Buenos Aires — Bosques, ríos y montañas se conjugan en la provincia de Tucumán, generando un paisaje único. En el “Jardín de la República”, como tradicionalmente se la denomina, se firmó el acta de declaración de la independencia en 1816, haciendo que la cultura y la historia vibren intensamente en todos los rincones de esta pequeña provincia de 22.524 kilómetros cuadrados.
A poco más de 1.200 kilómetros de Buenos Aires, suele convertirse en uno de los destinos turísticos más elegidos por los argentinos, cada vez que el calendario laboral lo permite.
La pandemia del coronavirus impactó al igual que lo hizo en todo el país. Las restricciones de circulación afectaron principalmente a San Miguel de Tucumán, un destino que en 2019 supo conseguir el tercer puesto a nivel nacional en el segmento de “turismo de eventos”, según indican desde el Ente de Turismo de Tucumán. Es que por su condición de ciudad histórica, la provincia concentra un gran movimiento académico, industrial, comercial, deportivo, cultural y artístico, todas actividades que se vieron impedidas o ralentizadas durante este período.
“Ante el freno que supuso la irrupción del virus, el Ente de Turismo de Tucumán gestionó ante el Gobierno nacional y provincial ayudas, auxilios y subsidios para sobrellevar los meses de cierre. Así es como se exceptuó a los hoteles de la ciudad del pago de la tarifa eléctrica durante julio y agosto y se los eximió por decreto del pago de Ingresos Brutos”, dicen fuentes del organismo.
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Durante ese período, la gestión turística se concentró en la capacitación y en el desarrollo de infraestructura en diferentes puntos de la provincia, como El Cadillal, San Javier, Horco Molle, San Pedro de Colalao, con el objetivo de preparar a Tucumán para que sea una provincia que permita hacer turismo en pandemia y post pandemia, tanto en la ciudad como en destinos de naturaleza. Estos últimos tuvieron un boom dado el cambio de hábitos de los viajeros.
Un alentador anticipo de la temporada fueron los elevados porcentajes de ocupación hotelera que se registraron en el fin de semana largo de octubre, con picos del 92% en San Miguel de Tucumán, 97% en Tafí del Valle, 95% en San Pedro de Colalao, 90% en San Javier y 93% en Yerba Buena. “El beneficio económico para la provincia con la llegada de turistas provenientes de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Chaco y el resto de las provincias del Norte Argentino, fue superior a los $100 millones”, aseguraron desde el Ente de Turismo de Tucumán.
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Destino potenciados
Si bien El Caillal y San Javier son de los destinos más elegidos, ya sea por su cercanía o por tener los paisajes y las vistas más privilegiadas de la provincia, el incremento de la oferta en cuanto a servicios y productos que se generó en plena pandemia hoy los posiciona entre los dos más convocantes.
Ubicado en el departamento de Tafí Viejo, El Cadillal es un destino de naturaleza por excelencia, en el cual no sólo se pueden hacer actividades al aire libre durante todo el año, sino que además se pueden tomar excursiones, paseos en barco, catamarán, kayaks, canoas, ciclismo, senderismo, rappel, y paseos en aerosillas que brindan una vista privilegiada desde el Cerro Médici.
Allí el Complejo Turístico Puerto Argentino propone una gastronomía que combina comidas regionales con platos gourmet, una cervecería artesanal y un paseo de artesanos en el que se pueden encontrar dulces regionales y las obras de artistas y artesanos del lugar.
En el corazón del complejo se encuentra el anfiteatro en el que se dan cita eventos culturales y espectáculos musicales al aire libre. A esta experiencia se suma el Museo Arqueológico El Cadillal, que en sus diferentes salas expone piezas de la cultura Candelaria, Santa María, entre otras, que fueron halladas en los alrededores de esta zona.
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En el Complejo Turístico Cristo Bendicente San Javier, la pandemia también catalizó los esfuerzos de la provincia para enriquecer este destino. A pocos kilómetros de San Miguel de Tucumán, el senderismo, las caminatas de mediana y baja dificultad, los circuitos ciclísticos, los vuelos en parapente y las cabalgatas, permiten adentrarse en el paisaje de yunga más verde, obtener privilegiadas vistas panorámicas de la ciudad y conocer las cascadas más pintorescas de la montaña y la selva tucumana.
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Los apasionados de las travesías ruteras tienen en el tramo de 41 kilómetros de la Ruta Nacional 40 en Tucumán, la mayor concentración de sitios arqueológicos, emprendimientos productivos y una Ruta del Vino donde está la única bodega comunitaria llamada Los Amaicha.
La historia de América se desliza en cada pueblo del trayecto y la herencia de sus habitantes. Ampimpa, El Pichao, Amaicha del Valle, El Bañado, Talapazo, Quilmes y Colalao del Valle y los propios Quilmes, que mantienen hoy su asentamiento, son parte de esta propuesta a los pies de las cumbres calchaquíes. Los artesanos del valle integran la Ruta del Artesano e invitan a visitar sus talleres y conocer sus obras.
Aquí también se imponen las travesías en 4x4, cabalgatas, senderismo y una vista hacia el más allá desde Ampimpa con su observatorio astronómico.
La historia argentina en una sola ciudad
Los tradicionales paseos citadinos por San Miguel de Tucumán son un paso obligado para quienes luego decidan sumergirse en la naturaleza. En la capital de la provincia pueden visitarse edificios emblemáticos, como el Museo Casa Histórica de la Independencia, que guarda en sus salas el relato del proceso independizador argentino.
Aquella ciudad que supo tener doce manzanas con cuatro iglesias y un cabildo, guarda para los visitantes sus fachadas arquitectónicas coloniales o con detalles neoclásicos como presenta la Catedral Nuestra Señora de la Encarnación o el estilo modernista en la Casa de Gobierno.
La historia se siente en unas veinte opciones entre museos y casonas, como el Museo de Arte Sacro (junto a la Catedral), de Historia Natural erigido junto al Instituto Miguel Lillo, el solar que perteneció al naturalista, que dedicó su vida al estudio y desarrollo de la biología, o el Museo Casa Padilla, que contiene la magnífica “Colección Padilla” de arte decorativo, obras europeas y objetos hispanoamericanos del pasado colonial.
“Lo primero que se plantea a un turista recién llegado es desde plaza Independencia desde donde se visita la Iglesia catedral, el Museo casa histórica y ahí derribamos el mito de la “casita” de Tucumán que tiene ese recuerdo de dibujar en nuestra infancia las columnas torzadas de su fachada, mientras que el Salón de la Jura de la Independencia es original.
Se trata de un recinto sagrado de la argentinidad, es el ámbito donde se desarrolló la Asamblea y cuando hay chicos en el grupo de visitantes les hacemos tocar ese piso histórico mientras una voz en voz, con aura de misterio relata la historia”, cuenta el Presidente de la Asociación Tucumana de Guías de Turismo, Rubén Fernando Olmedo.
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