Bogotá — ¿Se ha preguntado si la taza de café que se toma en las mañanas es 100 % colombiano? Pues bien, puede que su bebida tenga más porcentaje de grano importado, principalmente brasileño en 2021, que de producción local.
El director de investigaciones Económicas de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (FNC), José Leibovich Goldenberg, dijo a Bloomberg Línea que el café es un producto de libre importación desde hace años en Colombia gracias a la apertura económica.
Y dice que “lo que ha sucedido históricamente es que el grueso de la producción de café en Colombia se destina a los mercados internacionales porque es un producto que es muy apetecido” y por ende tiene una prima que ha estado por encima de US$50 centavos en la Bolsa de Nueva York.
Añadió que “si en Colombia estuviéramos dispuestos a pagar los precios que paga el consumidor en EE.UU., en Alemania o en Japón por una libra de café colombiano no habría necesidad de importar”, pues la “producción nacional cubriría las exportaciones y el mercado interno”.
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“Pero resulta que buena parte de nuestro consumo no está en capacidad porque la población no tiene esos ingresos ni la tradición de pagar tanto por ese café que se va a tomar y ese es el resultado, que terminamos pagando en promedio por el café que nos consumimos un precio claramente inferior y por eso es que llega una parte de materia prima de afuera, que es de más baja calidad”, afirmó.
Este año la producción de café colombiano debería llegar a 14,1 millones de sacos. De este total, 13,5 millones, es decir, más del 95 % deben exportarse, especialmente a Estados Unidos y Europa.
En este escenario, solo quedan 600.000 sacos del producto local para atender una demanda interna superior a los 2 millones de sacos. Del déficit de 1,4 millones de sacos existente en el mercado interno colombiano, casi 900.000 fueron abastecidos con café brasileño solo hasta septiembre de este año.
El año pasado, por cada diez tasas de café que se consumieron en Colombia cerca de 5,5 fueron de grano importado, teniendo como base una demanda de al menos 2 millones de sacos.
Aunque estos cálculos no tienen en cuenta el hecho de que una parte minoritaria de ese grano importado sea utilizado por algunas marcas para producir los cafés liofilizados, “en cuyo caso hay algunos volúmenes que van a la exportación”, afirmó Leibovich Goldenberg, aunque esto es “algo relativamente marginal”.
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Hasta junio las importaciones de café en Colombia totalizaron 840.000 sacos de 60 kilos y se espera que estas alcancen los 1,6 millones de sacos al final del año.
La verdad es que muchos consumidores colombianos no saben que su taza de ‘tinto’ (como se le llama en el país al café puro) no es de Colombia.
Fernando Morales-de la Cruz, fundador de Café For Change
Fernando Morales-de la Cruz, fundador de Café For Change, manifiesta a Bloomberg Línea que “es poco coherente que Colombia -el tercer exportador de café del mundo- importe casi un millón de sacos de café anualmente para satisfacer la mitad de su consumo interno”.
“Algunos de los principales importadores de café a Colombia incluyen Colcafé, Nescafé/Nestlé, Lucafé, entre otros. Un importante porcentaje del café importado es liofilizado, incluso por la misma Federación Nacional de Cafeteros”, comentó.
En solo cinco años, Colombia ha aumentado el volumen de café importado de Brasil en casi un 50 %. En 2016 fueron apenas 18.200 sacos.
El café brasileño que se toman en Colombia
Leibovich Goldenberg explica que Brasil “claramente” ha sido un origen importante de las importaciones de café, aunque este es de “una calidad inferior al café colombiano”, lo que se refleja en los precios de la bolsa de Nueva York o Londres.
Este grano brasileño que se importa, explica, se utiliza principalmente para realizar las mezclas de café soluble o tostado y molido. Los tipos que exporta ese país son el café robusta y arábigo, muchos de los cuales son no lavados.
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Consultado sobre el café 100 % colombiano, el ejecutivo mencionó que hoy en las principales cadenas se puede conseguir, pero su precio es sensiblemente superior. Mientras la libra de café de calidad inferior se consigue entre $8.000 y $10.000, los cafés colombianos de marca pueden valer entre $30.000 a $40.000.
Estos cafés de más baja calidad bien pueden ser elaborados 100 % con pasilla, que son granos de la mala calidad que se dan en cualquier cultivo, granos importados o una mezcla de los dos, algo que no “es tan fácil de saber, ya que no está mencionado en la etiqueta del café”, en cambio “los que son de alta gama sí dicen que son 100 % colombianos”.