transferencias condicionadas. Ello hizo posible que en la mayoría de los países se lograron canalizar recursos a las familias más necesitadas gracias a estos programas. De lo contrario, habría habido mucho más sufrimiento. Este es un buen momento para repensar cómo hacemos para que todos los latinoamericanos nos sintamos parte del mismo esquema y dejemos esta dicotomía tan fuerte que tenemos de informalidad versus formalidad.
Un mundo bipolar
Hay más oportunidades que riesgos para la región. Entre más opciones tiene un país de participar en el comercio, de atraer inversión y obtener financiamiento, eso es positivo. Tener a un país grande con un mercado grande como China es algo que abre oportunidades que no existían hace 20 años. Naturalmente hay que saber cómo aprovechar esas oportunidades. Lamento un poco que Estados Unidos no ha tenido programas fuertes de acercamiento a la región en años recientes. Creo que eso hace falta. Ojalá que esa nueva atención no solamente de Estados Unidos, sino de Canadá, de la Unión Europea logre atraer un poco más de inversión y de financiamiento. Eso sí, soy ferviente creyente en que las reglas deben ser las mismas para todos, para inversionistas y para comerciantes.
Calentamiento global
El cambio climático viene afectando a la región de manera creciente. Sin ir muy lejos, el año pasado tuvimos un buen número de huracanes que dejaron daños tremendos en el Caribe y Centroamérica, sequías e inundaciones en Brasil, Argentina y Paraguay. Y lo que más me preocupa es que las más afectadas siempre son las poblaciones más vulnerables. Hay que ayudarles a los países a protegerse, a tener un poco más de lo que se llama resiliencia ante estos vaivenes del clima. Y también moverse hacia las tecnologías del futuro. Sí, América Latina en general tiene una matriz energética muy verde, porque dependemos mucho de las hidroeléctricas. Pero con las sequías hay un problema. Entonces hay que tener la matriz más diversificada y nos estamos moviendo en toda la región más hacia energía solar y eólica. También hay proyectos bien interesantes en hidrógeno verde o azul a futuro. Eso puede ser muy interesante. En temas del transporte y la movilidad eléctrica se debe desarrollar la agenda. Además, la juventud latinoamericana apoya mucho la idea de actuar contra el cambio climático y de montarnos en un modelo de desarrollo más verde y más amable, en general, con el medio ambiente.
“Hay proyectos bien interesantes en hidrógeno verde o azul a futuro. Eso puede ser muy interesante. En temas del transporte y la movilidad eléctrica se debe desarrollar la agenda”
Transición energética
Aunque es difícil ponerle un número de años exactos, el uso de los combustibles más sucios va a penalizarse más. Para algunos países de la región esto puede ser preocupante, si no se hacen las inversiones a tiempo y si no se buscan alternativas, que afortunadamente existen. La mayoría tienen zonas de alto viento, de mucha exposición solar y pueden convertirse en exportadores de energía. Hay proyectos interesantes. Estamos frente a un cambio que va a ser drástico y hay que empezar a pensar y anticiparse. Los grandes ganadores serán los que empiezan a hacer las inversiones desde ahora.
El rol del sector privado
El sector privado es el motor de la economía y de la generación de empleo en toda América Latina. No se ha hecho lo suficiente por motivarlo. En medio de estas afugias de la pandemia, se olvida que para una recuperación sana es importante el sector privado y que hay que darle señales positivas. Seguimos teniendo en la mayoría los países de la región una carga regulatoria pesada. Hace poco hicimos un estudio en México que dice que, en promedio, se paga el equivalente del 8 por ciento del PIB en costos regulatorios. Todavía hay mucho trecho por recorrer en cuanto a recortar regulaciones innecesarias y promover generación de empleos y nuevas empresas.
Descontento en la región
Es un tema más de manejo político, de expectativas. Pero estas enormes olas de tensión social, que hubo en 2019, que han vuelto nuevamente en 2021 en varios países de la región, no son buenas noticias para nadie porque además vinieron acompañadas de violencia y de sufrimiento de la población. También generan un mal ambiente y no ayudan a mejorar el estado de cosas. Pero sí revelan algo y es que nuestra población tiene expectativas y el proceso de crecimiento, especialmente en los últimos años, ha sido débil. La manera de atacar esto, por parte de la economía, es generando empleo, dándole aliciente a la inversión, adoptando tecnologías, trabajando en mejoras de productividad o educación de buena calidad para que los jóvenes puedan emplearse. También hay reclamos en cuanto al acceso al sistema de salud y a las pensiones, entonces creo que la agenda de reformas, la modernización de marcos, es muy relevante.
La temporada electoral
Las propuestas electorales que se montan sobre ideas extremas y promesas que sabemos que no son alcanzables con los medios que tenemos, en vez de generar consensos, lo que generan es más desacuerdos. Hay que aterrizar esos discursos en la realidad, utilizar datos, mirar experiencias y en esto los países que lo han hecho bien son los que tratan de mantener cuentas fiscales sanas y los que aprovechan las oportunidades globales: el comercio, las tecnologías que atraen la inversión. No creo que sea un misterio. Es lo que hicieron un buen número de países que han logrado desarrollarse en Europa Oriental o el sudeste asiático. Y América Latina tiene que aprender de esa lección.
El escepticismo ante las reformas
Creo en la experiencia práctica y los ejemplos de países que han avanzado como Corea del Sur o Polonia. Señalo esos ejemplos de países que creyeron en instituciones, en que el sector privado es el motor de la economía que genera los empleos, en los marcos regulatorios, en una educación de calidad.
Razones para el optimismo
Siempre me mantengo optimista. Nuestra región ha logrado cosas destacables a nivel global. Recibimos delegaciones de todo el mundo para aprender cómo se hacen programas sociales focalizados. Hay oportunidades hacia el futuro. Como vemos, China está empezando a pasar a otra fase de su desarrollo y poco a poco abrirá espacios de participación en cadenas globales de valor. América Latina sigue teniendo una ubicación envidiable sobre todo para para los mercados de Norteamérica. Mantengo fuertemente el optimismo en el futuro de América Latina y Caribe.
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